Los etarras de Capbreton formaban un 'comando' listo para matar en Espa?a
Los investigadores creen que los guardias se toparon con un jefe de la banda
La muerte de uno salv¨® la vida de otros. Los terroristas que mataron a Ra¨²l Centeno y casi a Fernando Trapero llevaban en el coche en el que huyeron de Capbreton, al sur de Francia, material para fabricar bombas lapa, temporizadores, detonadores y una cantidad de explosivo cloratita que no ha sido detallada por las fuentes del Ministerio del Interior que informaron ayer del hallazgo. Es decir, que los tres etarras formaban parte de un comando operativo que iba a entrar en Espa?a para atentar. Al menos uno de los tres era un miembro relevante de ETA, de su c¨²pula, lo que motiv¨® que los agentes lo identificaran y, tambi¨¦n, que tomara la decisi¨®n de disparar y matar en Francia.
Un d¨ªa despu¨¦s del atentado, nuevos datos permiten reconstruir algo mejor la escena, la secuencia del crimen. Los dos guardias del Grupo de Apoyo Operativo (GAO) entraron charlando en la cafeter¨ªa Les Ecureuilles, de tama?o reducido y con pocas mesas. Dentro ya estaban sentados los tres etarras, probablemente celebrando una cita de entrega de material e instrucciones. Posiblemente eran parte del objetivo que el operativo en la zona montaba.
Los agentes se sentaron en una de las mesas, casi pegados a los terroristas, que tambi¨¦n hablaban en espa?ol. Los guardias reconocieron a uno de sus enemigos habituales. Seg¨²n las declaraciones del camarero, uno de los dos funcionarios espa?oles se levant¨® de la mesa y le pregunt¨® si conoc¨ªa a alguno de los sentados al lado. No, no los hab¨ªa visto en su vida.
Centeno y Trapero no llegaron a tomar nada. Se levantaron de la mesa y se dirigieron hacia la salida. Los terroristas debieron percibir algo. Quiz¨¢s un gesto extra?o, una forma disimulada de transmitirse una sospecha. ETA vive una aut¨¦ntica paranoia de seguimiento, como demuestran los documentos sobre medidas de seguridad intervenidos en las ¨²ltimas operaciones antiterroristas. Si los guardias reconocieron a uno o m¨¢s etarras, s¨®lo quiere decir que sus caras eran conocidas. O muy conocidas.
Si era un jefe de la banda, posiblemente del aparato militar, como sospechan los investigadores, eso explicar¨ªa que tomaran la decisi¨®n temeraria de matar en Francia, una acci¨®n que "un pringadillo seguramente no har¨ªa por su cuenta y riesgo", se?alan mandos antiterroristas. Algunos de ¨¦stos especulan que el reconocido por los dos agentes tiroteados pudiera ser Garikoitz Aspiazu Rubina, Txeroki. De hecho, la operaci¨®n en la que participaban los funcionarios espa?oles era, precisamente, contra la c¨²pula de la banda.
Los etarras del bar siguieron los pasos de los guardias cuando se marchaban para avisar a sus compa?eros. Luego, los datos son m¨¢s imprecisos sobre lo ocurrido en la calle. Los terroristas dieron algunas voces. Los investigadores sospechan que hicieron alg¨²n tipo de pregunta o lanzaron alguna frase para confirmar que los que iban delante de ellos eran guardias. Uno de los agentes fue tiroteado por la espalda cuando estaba mont¨¢ndose en el coche. Al otro le dispararon de frente, hasta vaciar todo un cargador sobre su cuerpo.
Dos hombres de 30 a?os
La precipitaci¨®n en la huida abona la tesis de que se trat¨® de un encuentro casual. Los tres salieron a toda velocidad en un solo veh¨ªculo y se vieron obligados a robar otro, pistola en mano, en el que viajaban una mujer y su hija. Luego, dejaron a la mujer atada a un ¨¢rbol, con su hija cerca. Antes le preguntaron sobre direcciones a tomar. De su declaraci¨®n a la polic¨ªa s¨®lo ha trascendido, de momento, que los terroristas eran dos hombres de entre 30 y 35 a?os.
Los investigadores analizan el coche utilizado al inicio de la huida y conf¨ªan en hallar el segundo. El primero hab¨ªa sido robado en julio en el centro de Francia y portaba placas de matr¨ªcula falsas. En el interior, los etarras hab¨ªan colocado un dispositivo con explosivos para incendiar el coche y borrar huellas, que no llegaron a utilizar. Estos datos llevan a Interior a asegurar que los asesinos formaban parte de un comando que iba a entrar a Espa?a para atentar, una tesis que no es incompatible con que alguno de ellos fueran de la c¨²pula militar de ETA y que asistieran a una cita de seguridad con un comando para entrar a Espa?a. Txeroki, por ejemplo, suele mantener este tipo de citas con los terroristas que van perpetrar un atentado.
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