?Cohesi¨®n frente a transformaci¨®n social?
El debate de fondo sobre la cohesi¨®n social en la reciente Cumbre Iberoamericana ha quedado muy oscurecido por la polvareda planteada en torno a su incidente final. Sin embargo, en este punto radicaba la oposici¨®n frontal de Ch¨¢vez, que propon¨ªa la transformaci¨®n social como alternativa. Falso dilema, porque conseguir una mayor cohesi¨®n social supone en Latinoam¨¦rica un imprescindible esfuerzo transformador de mayor justicia social y bienestar. La cuesti¨®n de fondo es c¨®mo se construyen pol¨ªticas s¨®lidas y actuantes ante el fen¨®meno de la globalizaci¨®n, sin duda, el gran desaf¨ªo de nuestra ¨¦poca.
Para entendernos conviene partir del concepto de cohesi¨®n, que seg¨²n el Diccionario es "la acci¨®n y efecto de reunirse o adherirse las cosas entre s¨ª", tambi¨¦n las personas. La cohesi¨®n implica, pues, transformaci¨®n, pero va m¨¢s all¨¢, incluye igualdad, solidaridad y justicia, y se consigue por el esfuerzo conjunto, no por gestos populistas de arrojar a voleo unos billetes.
La Uni¨®n Europea ofrece a Am¨¦rica Latina ejemplos de avance en la cohesi¨®n
En Europa, el Tratado de Lisboa propone reforzar democracia y eficacia, aumentando la cohesi¨®n, de la Uni¨®n Europea (UE), mientras que en Am¨¦rica la situaci¨®n es m¨¢s magm¨¢tica: aumentan las zonas de librecambio en forma de tratados de libre comercio: Am¨¦rica del Norte (TLCAN), Am¨¦rica Central (TLCAC) y los bilaterales de Estados Unidos con Chile, Per¨² y Colombia, adem¨¢s de intentos de integraci¨®n subregionales como Mercosur o la Comunidad Andina. En el trasfondo, el proyecto de crear un ?rea de Libre Comercio de las Am¨¦ricas (ALCA) frente a la que se agita una Alternativa Bolivariana de las Am¨¦ricas.
Tiene inter¨¦s ver las diferencias entre ambos procesos:
- El Mercado Com¨²n, base de la Uni¨®n Europea, parti¨® de la realizaci¨®n de las cuatro libertades -de establecimiento y desplazamiento de las personas, de movimientos de bienes, servicios y capitales- mientras que una zona de librecambio se fundamenta en la libertad de movimientos de los tres ¨²ltimos, pero no de las personas. Por esa raz¨®n, no es posible edificar muros entre los pa¨ªses de la Uni¨®n aunque se puedan establecer medidas transitorias de restricci¨®n a la libertad de movimiento de trabajadores.
- En la UE existen instituciones y pol¨ªticas comunes. La Comisi¨®n tiene el monopolio de iniciativa y gestiona las competencias exclusivas m¨¢s la defensa de la competencia, para evitar poderes econ¨®micos sin control democr¨¢tico, y la pol¨ªtica comercial exterior com¨²n, lo que lleva a que la UE hable con una sola voz en la OMC. El Parlamento, elegido por sufragio universal, colegisla y aprueba el presupuesto con el Consejo de Ministros, representaci¨®n de los Estados. En la UE se elaboran pol¨ªticas comunes: as¨ª, la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n es igual para todos, mientras que en el TLCAN conviven los desarmes arancelarios mexicanos con la armada subvencionada de la Farm Bill estadounidense. Y todo bajo el ojo vigilante del Tribunal de Justicia, garante de una Uni¨®n de Derecho.
- En la UE existen pol¨ªticas regionales o sociales para conseguir una mayor cohesi¨®n econ¨®mica, social y territorial, de cuya eficacia y capacidad transformadora son testigos Espa?a, Irlanda o Portugal.
- Los procesos de adhesi¨®n a uno y otro lado del Atl¨¢ntico son muy distintos. Una cosa es firmar un tratado de libre comercio bilateralmente con EE UU, y otra negociar a partir de los criterios de Copenhague (democracia e instituciones, mercado interior, aceptaci¨®n del acervo comunitario...), que se aplican a todos por igual.
- Por ¨²ltimo, la existencia de la Uni¨®n Monetaria supone otra diferencia b¨¢sica. Frente a la integraci¨®n legal (Ecuador) o clandestina (Cuba) en el d¨®lar, el euro es una moneda gestionada por un sistema monetario federal. Tambi¨¦n frente a la imposici¨®n unilateral de los criterios de Washington funciona una Uni¨®n Econ¨®mica, todav¨ªa insatisfactoria, pero que establece grandes l¨ªneas de pol¨ªtica conjunta para conseguir objetivos comunes (empleo, formaci¨®n y desarrollo tecnol¨®gico, claves en la estrategia de Lisboa).
Cabe a?adir una diferencia m¨¢s: en el continente americano no se lleg¨® hist¨®ricamente al nivel de devastaci¨®n por guerras intestinas que hizo a los europeos cambiar el rumbo de su propia historia. Es evidente que existe una clara diferencia entre el peso m¨¢s repartido de los Estados europeos con la desproporci¨®n en el continente americano a favor de Estados Unidos. La mayor potencia de la historia es una democracia cuyo destino manifiesto la convierte en un actor pretoriano que justifica a veces el t¨ªtulo de Dangerous Nation dado por el neocon Robert Kagan, as¨ª como la alerta lanzada por David Walker, el responsable de la Government Accountability Office del Congreso estadounidense sobre la necesidad de aprender no s¨®lo del apogeo de Roma, sino tambi¨¦n de la ca¨ªda.
El Imperio Romano fue, sin duda, una gran creaci¨®n de Uni¨®n Pol¨ªtica, Econ¨®mica y Monetaria en torno a Roma, mientras que el Tratado de Lisboa mantiene el principio de la Constituci¨®n de 27 Estados iguales con sus ciudadanos tambi¨¦n iguales. Carlos Fuentes ha escrito que "para nosotros, los latinoamericanos, el ¨¦xito de un sistema federal europeo es esencial para el desarrollo democr¨¢tico". Por eso, la cohesi¨®n es un principio de progreso e igualdad con fuerza y futuro en el mundo globalizado.
Enrique Bar¨®n Crespo es eurodiputado socialista y ex presidente del Parlamento Europeo.
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