La cama de Lorca
Una reciente fotograf¨ªa de Gilbert and George en la cama del poeta en la Huerta de San Vicente es el primer aldabonazo de un encuentro de arte contempor¨¢neo en Granada, un peculiar y discutible homenaje
Cocinas, aparadores, enseres, comedores, ?y la cama? ?Qu¨¦ hacemos de la cama, ese animal de cuatro patas, origen y fin de la vida? Quisiera recordar, sirvi¨¦ndome de mi vacilante memoria, la cama de la madre del Yiyo, el torero que muri¨® en 1985 el 30 de agosto, en Colmenar Viejo. El torero que muri¨® sin que se diera cuenta, casi cuando la lid hab¨ªa terminado y el toro Burlero desangrado entraba en agon¨ªa. El Yiyo mir¨® hacia el frente y un cornal¨®n tard¨ªo se le acerc¨® al coraz¨®n y se lo parti¨® en dos, como un libro. El Yiyo muerto, recompuesto, arreglado, vestido de luces y con las zapatillas puestas. All¨ª en la cama de la madre, del lado izquierdo. En la cama donde probablemente fue engendrado. ?De qu¨¦ lado reposa o se agita el hombre en una cama matrimonial? ?A la derecha o a la izquierda? Nadie sabe darme raz¨®n. Al lado izquierdo reposa El Yiyo y junto a ¨¦l todo el dolor del mundo. Tendida en la cama, ya sin l¨¢grimas, la madre. Nunca jam¨¢s en una "fotograf¨ªa espa?ola" vi tanto dolor ni tanta oscuridad ni tanta pasi¨®n. La madre del torero descansa viva para olvidar al lado de su hijo lo que no podr¨¢ olvidar jam¨¢s, porque el hijo ya est¨¢ muerto y vestido con el traje de torear, color azul marino y oro.
Me parece bella y austera, cubierta por una colcha de ganchillo hecha seguramente a mano
Lo ¨²nico que me molesta de esta 'performance' es que no se quitaran los zapatos
La seudovanguardia art¨ªstica tiene tambi¨¦n su cama, pero confortable, divertida, nueva, diferente, desdramatizada, amable, internacional y a veces con colch¨®n de agua. La casa museo de Federico Garc¨ªa Lorca en Granada se convierte en epicentro del arte internacional. Todo est¨¢ ya preparado para la apuesta radical e inteligente. Lo contempor¨¢neo, lo de hoy dando luz nueva a uno de los m¨¢s altos poetas del siglo XX.
Algunas camas son de piedra, como en el corrido; y cuando no hay camas a mano ocurre que es necesario invent¨¢rselas. Cuando Van Gogh se descerraj¨® un tiro entre las mieses que rodeaban Auvers-sur-Oise, bajo el vuelo protector de cuervos amenazantes que quer¨ªan picotear el trigo o comerse los cuadros frescos apoyados en sus caballetes, lo llevaron moribundo al hotel de aquel pueblo. Al casi cad¨¢ver con las botas puestas lo extendieron para que muriera horizontal, sobre el tapiz verde de una pueblerina mesa de billar, las bolas y los tacos arrinconados para hacerle sitio. Tambi¨¦n a Buenaventura Durruti lo extendieron sobre una mesa de una casa aristocr¨¢tica de Madrid, con los pies enfundados en sus botas embarradas, apenas secas del lodo de la batalla. Tambi¨¦n muri¨® Kid Tunero sobre la colchoneta de un gimnasio.
Hans Ulrich Obrist, comisario internacional a quien no tengo la fortuna de conocer, ha ampliado el paisaje de sus actividades con una novedosa propuesta impulsada por la Fundaci¨®n Garc¨ªa Lorca y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC): llevar el arte contempor¨¢neo a Granada, este rinc¨®n del mundo.
Everstill es el t¨ªtulo de la propuesta -"apuesta", dice Obrist- que ha dedicado a Lorca: "Lorca ha sido un inspirador de tantas cosas". "No puede haber mejor sitio en el planeta para reflexionar sobre las relaciones entre arte y literatura que su casa".
Veo la cama de Lorca. No me la imaginaba as¨ª, pues nunca tuve la ocasi¨®n de visitar su casa de la Huerta de San Vicente. Me parece bella y austera, cubierta por una colcha de ganchillo seguramente hecha a mano, presidida por la imagen de una Macarena. Las cuatro patas est¨¢n apoyadas sobre un azulejo (blanco, negro, gris y rojo) quiz¨¢s andaluz.
Estos dos tontitos de Gilbert and George, estos dos artistas bastante pesaditos de un solo cuadro, de una sola cristalera, de ninguna manera quieren jubilarse. Son como esas dos t¨ªas que tenemos todos y que ya viejas no se deciden a separarse despu¨¦s de haberse soportado a?os y a?os en una soledad impensable. Estas dos simp¨¢ticas actrices del cine mudo, que por supuesto tienen pasaporte brit¨¢nico, se meten en la cama de Garc¨ªa Lorca, sin quitarse los zapatos. Ellos nunca morir¨¢n con las botas puestas como el general Custer-Lorca. Hacen performance de un objeto donde el poeta debiera de haber muerto de muerte natural. Hacen performance de la cama que el poeta estuvo obligado a abandonar para refugiarse, llorando de miedo ¨¦l, en casa de sus amigos los Rosales, y terminar fusilado en una fosa al lado de dos banderilleros y de un maestro de escuela cojo.
No ser¨¦ yo el que me preocupe por esta nueva y vanguardista incursi¨®n en el mal gusto. No tengo ni estatuto ni derecho a juzgar lo que los herederos decidan sobre el destino y la imagen del poeta. Y no porque considere que la "provocaci¨®n bolivarista" de los dos jubilados de la aparente modernidad haya profanado con sus zapatos ingleses de rebajas la cama del poeta, desde la que sali¨® para ser asesinado. Me pregunto si el poeta hubiera sabido que levant¨¢ndose de esa cama iba directamente a la muerte, se hubiera levantado, hubiera posado sus dos pies helados de miedo sobre el azulejo andaluz.
En realidad, lo ¨²nico que me molesta de esta performance, de este in bed with Lorca, es que esos todoterreno brit¨¢nicos no se quitaran los zapatos, aunque se descubriera que los calcetines llevaban tomates, como si estuviesen llenos de termitas. Zapatones adecuados para la niebla de Londres y desaconsejables para el todav¨ªa mef¨ªtico clima de Granada. Anteriormente a "?qui¨¦n se acuesta primero?, ?a qui¨¦n le toca el lado de la pared", Gilbert and George se fotografiaron en la cocina del poeta -hab¨ªa tambi¨¦n que ocupar la cocina del poeta-, y yo de cocinas entiendo. Se fotografiaron dos tontitos, irresponsables y satisfechos, ante tres perolas de la Residencia de Estudiantes, abolladas pero todav¨ªa dignas.
Parece ser que, entre otros, se ha agregado a este sospechoso homenaje Cy Twombly, que tuvo el gusto de nunca salir de su casa de Roma en Via Monferrato, no lejos de la que alquilaron Mar¨ªa Luisa Le¨®n y Rafael Alberti durante su exilio romano y casi enfrente de la que alquil¨¦ yo en aquel invierno de 1961. Yo sab¨ªa, mirando de mis ventanas a las suyas, que Cy Twombly nunca sal¨ªa de su casa. En realidad nunca le vi. Por salir, ni siquiera se aventuraba a su terraza. Imagino que tampoco debi¨® aventurarse m¨¢s abajo de Despe?aperros. Conoc¨ªa a R¨®mulo y Remo, porque eran de casa, pero creo que nada m¨¢s, aunque, a¨²n le doy cr¨¦dito porque estoy seguro que era lo suyo, conoc¨ªa los cantos pisanos escritos por Ezra Pound desde su prisi¨®n italiana, encarcelado por haber dicho tonter¨ªas sobre Mussolini. Es triste que un poeta magn¨ªfico termine en la c¨¢rcel por su simpat¨ªa por un cretino como Benito. Las v¨ªas del Se?or son insondables.
Seg¨²n parece, algunos intervinientes en este homenaje de la Huerta de San Vicente tienen las ideas claras de c¨®mo homenajear al poeta. Por ejemplo, Tacita Dean, que no es de M¨¢laga, por lo de t¨¢cita se entiende, "enviar¨¢ postales de Cadaqu¨¦s cada d¨ªa de la exposici¨®n", asegura Obrist. As¨ª evocar¨¢ la intensa aventura creativa que mantuvieron ambos desde que se conocieron en la Residencia de Estudiantes de Madrid. David Bestu¨¦ y Marc Vives han ideado unos t¨ªteres para un teatrito que instalar¨¢n bajo la cama del poeta. ?Y la m¨²sica? La m¨²sica la pone Enrique Morente, que tambi¨¦n pasar¨¢ por debajo (?qu¨¦ obsesi¨®n!) de la cama de Federico.
Me pregunto qui¨¦n no se ha emocionado en su vida ante el asesinato de Garc¨ªa Lorca o el Diario de Ana Frank. Me he sentido siempre, y es un decir, m¨¢s cerca de Lorca que de Hern¨¢ndez, aunque lo de Hern¨¢ndez tambi¨¦n tiene lo suyo.
En 1969, en Mil¨¢n, pint¨¦ al ¨®leo cinco cuadros evocando el crimen de V¨ªznar. En cada cuadro pint¨¦ una bicicleta, un veloc¨ªpedo salvador. ?Por qu¨¦ el poeta no cogi¨® esa bicicleta salvadora en lugar de refugiarse en aquella trampa que fue la casa de los Rosales? Otro objeto m¨¢s: aparadores, cocinas, comedores, camas, bicicletas.
Eduardo Arroyo es pintor.
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