Renovables
Hace s¨®lo 30 a?os era una entelequia, una fantas¨ªa inventada por quienes, oponi¨¦ndose al progreso, trataban de impedir la instalaci¨®n de centrales nucleares. Hoy representa un floreciente negocio que va a protagonizar la mayor operaci¨®n del a?o en la Bolsa espa?ola. Lo que hasta hace relativamente poco tiempo no eran sino infundadas propuestas de ecologistas que confund¨ªan sus deseos con la realidad, constituye hoy un reclamo a cuya llamada acuden ¨¢vidos los gestores de muchos fondos de inversi¨®n. Me refiero, claro est¨¢, a las denominadas energ¨ªas limpias y a la salida a Bolsa de Iberdrola Renovables que ha puesto en el mercado t¨ªtulos por un valor equivalente al 20% del capital de la sociedad.
?Cu¨¢ntas veces tuvimos que o¨ªr que sin nucleares volv¨ªamos a las cavernas?
Lo cierto es que el negocio de las energ¨ªas renovables no para de crecer. Las empresas vinculadas al sector ampl¨ªan constantemente su capacidad, a la par que sus acciones se revalorizan en el mercado burs¨¢til. Iberdrola, Elecnor, o Gamesa, han visto aumentar su cotizaci¨®n en m¨¢s de un 35% desde comienzos de a?o, si bien son otras como Solaria -revalorizada en un 90%- ¨® Fersa -en un 180%- las que se llevan la palma en este ranking. La euforia parece haberse desatado. La radio y la televisi¨®n nos anuncian a todas horas la oportunidad que se nos abre suscribiendo acciones en este boyante negocio, mientras la prensa da cuenta de los millones -de euros- que se van a embolsar los 15 miembros del consejo de administraci¨®n de Iberdrola Renovables.
Es posible que a mucha gente nada de todo esto le llame la atenci¨®n. Es m¨¢s, parece hasta cierto punto l¨®gico que, ante las amenazas al medio ambiente -que ahora todo el mundo reconoce y que cuestionan gravemente las opciones vitales de las futuras generaciones-, las empresas se hayan lanzado a buscar soluciones, y la explotaci¨®n de las energ¨ªas renovables se haya convertido en algo normal, como lo es la decisi¨®n de obligar por ley a que todas las nuevas viviendas lleven incorporada la instalaci¨®n solar t¨¦rmica. Sin embargo, para quienes tenemos cierta edad -y algo de memoria- la actual carrera empresarial por ampliar el negocio de las energ¨ªas renovables no puede sino producirnos cierto sarcasmo. ?Cu¨¢ntas veces tuvimos que o¨ªr -por parte de portavoces de las el¨¦ctricas, incluida la entonces Iberduero, o de responsables pol¨ªticos, como Garaikoetxea y Arzalluz-, que sin las nucleares volver¨ªamos inevitablemente a las cavernas, y que todo lo dem¨¢s no eran sino utop¨ªas!
Hoy, a finales de 2007, los datos de la Asociaci¨®n Empresarial E¨®lica -www.aeelolica.org-, se?alan que existe en Espa?a una potencia instalada de 12.800 megavatios s¨®lo para este tipo de energ¨ªa -el equivalente a doce reactores nucleares como el de Lemoniz- y, adem¨¢s, las previsiones de crecimiento de las renovables no hacen sino aumentar de d¨ªa en d¨ªa. De todo ello parece deducirse una moraleja: aunque existan soluciones t¨¦cnicas a los m¨²ltiples problemas que tiene planteados la humanidad, su puesta en marcha no depender¨¢ de su mayor o menor eficiencia social o ecol¨®gica, sino de su capacidad para convertirse en negocio. Y lo peor es que habr¨¢ quienes se sientan reconfortados por ello, pensando que el mercado siempre acude finalmente en nuestro auxilio y que, en consecuencia, no hay motivo alguno para la preocupaci¨®n.
Pues eso, todo el mundo a comprar renovables y a vivir, que son dos d¨ªas.
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