Tiempo de acci¨®n
El prop¨®sito del presidente George Bush al convocar a finales de septiembre una Conferencia Mundial sobre el Cambio Clim¨¢tico pod¨ªa ser positivo, pero tambi¨¦n constituir -como tantas otras comisiones, paneles, etc¨¦tera, que proliferan actualmente a escala local y global- una manera de posponer la toma de decisiones, que es lo que realmente importa a la humanidad.
No m¨¢s demoras. No m¨¢s informes. No m¨¢s reuniones para acordar lo que ya est¨¢ acordado desde hace a?os. Reuniones para decidir aspectos pr¨¢cticos complementarios, s¨ª. Pero los diagn¨®sticos ya est¨¢n, en su mayor¨ªa, hechos. Y bien hechos. El m¨¦rito mayor corresponde a Naciones Unidas, que, a pesar de su marginaci¨®n por las grandes potencias, ha dejado en la d¨¦cada de los a?os noventa y hasta hoy mismo excelentes propuestas de acci¨®n, entre las que destacan los Objetivos del Milenio en el a?o 2000, ratificados cinco a?os m¨¢s tarde en la cumbre de septiembre de 2005.
No m¨¢s informes. Hay que actuar ya contra el hambre, la guerra y el cambio clim¨¢tico
El sujeto principal de la democracia es el ciudadano y no el Estado
Por eso, cuando se convocan nuevas conferencias sobre lo ya convenido, cuando se aplaza su puesta en pr¨¢ctica, cuando se oculta la falta de voluntad pol¨ªtica en la realizaci¨®n de nuevos estudios, la comunidad internacional debe oponerse a estas maniobras y reclamar a los Gobiernos el cumplimiento de sus responsabilidades, sobre todo cuando, en muchos fen¨®menos f¨ªsicos y sociales, pueden alcanzarse puntos de no retorno.
Es la "¨¦tica del tiempo". El deber de actuar antes de que, en todo proceso potencialmente irreversible, se alcance una situaci¨®n (patol¨®gica, clim¨¢tica, de comportamiento...) sin marcha atr¨¢s. En consecuencia, es necesario fomentar -y ejercerla por las instituciones y personas preparadas para ello- la capacidad de anticipaci¨®n, de previsi¨®n, de acci¨®n a tiempo. No se trata tan s¨®lo de conocer el tratamiento adecuado sino de aplicarlo oportunamente.
Actuar a tiempo... extrayendo las lecciones del pasado, pero sabiendo en todo momento que el pasado puede describirse, debe describirse lo m¨¢s fidedignamente posible, pero que ya est¨¢ escrito. Lo que s¨ª debe poder escribirse con total libertad por las generaciones venideras es el futuro, su presente.
Tener memoria permanente del futuro, sabiendo distinguir lo importante de lo urgente y abordando las instituciones apropiadas los grandes retos sociales, econ¨®micos, culturales, ambientales, energ¨¦ticos, morales... de nuestro tiempo. Los ciudadanos deben ser activos y nunca m¨¢s resignados, sumisos, espectadores pero no actores, que contemplan pasivamente e incluso con indiferencia lo que sucede en su entorno.
Es tiempo de acci¨®n, de no
ser simples receptores de informaciones frecuentemente sesgadas, sino actores que participen, cada uno en su ¨¢mbito, teniendo presente la m¨¢xima de Burke: "Nadie comete mayor error que quien no hace nada porque piensa que s¨®lo podr¨ªa hacer muy poco".
Todas las semillas, sin excepci¨®n, son necesarias. Todos los granos de arena. Todas las gotas, como record¨® la Madre Teresa de Calcuta a un famoso escritor que se excusaba de que su contribuci¨®n fuera peque?a, "como una gota en el oc¨¦ano", dijo. Y Madre Teresa a?adi¨® r¨¢pidamente: "Si esta gota le faltara, el oc¨¦ano la echar¨ªa de menos".
En el a?o 1956, en la Conferencia General de la Unesco celebrada en Nueva Delhi, el Pandit Nehru puso claramente de manifiesto que la alta funci¨®n que correspond¨ªa a la organizaci¨®n intelectual de Naciones Unidas era la de actuar como "conciencia de la humanidad". ?sta es la misi¨®n que corresponde a los educadores, a los creadores, a los artistas: recordar, en medio de las turbulencias, del vocer¨ªo, de los bandazos, cu¨¢les son los puntos de referencia, las balizas que deben guiar nuestra andadura.
Para "comportarse fraternalmente", como establece el art¨ªculo primero de la Declaraci¨®n Universal, es indispensable repartir mejor. ?Desarrollo para qu¨¦, para qui¨¦n? Para dotar a los ciudadanos de las capacidades que les permitan utilizar por s¨ª mismos o, al menos, colaborar en la utilizaci¨®n de sus recursos, de tal manera que las condiciones de vida cumplan unos m¨ªnimos que eviten flujos migratorios y la incubaci¨®n de resentimientos. Para asegurar la igualdad de oportunidades y la inexistencia de discriminaci¨®n por lugar de nacimiento, etnia, etc¨¦tera. Para hacer posible el principio supremo de la igual dignidad de todos los seres humanos.
Es tiempo de acci¨®n. M¨¢s que nuevos informes, diagn¨®sticos, recomendaciones y resoluciones, lo que falta son acciones, cambios sustantivos aconsejados por el rigor cient¨ªfico que permitan, muy r¨¢pidamente, reducir el gasto militar y aumentar los fondos que hagan posible de forma urgente, como exigencia ya inaplazable de la conciencia mundial, que dejen de morir miles de personas cada d¨ªa por inanici¨®n y por falta de acceso a tratamientos adecuados para su salud y calidad de vida. Para hacer frente a los grandes retos de nuestro tiempo es necesario contar con una ONU reforzada, dotada de los recursos humanos y financieros adecuados, con la autoridad que se requiere para evitar la marginaci¨®n y despego de que ha sido objeto en las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Inspirados por lo que representaba el cambio de siglo y de milenio, los jefes de Estado y de Gobierno, reunidos en Naciones Unidas en septiembre del a?o 2000, declararon solemnemente que se esforzar¨ªan en cumplir los Objetivos del Milenio: I. Valores y principios; II. Paz, seguridad y desarme; III. Desarrollo y erradicaci¨®n de la pobreza; IV. Protecci¨®n de nuestro medio ambiente com¨²n; V. Derechos humanos, democracia y buena gobernaci¨®n; VI. Proteger a los m¨¢s vulnerables; VII. Satisfacer las necesidades especiales de ?frica, y VIII. Reforzar la ONU.
Es imperativo abordar los grandes desaf¨ªos a escala mundial, antes de que su posible soluci¨®n ya no sea efectiva. ??tica del tiempo! La energ¨ªa, el medio ambiente, la salud... son los retos a los que debemos responder conjuntamente.
A trav¨¦s de la moderna tecnolog¨ªa, puede tener lugar la mejor expresi¨®n de la voz del pueblo, de la solidaridad a nivel mundial. La sociedad civil tiene ahora, adem¨¢s de su innegable papel protagonista en la ayuda solidaria, la posibilidad no s¨®lo de hacerse o¨ªr sino de hacerse escuchar.
Es tiempo de acci¨®n, de sustituci¨®n de la fuerza por la palabra. Ahora, con Simon Peres como presidente de Israel y con las circunstancias que concurren (Gaza incluida), es posible acelerar un acuerdo de paz en Oriente Pr¨®ximo que representar¨ªa el principio del fin de otros muchos conflictos.
La cultura de paz, como modelo ¨¦tico y pol¨ªtico, puede resolver la creciente bipolaridad actual, la que opone y divide, hasta niveles inhumanos, a los ricos y pobres de la Tierra. Frente a los retr¨®grados que se refugian en el terror y el dogma, debemos buscar o inventar nuevas f¨®rmulas. Debemos dar un giro total al concepto de democracia: el sujeto principal de la democracia es el ciudadano y no el Estado. Es la gente.
?El siglo XXI, siglo de la gente? Para ello es imprescindible no guardar silencio. Es imprescindible participar. La voz del pueblo. Corresponde hablar sobre todo a las comunidades cient¨ªfica y acad¨¦mica, a los intelectuales y creadores, porque, como Garcilaso, exclamamos: "Yo que tanto callar ya no pod¨ªa!". O, siguiendo el verso reciente de Rafael Guill¨¦n en Los dominios del c¨®ndor: "No hab¨ªa sitio en que albergar tanto silencio".
Es tiempo de acci¨®n.
Federico Mayor Zaragoza es presidente de la Fundaci¨®n Cultura de Paz.
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