Derechos humanos y minas antipersona
Hoy se cumple el 59? aniversario de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resoluci¨®n 217-A, de 10 de diciembre de 1948, uno de los grandes logros de la humanidad. Entre sus muchos fines, la declaraci¨®n aspira a limitar los devastadores efectos de las guerras que asolan el mundo, introduciendo normas de civilizaci¨®n en los conflictos armados, rechazando armas letales: bombas racimo y otras de larga duraci¨®n, como las minas antipersona, que tienen una vigencia de 50 a?os de peligrosidad. El contenido de los 30 art¨ªculos de la citada declaraci¨®n constituye un monumento a la salvaguardia de lo que es m¨¢s noble del ser humano. Destacar¨ªa el art¨ªculo tercero, que textualmente dice: "Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona". En dicho precepto de derecho internacional descansan las iniciativas que hicieron posible la creaci¨®n de la Fundaci¨®n Pax.
Las minas antipersona son asesinos ocultos que esperan al incauto para matarlo o mutilarlo
La Fundaci¨®n Pax fue constituida en Barcelona para luchar contra las minas antipersona con el prop¨®sito de actuar con esp¨ªritu humanitario y de servicio en la rehabilitaci¨®n de las v¨ªctimas de dichos artefactos. Lo hace mediante intervenciones quir¨²rgicas, implantes ortop¨¦dicos y colocaci¨®n de pr¨®tesis en los menores de edad afectados, que se realizan gracias a la generosa y eficaz colaboraci¨®n del hospital de Sant Pau de Barcelona, y tambi¨¦n en el futuro con otras instituciones hospitalarias, como la Corporaci¨®n Sanitaria Parc Taul¨ª, la cl¨ªnica Quir¨®n y el hospital Sant Joan de D¨¦u. Otro anhelo de la Fundaci¨®n Pax es sensibilizar a la sociedad sobre este grave problema que conculca la Declaraci¨®n de los Derechos Humanos y las m¨¢s elementales normas de concordia y relaciones amistosas entre los pueblos. En reconocimiento de ello, el Consejo General de la Abogac¨ªa Espa?ola otorg¨® a la instituci¨®n en 2005 el Premio de Derechos Humanos por su desinteresada ayuda en la rehabilitaci¨®n de los ni?os v¨ªctimas de las minas antipersona y por su defensa de los derechos humanos.
Las minas antipersona son asesinos ocultos, silentes, despiadados, que esperan arteramente al primer incauto que tropiece con ellas para matarlo o mutilarlo. Hay m¨¢s de 165 millones de minas esparcidas por 78 pa¨ªses, las cuales causan una muerte cada 20 minutos. El pa¨ªs m¨¢s afectado por esta tr¨¢gica lista necrol¨®gica es Colombia, con tres v¨ªctimas diarias. El 30% de ellas son ni?os y ni?as que son masacrados simplemente por jugar en un monte o hacer alguna labor en el campo ajenos a los conflictos b¨¦licos de sus mayores, que murieron mucho antes de su nacimiento, o a las guerrillas de bandas armadas cultivadoras de droga.
Esta espantosa realidad de las minas antipersona, que cercena los miembros y mutila las ilusiones de miles de ni?os y ni?as, ha sido objeto de debate internacional y en 1997 se lleg¨® al compromiso, con 156 naciones firmantes de la Convenci¨®n de Ottawa, de prohibir la producci¨®n, comercio, distribuci¨®n, exportaci¨®n e implantaci¨®n de esa p¨¦rfida y letal arma. Sin embargo, como ya dijo Thomas K¨¹chenmeister, de la Asociaci¨®n Alemana de Iniciativas de Lucha contra las Minas, en declaraciones recogidas en DW-World, "40 estados han rehusado formar parte de los pa¨ªses firmantes del compromiso, entre ellos sus mayores productores y compradores"; poderosos Estados forman parte esa lista de "comerciantes del mal" que no han querido ratificar la convenci¨®n.
Para paliar los efectos de esta terrible lacra que sufre la humanidad, y hasta que llegue el esperanzado d¨ªa en el que desaparezca para siempre, la Fundaci¨®n Pax, junto con otras instituciones comprometidas en la tarea, seguir¨¢ trabajando para conseguir la adhesi¨®n de los estados no firmantes de la Convenci¨®n de Ottawa y prestar¨¢ su desinteresado servicio humanitario a las v¨ªctimas para ayudarlas a integrarse en el seno de la sociedad como personas en plenitud de sus derechos humanos.
Juan Alberto Valls Jov¨¦ es presidente de la Fundaci¨®n Pax.
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