Fumando serr¨ªn en Gaza
Israel aumenta el asedio econ¨®mico sobre la franja palestina, en la que empeoran las condiciones de vida
En el restaurante Matouk, en el centro de Gaza, un camarero se acerca al extranjero: "?Podr¨ªa traerme desde Jerusal¨¦n dos paquetes de tabaco para los narguiles? Yo se lo pago", ruega el fumador. El Gobierno israel¨ª ha reducido el comercio de mercanc¨ªas vitales -alimentos, combustibles y medicamentos- hasta provocar situaciones dram¨¢ticas. De cualquier art¨ªculo que sea prescindible no se tiene noticia en la franja desde junio. "En vez de poner tabaco en los narguiles, la gente mezcla el t¨¦ utilizado con esencias. Muchos fuman serr¨ªn", a?ade el empleado.
La gasolina es un tesoro en la zona controlada por Ham¨¢s
El bloqueo econ¨®mico ha convertido Gaza en un lugar l¨²gubre donde los civiles luchan por subsistir y donde las estampas de la vida cotidiana son deprimentes. Un territorio en el que s¨®lo las milicias son hiperactivas, y donde los comerciantes abren sus tiendas porque da lo mismo sentarse en una banqueta a las puertas de su casa que ante las ventanas de su local.
Los cortes de luz son frecuentes, aunque todav¨ªa no ha entrado en vigor la ¨²ltima iniciativa planeada por el Ejecutivo hebreo: limitar el suministro de energ¨ªa a un territorio que sufre graves carencias desde que en junio de 2006 la aviaci¨®n israel¨ª bombardeara la ¨²nica central el¨¦ctrica. El flujo de combustibles ya se redujo dr¨¢sticamente. Hasta el domingo se recib¨ªa el 30% del di¨¦sel y las gasolinas necesarias. Desde entonces, nada. Las empresas han rechazado aceptar tan rid¨ªculas cantidades. "Hemos advertido del desastre que supone y decidido no ser c¨®mplices del asedio", asegura Mahmud Jazandar, dirigente de las compa?¨ªas del sector.
Los conductores hacen cola en las pocas estaciones que permanecen abiertas. Hay quien lo llena para conservar la gasolina como un tesoro. Nunca se sabe lo qu¨¦ puede pasar.
Omar Shaban, delegado de la ONG Oxfam, resume el panorama: "Est¨¢n circulando menos del 10% de los autom¨®viles y ya se ve a personas haciendo autostop. El transporte p¨²blico est¨¢ dejando de operar entre las ciudades de Gaza y las tarifas se han elevado hasta el 50%. Los profesores comentan que la asistencia a clase ha decrecido sustancialmente. Es muy dif¨ªcil llegar a los empleos y a las universidades". La guerra de Israel contra los fundamentalistas del movimiento Ham¨¢s que controlan la franja de Gaza contin¨²a. El precio lo paga el mill¨®n y medio de sus habitantes encerrados en 367 kil¨®metros cuadrados.
Jalil, un hombre que trabaja para una ONG italiana, explica el desplome de los salarios y sus efectos. "Si hace un a?o el sueldo medio rondaba los 300 euros, hoy miles de personas trabajan por 100. Cientos de empresas han cerrado; las materias primas no entran". Y, dada la carest¨ªa de productos b¨¢sicos, todo es m¨¢s caro que en Israel. Seg¨²n los datos aportados por la ONU, el pollo ha elevado su precio desde junio en un 40%; la harina de trigo, un 46%; el arroz, un 20%; la leche infantil, un 7%; el aceite de oliva, un 11%; los pl¨¢tanos, un 43%, y la carne, un 33%.
"Gaza es una granja de animales. ?Por qu¨¦ espera el mundo que los palestinos se comporten como d¨®ciles v¨ªctimas? ?Por qu¨¦ Europa, que ha logrado un alto nivel en materia de derechos humanos, guarda silencio? Si calla, empuja a Israel a hacer lo que hace". Quien as¨ª habla es Raji Sourani, presidente del Centro Palestino de Derechos Humanos, un cincuent¨®n que no se asoma a una mezquita. "No me agrada Ham¨¢s. Pero hay que negociar con ellos. Nos guste o no, ser¨¢n un pilar fundamental en los pr¨®ximos a?os".
La gente est¨¢ irritada con la actitud de los pa¨ªses europeos, que conocen de primera mano la cat¨¢strofe que padecen los civiles. Del Gobierno de Estados Unidos nada esperan. Aunque, parad¨®jicamente, fue Washington quien presion¨® a Israel para que permitiera la participaci¨®n de Ham¨¢s en las elecciones de enero de 2006. El ex primer ministro Ariel Sharon trag¨® a rega?adientes. Claro que nadie esperaba el triunfo de Ham¨¢s, y nadie acept¨® luego su victoria. "Nuestra democracia es una democracia de esclavos", afirma enfurecido Raji Sourani.
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