Una Espa?a global
Ni la Espa?a perdida, ni la M¨¢ter Tenebrarum, ni la tragedia noventayochista, ni la Espa?a de la rabia y de la idea, ni la Espa?a orteguiana, ni las dos Espa?as machadianas, ni la b¨¢rbara Espa?a escindida en una org¨ªa de sangre en nuestra Guerra Civil y sometida despu¨¦s a la dictadura, ni la Espa?a negra (salvo la de Goya en sus pinturas), ni la Espa?a que devora a sus hijos, ni la Espa?a emigrante, ni la Espa?a rota, ni la Espa?a balcanizada, ni la Espa?a traicionada por su leg¨ªtimo Gobierno y entregada a los dictados tir¨¢nicos de la banda terrorista ETA que ha profetizado durante la actual legislatura el Partido Popular, cometiendo el mayor error de su historia, un error contra el Gobierno, las instituciones y el Estado. Nada de todo ello es cierto y coincide con la Espa?a real, la Espa?a de los espa?oles, la Espa?a global y globalizada, abierta al mundo y parte de sus problemas y de su soluci¨®n: la Espa?a democr¨¢tica del siglo XXI.
Espa?a no se ha roto, ha juzgado el 11-M y ha recuperado su papel en Europa y el mundo
Espa?a es hoy un pa¨ªs normal de la Uni¨®n Europea, un pa¨ªs plenamente occidental, absolutamente democr¨¢tico y con una econom¨ªa razonable. Pero, eso s¨ª, con un ambiente pol¨ªtico que no se corresponde con la realidad vivida a diario por los espa?oles, un ambiente pol¨ªtico irrespirable, con atisbos melodram¨¢ticos diarios, con una oposici¨®n que, con tal de acceder de nuevo al Gobierno, no tiene decoro alguno en derruir la credibilidad de instituciones claves de la democracia como el Tribunal Constitucional y en bloquear eternamente la necesaria renovaci¨®n de otras como el Consejo General del Poder Judicial.
No existe esa Espa?a sombr¨ªa, triste y de casino decimon¨®nico que se ha querido dibujar desde el PP, o mejor dicho, desde la c¨²pula actual del PP. Que se ha querido dibujar en la marejada de la sinraz¨®n y el desafuero, con los c¨¢nticos de sirena que han hecho falta, con dejaci¨®n absoluta de la responsabilidad con el Estado que debiera haber imbuido la acci¨®n de la oposici¨®n democr¨¢tica mayoritaria. Esa Espa?a no existe, repito; es fantasmagor¨ªa, psicofon¨ªa, necrol¨®gica en sepia de pol¨ªticos incapaces y de mensajes excluyentes por su arrogancia y su estulticia.
Espa?a, por el contrario, ha sabido juzgar rectamente el mayor atentado sufrido por un pa¨ªs miembro de la Uni¨®n Europea. Hoy tenemos una ejemplar condena de los atentados del 11-M, que deber¨¢ ser, ya lo es, aceptada por la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles, por todos menos por los que practican el "amarillismo" cerril, ventajista y sin escr¨²pulos.
Espa?a no se ha roto, ni lo har¨¢ nunca, porque no lo desean ni la mayor¨ªa de los espa?oles ni, en el fondo, los mism¨ªsimos nacionalistas vascos o catalanes.
Espa?a es una potencia media de la Uni¨®n Europea que ha recuperado su voz en el seno de la Uni¨®n, que ha vuelto a ocupar el lugar en el mundo que nunca debi¨® abandonar: el que defendieron los Gobiernos de Su¨¢rez, Calvo Sotelo, Felipe Gonz¨¢lez y ahora Zapatero.
Espa?a tiene problemas, claro, los que corresponden a un pa¨ªs enormemente plural, descentralizado, en el que cabe y es deseable el pacto diario en beneficio de todos; un pa¨ªs de administraciones e instituciones m¨²ltiples y distintas y de ambientes pol¨ªticos en ocasiones distantes, pero entre los que no cabe atizar la descabellada pesadilla del separatismo que han proclamado a lo largo de toda la legislatura que ahora va a terminar los separadores profesionales y los aprendices de brujo, esa gente que ni siquiera parecen respetar la Monarqu¨ªa constitucional y parlamentaria refrendada por la mayor¨ªa de los espa?oles en la Constituci¨®n y pieza ejemplar e imprescindible del encaje pol¨ªtico que posibilit¨® el tr¨¢nsito pac¨ªfico de la dictadura a la democracia.
Creo manifiestamente en el porvenir de Espa?a y de los espa?oles, como as¨ª lo manifest¨¦ en la tribuna del Congreso de los Diputados la tarde en que intervine en el debate presupuestario. Creo en una Espa?a plural, compuesta de nacionalidades y regiones, como establece la Constituci¨®n, y de cuya pluralidad, amparada constitucionalmente nace, precisamente, su unidad y permanencia. Creo en una Espa?a moderna, modernizada, liberal, europea, abierta, tolerante, din¨¢mica. Una Espa?a que no tiene miedo a los fantasmas de su pasado y que no desea que los agitadores de los mismos sigan campando por sus respetos y a los que, estoy seguro, les exigir¨¢ responsabilidades pr¨®ximamente en las urnas, que son el juicio mayor a las actitudes pol¨ªticas en nuestra consolidada democracia.
Una Espa?a que ver¨¢ en un futuro el fin del terrorismo, porque, menos los terroristas, lo anhelan todos los espa?oles, y el conjunto mayoritario del pueblo vasco tambi¨¦n, claro. Una Espa?a sin complejos que no por ello acompleja a los que se sienten diferentes y desean respeto y dignidad propios. Una Espa?a que est¨¢ presente como nunca en Am¨¦rica Latina, y lo seguir¨¢ estando por vocaci¨®n, historia e inter¨¦s democr¨¢tico. Una Espa?a europea, cabal y sensatamente razonable. La Espa?a de todos.
Joaqu¨ªn Calomarde es diputado al Congreso, adscrito al Grupo Mixto.
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