El sue?o del inconsciente
La sala de la BBK de Bilbao (Gran V¨ªa, 32) muestra 93 dibujos del pintor y poeta holand¨¦s Lubertus Jacobus Swaanswijk, de seud¨®nimo Lucebert (Amsterdam, 1924; Alkmaar, 1994), realizados entre 1957 y 1993. Esos dibujos se inscriben en la corriente de autores que han practicado un arte variopinto, desde lo expresionista e informalista, pasando por huellas surrealistas, con reminiscencias dada¨ªstas y hasta atisbos del nonsense, entre otras variaciones visionarias del gesto.
Estamos frente a un arte donde una mancha insignificante y un garabato casual pueden completar un dibujo de singular inter¨¦s. Gestados como al desd¨¦n, los resultados son sorprendentes, originales, nuevos. El punto de partida indica que no se ha buscado el sentido de la belleza tradicionalmente entendida como tal, sino que su mayor ambici¨®n consiste en que las obras puedan concebirse como algo aut¨¦ntico.
Se impone lo informal a la forma, lo l¨²dico a lo serio
?Pod¨ªa entenderse como una escritura pict¨®rica autom¨¢tica sin intervenci¨®n de c¨¢lculo alguno previo? Dej¨¦moslo como duda. S¨ª podr¨ªa hablarse, en raz¨®n a las formas multievocadoras, de un quehacer art¨ªstico que reivindica lo feo y lo que se desprecia, e incluso con la actitud de quien asume el papel que la sociedad ha marcado para el psic¨®tico irredento, el ni?o sin ahondar y el hombre indocumentado para el arte. En esa especificidad se impone lo informal a la forma, lo l¨²dico a lo serio, lo intrascendente a lo trascendente, la irrealidad a la realidad. Percibimos c¨®mo junto a una l¨ªnea vigorosa se opone una sinuosa masa ambigua, en una suerte de dibujo y desdibujo. Resumir¨ªamos como meta el compulsivo deseo por atrapar el sutil sue?o de la memoria inconsciente, lejos de la vida competencial que gira en torno a la realidad.
Sobre estas tesituras es f¨¢cil recordar a artistas muertos y vivos que lo han puesto en pr¨¢ctica. Cito primero de todos a Dubuffet; luego Karel Appel, Asger Jorn, Alechinsky, Wols, entre otros, sin olvidar a espa?oles como Saura, Gordillo y Bonifacio. Todos ellos han forjado sus mundos est¨¦ticos sin saber si ser¨ªan entendidos. Eso no obstaba para que siguieran expres¨¢ndose en la creencia de poder hacerse en alg¨²n momento. A trav¨¦s de esos impulsos -no pocas veces orgi¨¢sticos-, los creadores de esos mundos luchan, m¨¢s o menos sabedores de ello, contra la corrupci¨®n de la conciencia de la sociedad, con la certeza -esta vez sin excepci¨®n y duda alguna-, de que el arte es un constante aplazamiento e imposible de alcanzar su m¨¢ximo logro y plenitud.
En cuanto a su condici¨®n de poeta no nos ha sido facilitada muestra alguna de su arte escrito. El rasgo que ha caracterizado a los mejores poetas holandeses ha sido un sentido profundo del realismo, que procede del clima harto dif¨ªcil. Se ha dicho que en Holanda todo est¨¢ basado en el clima, al punto de condicionar su modo de vivir, lo que les inclina a la prudencia y a un acucioso sentido de previsi¨®n. No debe olvidarse que Holanda es el ¨²nico pa¨ªs en el que existe un Ministerio del Estado del Agua.
No obstante, dada la inconsciencia como fuente del arte y el paroxismo lineal trazado por Lucebert en sus dibujos a trav¨¦s de tintas y aguadas, acr¨ªlicos, bol¨ªgrafos, tizas, ceras, carboncillos y alg¨²n ¨®leo, podemos imaginarnos su poes¨ªa como el diario de un animal marino que habitara en tierra y se viera dispuesto a lanzarse a conquistar el aire. No otra cosa que lo imposible como posibilidad.
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