Que vuelvan los cerebros
Espa?a trata de recuperar a cient¨ªficos de val¨ªa que trabajan en otros pa¨ªses. Pero la inexistente carrera investigadora que ofrece su pa¨ªs les disuade de volver.
En las catedrales internacionales de la investigaci¨®n ofician muchos espa?oles que en 2008 recibir¨¢n nuevos cantos de sirena para retornar. Fuera encontraron los medios, el reconocimiento y la compensaci¨®n que durante a?os no ofrec¨ªa la ciencia espa?ola. Atraerlos es una fijaci¨®n del sistema desde 1992. Que el pasado octubre, el ministro de Sanidad, Bernat Soria, se dirigiese a un grupo que investiga en el Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) con esta pregunta: "?Qu¨¦ podemos hacer para que volv¨¢is a Espa?a?" significa que sigue siendo una fijaci¨®n no resuelta. En 2008 arrancar¨¢n nuevos programas, como el Miguel Servet del Instituto de Salud Carlos III, que buscan el retorno para apuntalar el a¨²n tambaleante edificio de la investigaci¨®n espa?ola.
Castresana: "Aqu¨ª un Nobel no llegar¨ªa a catedr¨¢tico si no da clases"
Quintanilla: "No se da fuga de cerebros, sino movilidad de cerebros"
?Qu¨¦ podemos hacer?, pregunt¨® el ministro. "Una carrera investigadora, esa es la madre del cordero", responde Jose Die, vicepresidente de la Federaci¨®n de J¨®venes Investigadores. "Espa?a invierte un mont¨®n de dinero en la formaci¨®n de doctores para Reino Unido y Alemania", ironiza este ingeniero agr¨®nomo, contratado para su tesis doctoral en C¨®rdoba.
No hay datos certeros sobre cu¨¢ntos espa?oles investigan en otros pa¨ªses. Entre 3.000 y 10.000, cita en un estudio el economista Pedro Aceituno. A Josep Piqu¨¦, cuando fue ministro del ramo, le llovieron en 2003 m¨¢s de 2.700 nombres en respuesta a una afirmaci¨®n temeraria: "En la actualidad existen muchos m¨¢s cient¨ªficos extranjeros trabajando en Espa?a que espa?oles en el extranjero". Sin embargo, en la Red de Investigadores en el Exterior (RedIEX), creada por el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia para "estimular la comunicaci¨®n" con los emigrados cient¨ªficos, s¨®lo se han inscrito 295 espa?oles, que campan por institutos de Nueva York, Londres, Cambridge, Par¨ªs o San Diego, entre otros.
Uno de los emigrados es el f¨ªsico Jes¨²s Puerta, que desde 2004 trabaja en el Laboratorio Europeo de F¨ªsica de Part¨ªculas (CERN) en Ginebra en un experimento asociado a la puesta en marcha del mayor acelerador de part¨ªculas del mundo, el LHC, un anillo de 27 kil¨®metros que husmear¨¢ en los secretos del universo. Se inaugurar¨¢ el pr¨®ximo a?o. Para entonces, Puerta ser¨¢ un cerebro retornado al lugar donde hizo su tesis: el Centro de Investigaciones Energ¨¦ticas, Medioambientales y Tecnol¨®gicas (Ciemat). "Vuelvo con ganas de volver, quiz¨¢ lo que me molesta del retorno es lo mal remunerada que est¨¢ la carrera cient¨ªfica despu¨¦s de muchos a?os de estudio, se abusa de que es un trabajo vocacional".
Aunque en su opini¨®n la f¨ªsica de part¨ªculas no es el patito feo ni en financiaci¨®n ni en reconocimiento, cree que el sector privado ofrece m¨¢s: "Amigos m¨ªos que se buscaron trabajos de mala manera al terminar tienen ahora su casa o su familia; yo ni me lo he podido permitir, llevamos un retraso social notable".
?l regresar¨¢ en breve con un contrato "razonable". Desde luego, no ha seguido el consejo de Javier S¨¢ez Castresana, director de la Unidad de Biolog¨ªa de Tumores Cerebrales en la Universidad de Navarra y autor de un reciente art¨ªculo titulado Diez razones para que investigadores espa?oles en el extranjero no vuelvan. Entre ellas, cita la inexistencia de una carrera cient¨ªfica -con excepci¨®n del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC)-, la falta de personal de apoyo para las tareas m¨¢s burocr¨¢ticas, la dificultad para formar un grupo investigador, la escasa financiaci¨®n b¨¢sica o el exceso de carga docente. "En nuestro pa¨ªs un premio Nobel no llegar¨ªa a catedr¨¢tico si s¨®lo hace investigaci¨®n y no da clases de alguna asignatura de licenciatura", censura.
Lo ¨²ltimo ha cambiado. En la nueva Ley de Universidades, aprobada este a?o, se permitir¨¢ por vez primera la contrataci¨®n de personal investigador sin obligarle a sacrificar ni un minuto a la ense?anza. "Con las reformas que hemos introducido vamos a resultar m¨¢s atractivos, llevamos varios a?os en el buen camino", sostiene el secretario de Estado de Universidades e Investigaci¨®n, Miguel ?ngel Quintanilla, sin que por ello oculte asuntos pendientes: el decreto para definir la carrera en los organismos p¨²blicos y la modernizaci¨®n de la ley de Ciencia, de la que fue ponente hace 21 a?os.
"Si exportamos m¨¢s de los que importamos quiere decir que formamos buenos cient¨ªficos", contrapone. "Creo que ya no se da la fuga de cerebros, se da movilidad de cerebros y eso es positivo". Quintanilla no s¨®lo aspira a recuperar a los idos, sino a captar extranjeros potentes. "Lo importante es abrir el mercado y hacer que nuestra ciencia sea internacional, cuando un pa¨ªs destaca en investigaci¨®n es atractivo para otros".
Sin embargo, parece m¨¢s f¨¢cil fichar un futbolista estrella que a un cient¨ªfico excelente, aunque para el futuro de un pa¨ªs lo primero no tenga importancia. En Espa?a se arrastraba una tradici¨®n de salarios bajos, raqu¨ªtica inversi¨®n en I+D, universidades obsesionadas con la docencia y futuro profesional con altibajos. Un pa¨ªs de ramoncajales quijotescos.
Flora de Pablo se fue en 1980 a Estados Unidos. Regres¨® en el 82. E hizo la maleta de nuevo dos a?os despu¨¦s porque la ciencia le tentaba m¨¢s que la cl¨ªnica. Durante siete a?os investig¨® sobre diabetes en los NIH (Institutos Nacionales de Salud) de Estados Unidos. "Opt¨¦ por irme para hacer investigaci¨®n, pero aquello que aqu¨ª no era posible en los ochenta , es posible hacerlo ahora", afirma la actual directora del Instituto de Salud Carlos III, el organismo del Ministerio de Sanidad y Consumo que busca la respuesta a la pregunta de Bernat Soria: "?Qu¨¦ podemos hacer para que volv¨¢is?".
Primero, averiguar cu¨¢ntos, d¨®nde y qu¨¦ hacen. Despu¨¦s, tentarles para reintegrarse en el sistema nacional de salud, aunque las convocatorias sean "siempre competitivas". "Hay que traer de vuelta a todos los que hayan desarrollado una carrera de alto nivel". De Pablo cree que el nuevo programa Miguel Servet, heredero de los contratos del Fondo de Investigaci¨®n Sanitaria (FIS), generar¨¢ "confianza en el sistema" para atraer a cient¨ªficos punteros en Medicina, Biolog¨ªa o Farmacia.
En los informes que Pedro Aceituno ha coordinado para el Centro de Estudios Financieros, que incluyen encuestas entre investigadores en el exterior, ha descubierto otras respuestas a la pregunta de Soria. "Espa?a no puede competir con los sueldos de Estados Unidos, pero s¨ª en medidas de apoyo a la familia y en reconocimiento de su trabajo". "Es tambi¨¦n una cuesti¨®n de gesti¨®n de personal", afirma.
La prueba es que algunos retornan perdiendo dinero. En 2002 la qu¨ªmica Sof¨ªa Calero D¨ªaz, distinguida con el premio a la Excelencia Marie Curie por la Comisi¨®n Europea, cobraba en Holanda el doble de lo que percibe ahora en la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla, "como contratado doctor". Tras pasar por Z¨²rich, Viena y Filadelfia, fue rescatada con el programa Ram¨®n y Cajal. "Nos ayud¨® a muchos a volver en buenas condiciones, pero el mayor fallo es la falta de previsi¨®n, no est¨¢ resultando sencilla en algunos casos la incorporaci¨®n de estos investigadores a los centros".
En 1992 se repar¨® por vez primera en la p¨¦rdida de cerebros. Se crearon entonces los contratos de reincorporaci¨®n de investigadores posdoctorales a Espa?a. Duraban tres a?os y despu¨¦s, si el proyecto no continuaba, se iban al paro. Sin m¨¢s. Hubo recontratados en otros proyectos pero tambi¨¦n renuncias a la carrera cient¨ªfica. Nadie hab¨ªa pensado en qu¨¦ hacer con el cerebro pasados los tres o, si se beneficiaba de pr¨®rroga, seis a?os. Hasta 2001, cuando naci¨® el programa Ram¨®n y Cajal, que conced¨ªa ayudas durante cinco a?os. Mejoraba el anterior, pero en 2006, al expirar los primeros contratos, aflor¨® el viejo problema.
?Qu¨¦ futuro aguardaba a los cajales? Incierto. Para despejarlo se inventaron en 2005 los contratos I3 para estabilizar investigadores de alto nivel, lo que inclu¨ªa a los cajales. Hecha la herida, se busca el remedio. Para los cr¨ªticos a¨²n se avanza a trompicones. "Investigar es una carrera de obst¨¢culos, con huecos entre una fase y otra", lamenta Jose Die. Su Federaci¨®n de J¨®venes Investigadores, muy cr¨ªtica, reclama un pacto nacional por la ciencia. Y, por vez primera, est¨¢n presionando a los partidos para que su pr¨®ximo programa electoral incluya qu¨¦ carrera investigadora defienden.
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