El orate

Traidor", entre otras lindezas, le llamaron a Zapatero este domingo. Los insultos parten de se?ores de la tercera edad vistiendo boina y blandiendo bast¨®n, junto a enga?osas abuelitas en abrigos de pieles, con un aspecto que uno dir¨ªa de respetable anciana, pero que r¨¢pidamente se transforman en arp¨ªas cuando pasa a su lado alg¨²n representante reconocible del PSOE. Salen de casa, tras el cafelito con leche, pinchazo en vena de la radio de los obispos y pastilla para la tensi¨®n, decididos a gritar que este pa¨ªs es un asco y qu¨¦ bien viv¨ªamos con Franco. Aquellos tiempos tan apacibles, que dice Mayor Oreja.

Pero al orate de las ma?anas de la Cope, embudo en la cabeza, ojos extraviados y lengua de trav¨¦s, como en los tebeos de nuestra infancia, le parec¨ªan el lunes pocos estos insultos. Tras unas bromas gracios¨ªsimas a costa del guardia civil muerto y su compa?ero en coma, dec¨ªa que esos insultos son "la d¨¦cima parte de lo que se merecen".

Y por qu¨¦ se merece Zapatero diez veces m¨¢s insultos? Respuesta: "Porque el presidente es el socio pol¨ªtico de una banda asesina que persigue a las v¨ªctimas". O bien, porque "ETA tiene cogido a Zapatero por los vagones", en referencia al 11-M. Insatisfecho, el bestia remat¨® as¨ª la faena: "La manifestaci¨®n de ma?ana [por unitaria] es una basura. Me da asco y me da verg¨¹enza".

Llegados a este punto, el chiflado al que tanto cuidan y quieren los se?ores cardenales, arzobispos y obispos, sale en ayuda de los vociferantes. Y entonces saca su propia bater¨ªa de insultos, que ofrece gratis a los amables ancianitos para cuando se encuentren frente a un socialista. Pueden utilizar, por ejemplo, "gentuza", "cobardes" o "miserables". En este precipitado, el majareta apenas si ha ocupado diez minutos. Todav¨ªa le quedan casi seis horas de verborrea fren¨¦tica.

Pero es que ese lunes los mismos gamberros le llamaron "maric¨®n" a Pedro Zerolo. El martes les rega?aba el chiflado: "Han hecho un hombre a Zerolo, dir¨ªa, si no se lo tomara mal, que a lo mejor no le gusta el t¨¦rmino". Parece l¨ªcito que haya quien no se crea que este sujeto sea un loco, sino un miserable en santa compa?¨ªa de otra gentuza. Opini¨®n, sin duda, muy respetable.