Seguimos a ello
Uno hace a?os escribi¨® alguna gu¨ªa que otra de viaje por Galicia, pero poco a poco se le fue haciendo m¨¢s dif¨ªcil escribir. El aspecto de los lugares que visitaba, el aspecto del pa¨ªs empeoraba a?o a a?o.
Aqu¨ª debi¨® resultar maravilloso ser rico en un tiempo en que todo el mundo era pobre. Uno lee la geograf¨ªa de Galicia de Ram¨®n Otero Pedrayo o ve las fotos de esa minor¨ªa que en los a?os veinte o treinta del siglo pasado tomaba ba?os de mar en nuestras playas y piensa en qu¨¦ hermos¨ªsimo pa¨ªs disfrutaron esas personas privilegiadas. Las criadas amasan con la flor de la harina, limpian las xoubas para que cuando los se?oritos vuelvan del paseo en yate deportivo por la r¨ªa de Pontevedra - a¨²n no hay la f¨¢brica de celulosa de Ence y la r¨ªa huele a fresco y a sal- devoren una sabrosa empanada.
La palabra fe¨ªsmo es clasista, oculta nuestra historia reciente y el sufrimiento de la gente
El sol tuesta la piel fina de los rostros de los j¨®venes del yate en traje de ba?o, ellas r¨ªen y se abrazan cerrando bien el albornoz. Las velas del yate se sacuden, se cruzan con un barco xeiteiro que vuelve de trabajar y desde el yate saludan alegres a los marineros que devuelven el saludo levemente. Aqu¨ª hubo un tiempo en que existi¨® un para¨ªso para algunos. Galicia fue sin duda un pa¨ªs hermoso.
Pero cuando uno ha conocido un lugar maravilloso y luego lo ve destrozado ... ?c¨®mo se puede contar eso? ?C¨®mo va a contar que ese lugar antes era muy hermoso y ahora le han echado cemento encima y alg¨²n que otro edificio horroroso? No se pueden contar esas cosas en una gu¨ªa tur¨ªstica, nadie quiere que le animen a visitar lugares deshechos, degradados. El problema era que los ojos del escritor de gu¨ªas que recorr¨ªa su pa¨ªs s¨®lo ve¨ªa el deterioro y sus gu¨ªas cada vez le sal¨ªan m¨¢s melanc¨®licas.
Ver antiguas villas marineras totalmente deformadas, irreconocibles, toda la costa, todas las villas y pueblos. Pasen y vean. ?C¨®mo se puede contar las R¨ªas Baixas? ?Qu¨¦ se puede escribir de Ribeira, Boiro, Pobra, Rianxo, Vilagarc¨ªa...? ?De Vigo, de esta Coru?a, del Ensanche de Santiago, de Betanzos, de Padr¨®n, de Sarria, de Malpica...? ?Qu¨¦ decir sino la mudez? S¨®lo quedaba la melancol¨ªa o la denuncia, pero ni los vecinos de los lugares quieren que se cuenten las barbaridades que ellos mismos cometieron ni los lectores de gu¨ªas quieren leer protestas. El lector de gu¨ªas desea venir a dejar los cuartos y quiere optimismo, sol y sonrisas, para eso paga. Las gu¨ªas tur¨ªsticas son parte del negocio y nadie quiere, queremos, que nos estropeen el negocio.
Por otro lado, el escritor de gu¨ªas tambi¨¦n ten¨ªa su conciencia social, no s¨®lo ve¨ªa los lugares hermosos que hab¨ªan desaparecido, tambi¨¦n ve¨ªa las vidas de la gente. Sab¨ªa en qu¨¦ casas hab¨ªan nacido y comprend¨ªa esas viviendas de ladrillo construidas poco a poco, en cada viaje de vuelta de Suiza o de una marea. Casas feas, de cualquier manera, construidas donde no deb¨ªan, pero ?qu¨¦ alternativa ten¨ªan?, ?qui¨¦n se las iba a regalar o qui¨¦n les iba a ayudar a que fuesen m¨¢s lindas y mejores?
El escritor de gu¨ªas no pod¨ªa re¨ªrse mucho de esas casas a medio hacer habitadas, feas, casi siempre m¨¢s grandes de lo necesario, a veces grotescas. Por eso el escritor de gu¨ªas en paro no soporta la palabra fe¨ªsmo, la considera est¨²pida porque oculta la necesidad y el sufrimiento de la gente, tambi¨¦n su esfuerzo y su capacidad de salir adelante. La valent¨ªa de quienes no esperaron a que les pusiese el Estado una vivienda, sino que se la construyeron a pulso. Fe¨ªsmo es una palabra que oculta nuestra historia reciente y la ofende con un clasismo insoportable.
En el curso de una vida hemos visto desaparecer un pa¨ªs hermoso y nacer un paisaje lleno de heridas y costurones, consecuencia de nuestra historia de trabajos pero, sobre todo, de un crecimiento sin planificaci¨®n. Crecimos en el caos y seguimos sin plan de ordenaci¨®n territorial. Pero dejemos de decir fe¨ªsmo de una vez, digamos corrupci¨®n pol¨ªtica y urban¨ªstica. Todo ese paisaje lastimado es nuestro patrimonio, lo que nos han legado y lo que nosotros mismos hemos construido. Pero ahora seguimos a ello.
A¨²n nos quedan pedazos de territorio maravillosos, el trabajo no est¨¢ completo. Nos quedan trozos de Courel; hay que autorizar nuevas canteras. Nos quedan pedazos de costa; hay que plantar granjas de rodaballo sobre los parajes de Baro?a, Agui?o, Camelle, Corrubedo... En la r¨ªa de Ferrol autorizamos el pelotazo urban¨ªstico y la animalada que empeque?ece a la celulosa en la de Pontevedra. Vamos bien, seguimos a ello.
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