Una furiosa espada de Damocles
Vayamos despacio, aunque la muerte en el ¨¢mbito grupero de M¨¦xico al parecer corra con gran prisa. Digamos, por principio, que el corrido tradicional m¨¢s el corrido contempor¨¢neo (l¨¦ase sobre el narco) son g¨¦neros distintos de lo que ha de entenderse por m¨²sica grupera. Los primeros cuentan historias relacionadas con el valor, la lealtad, el arrojo o el simple ajuste de cuentas, todo ello fuera del marco de la ley. La m¨²sica grupera, por su lado, tiene su ra¨ªz en un g¨¦nero distinto, llamado Pasito Duranguense, originario justamente de Durango, entidad ubicada en el centro-norte del pa¨ªs, y cuya caracter¨ªstica primordial no es el desarrollo de una l¨ªrica narrativa sino la de invitar al baile de parejas a trav¨¦s de un comp¨¢s acelerado, machac¨®n y con el refuerzo ac¨²stico de instrumentos de viento. Vale apuntar que suena tal cual si mezcl¨¢semos la cadencia del corrido con la alegre desmesura de los ritmos caribe?os como la salsa y el merengue; y que sus letras no abordan temas violentos sino amorosos o celebratorios.
Los homicidios han derivado de conflictos de cada uno de los muertos
A este ambiente grupero pertenecen las personas que en fecha muy reciente han sido asesinadas: Valent¨ªn Elizalde en 2006 y ya en el presente a?o: Zayda Pe?a (1 de diciembre), Sergio G¨®mez (4 de diciembre), Jos¨¦ Luis Aquino Lavariega (6 de diciembre). Entre ellos no hab¨ªa relaci¨®n geogr¨¢fica alguna, ni cercan¨ªa personal conocida: los uni¨® en su momento, tan s¨®lo, el haber aprovechado la m¨²sica grupera para hacerse de un p¨²blico muy cuantioso entre los mexicanos y latinos emigrantes en general, sobre todo en el sur de Estados Unidos.
Hasta donde han llegado las indagatorias de los cr¨ªmenes, en todos los casos el homicidio ha sido resultante de un conflicto personal de cada uno de los fallecidos. Los gruperos (Montez de Durango, Patrulla 81, Alacranes de Durango, entre otras muchas asociaciones m¨¢s) no reflejan la violencia que vive M¨¦xico, como s¨ª la retrata a diario el corrido contempor¨¢neo.
Desde luego que existe la tentaci¨®n de pensar que se cierne sobre los m¨²sicos gruperos una terrible guada?a, una musical espada de Damocles, si bien aventurarse por tal hip¨®tesis es no s¨®lo period¨ªsticamente equ¨ªvoco sino amarillista. Los gruperos, que son legi¨®n, se desempe?an en ambientes festivos, en tardeadas y bailes, y no se relacionan tem¨¢ticamente ni con el narcotr¨¢fico ni con otro tipo de conductas il¨ªcitas.
Por eso, la realidad es peor que la atractiva fantas¨ªa: tan s¨®lo en este 2007, seg¨²n las cifras conocidas, en M¨¦xico se han ejecutado hasta la primera semana de diciembre a 2.000 personas cercanas a la delincuencia organizada. Esos 2.000 no fueron en contra de gruperos ni de int¨¦rpretes de corrido, quienes por ahora, salvo excepciones de car¨¢cter absolutamente personal, pueden tocar y bailar en paz.
C¨¦sar G¨¹emes es periodista y escritor mexicano.
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