Cinco d¨¦cadas interminables en cuatro instant¨¢neas
1. Juan Ram¨®n mira el horizonte
En 1924, cuando se toma esta fotograf¨ªa, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, que se protege de la luz con una mano como si oteara el horizonte, est¨¢ viviendo su particular idilio con la mayor¨ªa de los poetas del veintisiete. Ven en ¨¦l un ejemplo refrescante de pasi¨®n, rigor, tenacidad y de algo que tambi¨¦n buscar¨ªan para sus propios poemas, el equilibrio entre la tradici¨®n po¨¦tica espa?ola y la necesidad de responder con energ¨ªa a los est¨ªmulos de los nuevos tiempos. Ese a?o viaja con su mujer Zenobia Camprub¨ª por primera vez a Granada, invitado por Federico Garc¨ªa Lorca, pasa por M¨¢laga, donde visita a Manuel Altolaguirre y Emilio Prados, que est¨¢n embarcados en la preparaci¨®n de sus primeras empresas editoriales conjuntas, y recibe a un entusiasta Rafael Alberti, que le lleva el manuscrito de su recientemente premiado Marinero en tierra con una extra?a mezcla de alegr¨ªa y de miedo. En el momento de la fotograf¨ªa, que est¨¢ tomada en la terraza de la casa del poeta en el n¨²mero 8 de la calle de Lista de Madrid, la actual Jos¨¦ Ortega y Gasset, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez tiene 42 a?os, lleva ocho casado con Zenobia, que han supuesto un largo periodo de estabilidad emocional, ha publicado hace dos el libro que leyeron casi todos los poetas j¨®venes, Segunda antoloj¨ªa po¨¦tica, y pasa por una ¨¦poca de creatividad intensa y concentrada que le ha ido alejando de las reuniones multitudinarias y de algunos amigos escritores de su propia generaci¨®n. Los poetas j¨®venes del momento, sin embargo, le interesan. En la colecci¨®n Biblioteca de Definici¨®n y Concordia ha publicado un a?o antes El cohete y la estrella de Jos¨¦ Bergam¨ªn y Presagios, el primer libro de poemas de Pedro Salinas. ?Hablar¨ªan ese d¨ªa de 1924 en que fue tomada la fotograf¨ªa del libro de Salinas y de la posibilidad de publicar uno de Guill¨¦n, el proyecto nunca cumplido que iba a titularse Ventolera? ?Observar¨ªa Juan Ram¨®n a Salinas y a Guill¨¦n tomando notas mentales para las caricaturas l¨ªricas que redact¨® sobre ellos? Ese d¨ªa detr¨¢s de la c¨¢mara estaba el escritor y jurista murciano Juan Guerrero Ruiz, quien durante a?os, convencido de la trascendencia del poeta, se dedic¨® a escribir, rebosante de admiraci¨®n, las conversaciones mantenidas con ¨¦l. El libro que recoge esas conversaciones -Juan Ram¨®n de viva voz- es tanto una fuente extraordinaria de informaci¨®n sobre los proyectos y las ideas del poeta, referidas en muchas ocasiones a los poetas del veintisiete, como un interesante testimonio de fidelidad sin fisuras.
2. La capilla po¨¦tica de Europa
"No me equivoco. Lo que voy a decir es verdad y est¨¢ en la conciencia de toda persona sensible. La aparici¨®n del libro La realidad y el deseo es una efem¨¦rides important¨ªsima en la gloria y el paisaje de la literatura espa?ola". Las palabras son de Federico Garc¨ªa Lorca y forman parte del sonido, que no es dif¨ªcil imaginar que ser¨ªa abundante, escuchado el 19 de abril de 1936 en el restaurante de la calle de Botoneras de Madrid donde fue tomada esta fotograf¨ªa. Fueron publicadas, junto con el resto de su intervenci¨®n, el d¨ªa 21 en el peri¨®dico El Sol y contienen un elogio de cada uno de los poetas que aparecen en la fotograf¨ªa, quienes, dice, son "quiz¨¢ la mejor capilla po¨¦tica de Europa". Cernuda, que ha elegido con La realidad y el deseo un t¨ªtulo que contiene la cifra definitiva de su mundo po¨¦tico, y que mantendr¨¢ al frente de las sucesivas ediciones de su poes¨ªa completa, est¨¢ sentado ese d¨ªa entre sus dos mejores amigas, Concha M¨¦ndez y Concha de Albornoz -oculta tras Enrique Moreno B¨¢ez-, que no s¨®lo en ese momento sino durante toda su vida le llenar¨ªan de afecto y confianza. Para la fotograf¨ªa se han levantado la escritora Mar¨ªa Teresa Le¨®n, mujer de Rafael Alberti, y significativamente todos los poetas que han acudido al homenaje, que probablemente estar¨ªan sentados juntos en el otro extremo de la mesa: Vicente Aleixandre, Garc¨ªa Lorca, Pedro Salinas, Alberti, Pablo Neruda, Jos¨¦ Bergam¨ªn, que dirige la colecci¨®n Ediciones del ?rbol donde ha sido publicado el libro, y Manuel Altolaguirre, que lo ha impreso en su casa taller de la calle de Viriato con una nueva imprenta tra¨ªda de Inglaterra. La fotograf¨ªa habla directamente de la celebraci¨®n de Cernuda como uno de los grandes poetas del grupo y de una felicidad vulnerable e irrepetible, como todas, pero cargada de un dram¨¢tico simbolismo a s¨®lo tres meses de que comenzase la matanza de la guerra y su espiral de miseria y de sangre.
3. Encuentro de exiliados
Los viejos amigos se reencuentran y agrupan. De los cinco exiliados espa?oles que aparecen en esta imagen, s¨®lo uno, Luis Cernuda, vive en Estados Unidos, como profesor en Mount Holyoke College, y est¨¢ pasando, aliviado por la compa?¨ªa, el clima y el idioma, las vacaciones de verano en M¨¦xico. Despu¨¦s de ese viaje har¨¢ todo lo posible por irse a vivir a aquel pa¨ªs. Eduardo Ugarte, que hab¨ªa trabajado estrechamente con Garc¨ªa Lorca en La Barraca y que hab¨ªa sido uno de los fundadores de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, trabaja en ese momento, julio de 1950, en la direcci¨®n de la pel¨ªcula Yo quiero ser tonta, producida por Manuel Altolaguirre. Emilio Prados pasa un periodo de tranquilidad en el que ha decidido con firmeza que su vida gira solamente en torno a la poes¨ªa. Jos¨¦ Moreno Villa est¨¢ preparando la edici¨®n de su libro de ensayos literarios Los autores como actores, que aparecer¨ªa al a?o siguiente en Fondo de Cultura Econ¨®mica, y Manuel Altolaguirre, que le pone cari?osamente una mano sobre el hombro, acaba de llegar con noticias frescas de su primer viaje a Espa?a tras la guerra, donde se ha podido encontrar con numerosos amigos que se quedaron en el pa¨ªs como Vicente Aleixandre, Gerardo Diego y D¨¢maso Alonso. Altolaguirre est¨¢ decidido a publicar, aunque no llegar¨¢ a conseguirlo, una extensa antolog¨ªa de los poetas de su generaci¨®n que deb¨ªa de titularse Litoral 1950. El d¨ªa 25 de ese mes le escribe a Gerardo Diego pidi¨¦ndole colaboraci¨®n y dibuj¨¢ndole una escena de convivencia similar a la que muestra la fotograf¨ªa: "Estamos en casa reunidos cotidianamente Moreno Villa, Luis Cernuda y yo y ahora esperamos venga a estar con nosotros Jorge Guill¨¦n, que dar¨¢ un curso en El Colegio de M¨¦xico. En esta reuni¨®n naci¨® la idea de Litoral 1950 de tan grandes proporciones".
4. Dos amigos al final de un exilio
Es el primer acto p¨²blico de Rafael Alberti en Espa?a despu¨¦s de casi cuarenta a?os de exilio. S¨®lo tres d¨ªas antes, el 27 de abril de 1977, un grupo numeroso de personas hab¨ªa recibido a Alberti y a Mar¨ªa Teresa Le¨®n en el aeropuerto de Barajas. El poeta encabeza la lista del PCE por C¨¢diz en las primeras elecciones democr¨¢ticas, que se celebrar¨¢n el 15 junio, y a la sede central de ese partido ha llegado unos d¨ªas antes un telegrama de D¨¢maso Alonso, d¨¢ndole la bienvenida y pidi¨¦ndole que le telefonee cuando tenga "un hueco". D¨¢maso es uno de los m¨¢s antiguos amigos de Alberti, pero se siente inquieto, no sabe, confesar¨¢ a?os despu¨¦s al profesor Jos¨¦ Mar¨ªa Balcells comentando esta misma fotograf¨ªa, que el viejo poeta y erudito ten¨ªa enmarcada en su despacho, c¨®mo va a reaccionar Alberti, ahora convertido en mito fulgurante y combativo de la Espa?a derrotada en la guerra.
El lugar donde se produce el encuentro, que finalmente se desarrolla con alegr¨ªa y emoci¨®n, y con una vertiginosa corriente simp¨¢tica, es la galer¨ªa Multitud, donde el poeta gaditano presenta su carpeta El Adefesio rodeado por los dibujos de una exposici¨®n antol¨®gica de Jos¨¦ Caballero. En el acto, que est¨¢ repleto de amigos, intervienen Caballero, el cantaor Jos¨¦ Menese y el propio Alberti, que lee por primera vez un poema humor¨ªstico con alusiones a algunos de los poetas del 27 titulado 'Denuestos y alabanzas rimadas en mi propio honor'. Para D¨¢maso Alonso, seg¨²n record¨® a?os m¨¢s tarde, ¨¦se fue un d¨ªa feliz.
Luis Mu?oz es poeta y fue secretario de Rafael Alberti.
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