Cuando los militares deciden la pol¨ªtica
Muchas zonas de guerra actuales -como Afganist¨¢n, Etiop¨ªa, Ir¨¢n, Irak, Pakist¨¢n, Somalia y Sud¨¢n- tienen unos problemas comunes que constituyen las ra¨ªces de sus conflictos. Son tierras pobres, golpeadas repetidamente por desastres naturales y con unas poblaciones en r¨¢pido aumento, que estiran al m¨¢ximo la capacidad de cada uno de esos pa¨ªses de alimentar a sus habitantes. En todos los casos, la proporci¨®n de j¨®venes es muy alta.
La ¨²nica forma de resolver todos estos problemas es un desarrollo econ¨®mico sostenible a largo plazo. Sin embargo, Estados Unidos insiste en ocuparse de los s¨ªntomas, y no de los aut¨¦nticos males, cuando afronta cada uno de esos conflictos con medios militares. Respalda al Ej¨¦rcito et¨ªope en Somalia. Ocupa Irak y Afganist¨¢n. Amenaza con bombardear Ir¨¢n. Apoya la dictadura militar en Pakist¨¢n. Ninguna de esas acciones militares aborda los problemas que causaron el conflicto. Al contrario, las pol¨ªticas estadounidenses suelen inflamar la situaci¨®n, en vez de resolverla.
La acci¨®n exterior de EE UU es tan poco eficaz porque est¨¢ dirigida por y para el Pent¨¢gono
Una y otra vez, esta estrategia militar acaba volvi¨¦ndose en contra de Estados Unidos. Washington apoy¨® al Sah de Ir¨¢n con el env¨ªo masivo de un armamento que cay¨® en manos del Gobierno revolucionario a partir de 1979. Despu¨¦s, los estadounidenses apoyaron a Sadam Husein cuando ¨¦ste atac¨® Ir¨¢n, hasta que, al final, fueron ellos los que atacaron a Sadam. Estados Unidos ayud¨® a Osama Bin Laden en Afganist¨¢n durante la guerra contra los sovi¨¦ticos, y acab¨® teniendo que luchar contra ¨¦l. Desde 2001, Estados Unidos ha respaldado a Pervez Musharraf en Pakist¨¢n y le ha entregado ayuda por valor de m¨¢s de 10.000 millones de d¨®lares, y ahora se encuentra ante un r¨¦gimen altamente inestable.
La pol¨ªtica exterior estadounidense es tan poco eficaz porque son los militares los que mandan en ella. Incluso el intento de reconstrucci¨®n de Irak tras la guerra lo dirigi¨® el Pent¨¢gono.
El presupuesto militar estadounidense domina todo lo relacionado con la pol¨ªtica exterior. Si se suman los presupuestos del Pent¨¢gono, las guerras de Irak y Afganist¨¢n, el Departamento de Seguridad Interior, los programas de armas nucleares y las operaciones de ayuda militar del Departamento de Estado, Estados Unidos gastar¨¢ este a?o aproximadamente 800.000 millones de d¨®lares en seguridad, frente a menos de 20.000 millones en desarrollo econ¨®mico.
En un impresionante art¨ªculo sobre la ayuda a Pakist¨¢n durante la Administraci¨®n de Bush, Craig Cohen y Derek Chollet han hecho patente lo desastrosa que es esta estrategia militarizada (y ese art¨ªculo est¨¢ escrito antes de las ¨²ltimas medidas emprendidas por el tambaleante r¨¦gimen de Musharraf). Demuestran que, pese a los enormes problemas de Pakist¨¢n en lo relativo a la pobreza, la poblaci¨®n y el medio ambiente, el 75% de los 10.000 millones de d¨®lares de ayuda estadounidense se ha destinado al Ej¨¦rcito paquistan¨ª, en teor¨ªa como pago por su contribuci¨®n a la "guerra contra el terror".
Los autores advierten que "la direcci¨®n estrat¨¦gica para Pakist¨¢n la decidi¨® un estrecho c¨ªrculo de altos cargos del Gobierno de Bush, y se ha centrado, sobre todo, en el esfuerzo de guerra, en vez de la situaci¨®n interna del pa¨ªs". Subrayan asimismo que "la cooperaci¨®n de Estados Unidos con Pakist¨¢n est¨¢ muy militarizada y muy centralizada, y es muy poco lo que llega a la gran mayor¨ªa de paquistan¨ªes".
Esta militarizaci¨®n est¨¢ empujando al mundo a una espiral de violencia y conflicto. Cada nuevo sistema de armamento que Estados Unidos "vende" o regala a una zona de Oriente Medio o ?frica aumenta las probabilidades de guerra y golpes militares, as¨ª como la posibilidad de que esas armas acaben siendo utilizadas contra los propios estadounidenses. Y, por supuesto, nada de todo eso ayuda a resolver los problemas fundamentales de pobreza, mortalidad infantil, escasez de agua y falta de medios para vivir que aquejan a lugares como la provincia de la frontera nordeste de Pakist¨¢n, la regi¨®n sudanesa de Darfur o Somalia. Son lugares repletos de gente que sufre cada vez m¨¢s las presiones de la falta de lluvias y el deterioro de las tierras de pasto. Y, como es natural, muchos se unen a causas radicales.
El Gobierno de Bush no comprende esos problemas demogr¨¢ficos y ambientales, no se da cuenta de que los 800.000 millones de d¨®lares destinados a la seguridad no sirven para irrigar Afganist¨¢n, Pakist¨¢n, Sud¨¢n ni Somalia ni, por tanto, para contribuir a la paz.
S¨®lo ser¨¢ posible tener un mundo m¨¢s pac¨ªfico cuando los estadounidenses y otros empiecen a ver las cosas a trav¨¦s de los ojos de sus supuestos enemigos y a darse cuenta de que los conflictos actuales, nacidos de la desesperaci¨®n y la impotencia, pueden resolverse mediante el desarrollo econ¨®mico, y no con guerras. Tendremos paz cuando hagamos caso de las palabras del presidente John F. Kennedy, que dijo pocos meses antes de su muerte: "A fin de cuentas, lo que de verdad tenemos en com¨²n es que todos vivimos en este peque?o planeta. Todos respiramos el mismo aire. Todos queremos proteger el futuro de nuestros hijos. Y todos somos mortales".
? Project Syndicate, 2007.
Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia.
Jeffrey Sachs es catedr¨¢tico de Econom¨ªa y director del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia.
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