La Zaranda esparce su po¨¦tica por un vertedero humano

Quien ha visto alguna vez en un escenario a La Zaranda sabe que lo que este grupo ofrece es algo m¨¢s que teatro. Su po¨¦tica, sus mundos apocal¨ªpticos, su est¨¦tica, su ¨¦tica de perdedor y, sobre todo, su ritual de mirada l¨²cida, cruenta, tierna y existencialista sobre el mundo que les ha tocado vivir, convierte a sus integrantes en ex¨®ticos l¨ªderes de opini¨®n, con incondicionales en medio mundo. La prueba est¨¢ en el Teatro Espa?ol de Madrid, donde el grupo presenta Los que r¨ªen los ¨²ltimos. Despu¨¦s, el espect¨¢culo itinerar¨¢ por Castilla-La Mancha y Asturias antes de iniciar una de sus habituales giras por pa¨ªses americanos.

Los tres actores de esta compa?¨ªa, tan alejada de estrategias comerciales y de propuestas esc¨¦nicas oficialistas, Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco S¨¢nchez son ins¨®litos espec¨ªmenes esc¨¦nicos que poco o nada tienen que ver con la idea estereotipada que suele tenerse de lo que es un actor.

El director de siempre, Paco de la Zaranda, convierte cualquier espacio en un santuario para la palabra, la juerga y el rito. El autor de cabecera del grupo, Eusebio Calonge, es una suerte de poeta bohemio y maldito que trasciende a Max Estrella, para acercarse a¨²n m¨¢s a la esencia, al mism¨ªsimo Alejandro Sawa. Y todos juntos dejan claro que a¨²n hay lugar para la esperanza aunque ¨¦sta surja de un mundo, el nuestro, que s¨®lo parece servir para generar basura.

Lo m¨¢gico de La Zaranda es que de un gran vertedero extrae poes¨ªa y ternura. Y sacude conciencias por escenarios de medio mundo, donde se le venera y se le premia continuamente, aunque en Espa?a, su pa¨ªs de origen, le sea m¨¢s dif¨ªcil representar sus v¨®mitos llenos de poes¨ªa, sobre todo en su Andaluc¨ªa natal.