"Me indigna lo mal que se ense?a el castellano"
"S¨ª, hab¨ªamos ganado la guerra, no es verdad que la hubi¨¦ramos perdido todos, como se nos ha querido hacer creer. Y ¨¦ramos tambi¨¦n catalanes, franquistas catalanes. Es la verdad. Y la verdad, a veces, no es revolucionaria".
Esther Tusquets, de 71 a?os, cita en el Caf¨¦ de la ?pera, frente al Liceo de Barcelona. El lugar parece obvio, visto que el libro que acaba de publicar, Hab¨ªamos ganado la guerra (Bruguera), lleva en la portada una fotograf¨ªa de P¨¦rez de Rozas de una soir¨¦e lice¨ªsta de los a?os cincuenta, el Sal¨®n de los Espejos resplandeciente con caballeros de etiqueta y damas escotadas con guantes por encima del codo. Un cap¨ªtulo entero est¨¢ dedicado a este teatro, una constante en la vida de Tusquets, que se confiesa m¨¢s amante de las temporadas de ballet que de las oper¨ªsticas. Por si todo ello no bastara, aduce otra raz¨®n para justificar el lugar del encuentro: "En Barcelona no quedan caf¨¦s. S¨®lo ¨¦ste y el Bauma".
La escritora catalana describe en un nuevo libro su pasado falangista
"El Liceo es el s¨ªmbolo de una burgues¨ªa que hab¨ªa ganado la guerra y que hac¨ªa lo que le daba la gana, desde maltratar al servicio hasta conseguir todo tipo de prebendas". La memoria de Esther Tusquets abarca en este libro desde la primera infancia hasta los 18-20 a?os, cuando sufri¨® una crisis de misticismo justiciero que la llev¨® a militar en el falangismo m¨¢s ut¨®pico e izquierdista. "Mis amigos se quedaron at¨®nitos. Era un error, naturalmente, de haber habido otra guerra jam¨¢s esos falangistas se habr¨ªan puesto al lado de la izquierda. Ten¨ªa yo muy poca informaci¨®n pol¨ªtica, era muy ingenua y este libro es un libro ingenuo. Todo es como lo viv¨ª".
Una toma de conciencia. De ah¨ª a dirigir Lumen, editorial religiosa ultraconservadora que ella transform¨® en progresista a base de publicar a autores como Umberto Eco, media la vida de esta mujer fatigada. "Envejecer es horrible, una verdadera masacre, creo que eso lo dec¨ªa Thomas Bernhard. Escribiendo te quedas m¨¢s tranquilo". Escupe sapos Tusquets en su escritura, ludopat¨ªas, bulimias, errores, incertidumbres, odios, terrores, obsesiones, desamores. Un cap¨ªtulo se titula Tocando fondo: quiz¨¢ podr¨ªa valer para su obra completa. Y sin embargo, la literatura se le cuela en cada p¨¢gina, mujer lectora mucho antes que escritora. Hay, por ejemplo, un retrato de Sant Pol de Mar a principios de los a?os cincuenta tremendamente proustiano, perfumado por el bienestar y el orden, como el Vilassar de Mar de Eduardo Mendoza en Una comedia ligera. "Todo estaba en su lugar en Sant Pol, las torres de veraneo, las casetas de ba?o, los toldos de ca?izo, la zona de las sombrillas para los no habituales. Recuerdo c¨®mo se vest¨ªan y maquillaban las mujeres para ir a la estaci¨®n a recibir a sus maridos que llegaban de Barcelona los s¨¢bados".
No es f¨¢cil hacer literatura de la victoria, la ¨¦pica siempre cae del lado de la derrota. Tusquets parece hab¨¦rselo tirado todo a la espalda. "Cada vez me siento m¨¢s contenta de ser catalana, por lo poco que nos entienden fuera. Pero no soy nacionalista. Y en Catalu?a me indigna lo mal que se ense?a el castellano en las escuelas. ?ste es un pa¨ªs biling¨¹e. Pero ya le dec¨ªa que soy muy ingenua. En realidad no soy experta en nada".
Uno dir¨ªa que es experta en vivir. Y lo confirma cuando la ¨²ltima pregunta de la entrevista la pone ella al periodista: "?Juega usted al p¨®quer?". Hay que escabullirse r¨¢pido: aunque finja perderla, siempre acaba ganando la guerra.
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