La tarea del PNV

Las circunstancias en que se ha producido la detenci¨®n de los supuestos autores del doble crimen del pasado s¨¢bado en el sur de Francia es un indicio de la debilidad operativa de ETA. No es ya capaz de prestar auxilio a sus pistoleros en fuga, y la cooperaci¨®n entre ambos pa¨ªses es de una gran eficacia. Pero esa misma debilidad pone en primer plano el otro factor que, junto a la acci¨®n policial, consideraba fundamental Josu Jon Imaz para derrotar definitivamente al terrorismo: su deslegitimaci¨®n social; especialmente en Euskadi y por parte del nacionalismo vasco.

En su libro reci¨¦n publicado Diario de una tregua, el diputado Txiki Benegas recuerda c¨®mo tras una de las entrevistas de Ibarretxe con Otegi, en abril de 2006, ambos plantearon convocar ya la mesa de partidos, en contra del criterio de primero la paz y luego la pol¨ªtica de la resoluci¨®n del Congreso. Benegas se preguntaba si ser¨ªa una idea transmitida por Otegi al lehendakari o al rev¨¦s, pero conclu¨ªa que, en todo caso, cada vez que ambos se entrevistan, Otegi sale m¨¢s radicalizado.

La responsabilidad del nacionalismo vasco es ahora la deslegitimaci¨®n de ETA

Uno de los efectos del empe?o en llevar ante los tribunales al lehendakari por sus entrevistas con Batasuna ha sido difuminar la cr¨ªtica pol¨ªtica que esa iniciativa merece; dar tratamiento de partido legal a uno ilegal justo cuando se le trataba de convencer para que se legalizase acatando la ley, es criticable; y dar a Otegi argumentos para exigir la negociaci¨®n pol¨ªtica sin retirada previa de ETA, tambi¨¦n.

Pero en esto ¨²ltimo Ibarretxe no est¨¢ solo. Desde los tiempos de Garaikoetxea, el nacionalismo vasco viene considerando que la soluci¨®n de la cuesti¨®n terrorista y la superaci¨®n del "conflicto pol¨ªtico con el Estado" son dos caras del mismo problema. Ese conflicto se define como la falta de reconocimiento de la naci¨®n vasca, que se manifiesta en la no aceptaci¨®n de su derecho a la separaci¨®n. Y tras constatar que hay vascos que matan en nombre de ese conflicto se deduce que el fin de ETA pasa necesariamente por el reconocimiento de la autodeterminaci¨®n.

Ibarretxe, el que m¨¢s veces ha dicho que hab¨ªa que separar el problema de ETA del conflicto pol¨ªtico, es el que m¨¢s veces act¨²a y razona confundi¨¦ndolos. En un resumen de la primera formulaci¨®n de la entonces llamada propuesta de Ibarretxe, planteada seg¨²n el propio lehendakari como v¨ªa para "erradicar la violencia de ETA" definitivamente y alcanzar "la libertad plena" de los ciudadanos vascos, se enumeraban los diez puntos clave. El primero: reconocimiento jur¨ªdico de nuestra identidad nacional y del derecho de la sociedad vasca a ser consultada. El resto eran otras tantas reivindicaciones nacionalistas: relaci¨®n con Navarra, selecciones deportivas, etc.

La importancia del debate planteado por Imaz en su partido es que ha sido el primero en sacar las consecuencias ¨²ltimas de la idea, esbozada por el anterior lehendakari, Ardanza, de que lo que diferencia al nacionalismo democr¨¢tico de ETA no son s¨®lo los medios: "Sus fines no son los nuestros", dijo cuando ya hab¨ªa anunciado su renuncia a seguir en la presidencia del partido. Justific¨® su retirada por el riesgo de divisi¨®n interna que percib¨ªa. Ese riesgo se hizo patente cuando Ibarretxe recuper¨® su propuesta de consulta soberanista, ignorando el compromiso, que le record¨® Imaz en p¨²blico, de condicionarla a la ausencia de violencia y existencia de un acuerdo plural previo.

La Asamblea del PNV celebrada el pasado fin de semana opt¨® por aparcar de momento los problemas que determinaron la retirada de Imaz. Le sucede el pragm¨¢tico I?igo Urkullu, bajo el paraguas de una ponencia ambigua, capaz de amparar tanto una consulta soberanista ilegal como una reforma legal y consensuada del Estatuto de Gernika. Imaz defend¨ªa esto ¨²ltimo. El experimento de Lizarra le convenci¨® de la inutilidad del empe?o de hacer desistir a ETA asumiendo lo esencial de su programa. Una consecuencia de ese planteamiento ha sido su rechazo del frentismo y su apuesta por f¨®rmulas transversales de pacto pol¨ªtico: la reforma del Estatuto, por ejemplo, deber¨ªa contar con un apoyo no menor ni menos plural que el que tuvo el actualmente vigente. La consulta tendr¨ªa sentido para ratificar lo consensuado, no para zanjar el desacuerdo trasladando la divisi¨®n a la sociedad.

Esos argumentos de Imaz no han sido refutados o siquiera discutidos por sus rivales: se han limitado a descalificar como un "veto" (seg¨²n la terminolog¨ªa importada de Irlanda) esa exigencia de transversalidad. Una derivaci¨®n reciente de ese debate ha sido la propuesta de su antagonista interno, Joseba Egibar, de formar una coalici¨®n para las legislativas con todos los que apoyan la consulta de Ibarretxe (PNV, EA, EB-IU y Aralar). Su argumento es que una victoria de esa coalici¨®n en marzo obligar¨ªa al Gobierno a retirar su veto a la celebraci¨®n del refer¨¦ndum en octubre.

En v¨ªsperas de la Asamblea, Imaz llam¨® a desconfiar de esa f¨®rmula que "s¨®lo sirve para que nuestro proyecto quede diluido". Urkullu tambi¨¦n se distanci¨® de la propuesta, lo que podr¨ªa considerarse un s¨ªntoma de continuidad. Pero su discurso a la Asamblea incluy¨® advertencias de ruptura si de nuevo se rechazan los planteamientos de Ibarretxe. El tiempo dir¨¢ si acert¨® Imaz a supeditar la clarificaci¨®n, pendiente desde hace a?os, a la unidad. De momento, el PNV inicia una marcha neutralizada a la espera de que las elecciones de 2008 (generales en marzo y, probablemente, auton¨®micas en octubre) ofrezcan pistas que le ayuden a decantarse en un sentido u otro. Pero seg¨²n en cu¨¢l lo haga estar¨¢ cumpliendo o incumpliendo el llamamiento de Imaz al se?alar como prioridad del PNV para este periodo la deslegitimaci¨®n de ETA.