Educaci¨®n: el cuento de nunca acabar
Cada tres a?os la OCDE se empe?a en aguarnos la Navidad con su Informe PISA. Lo hizo en diciembre de 2001 y 2004. Ahora ha vuelto con la mala noticia de que nuestro sistema educativo sigue mal. Vivimos esperanzados durante unos a?os sin informe, convencidos de que la educaci¨®n no universitaria mejora gracias a los esfuerzos del Gobierno de turno, pero llega el aguafiestas del PISA y con el PP o con el PSOE salimos malparados. Parece que estamos en un siniestro c¨ªrculo vicioso que hace dif¨ªcil el diagn¨®stico del mal y su remedio. Por lo que valgan ah¨ª van algunas l¨ªneas de reflexi¨®n bastante obvias. Pienso que nuestros males acaso tengan que ver con estos cuatro puntos: taca?er¨ªa, penelopismo, encono y fuegos artificiales. Me explico.
Principios b¨¢sicos necesarios: m¨¢s dinero, rumbo mantenido, pacto escolar
Por taca?er¨ªa significo la astuta mezquindad en la asignaci¨®n de recursos a la educaci¨®n. Ya s¨¦ que el dinero no es todo y que no da la felicidad. Pero concedamos que algo ayuda. As¨ª, digamos que Espa?a es taca?a con su educaci¨®n. Para hablar s¨®lo de financiaci¨®n p¨²blica: si el esfuerzo educativo de Finlandia en los ¨²ltimos a?os se sit¨²a entre 6% y el 7% de su PIB ?no es l¨®gico que salga en la foto mejor que Espa?a, que se mueve sobre el 4%, sin llegar al 5% del PIB? ?Por qu¨¦ somos tan ruines en nuestra inversi¨®n educativa? La culpa debe de ser de Hacienda, por supuesto. Pero el problema es que Hacienda -como se dec¨ªa antes- somos todos y todos tenemos culpa. No nos quejemos del PISA. No maldigamos del espejo, si nuestro rostro es feo. Yo no recuerdo que en las encuestas haya aparecido nunca como preocupaci¨®n primordial de los espa?oles la educaci¨®n. Es m¨¢s, a cualquier responsable de Econom¨ªa y Hacienda, que ha de velar por el equilibrio presupuestario, aguantar el tir¨®n de ministros imaginativos y de dudosas ocurrencias arbitristas, preelectorales (o no), le resulta m¨¢s f¨¢cil cerrar el grifo en educaci¨®n antes que guillotinar gastos m¨¢s lucidos a corto y con supuesto beneficio electoral. Mejor no dar ejemplos. En cambio la educaci¨®n lo aguanta todo. Quitar o poner dinero no se nota de momento. Es m¨¢s econ¨®mico inmolar al titular de Educaci¨®n en la incineradora de residuos. Ya vendr¨¢ otro que nos repita el cuento de la buena pipa, con esas ideas suyas tan geniales y decisivas que plasmar¨¢ en su ley indefectible.
As¨ª saltamos de la astuta taca?er¨ªa al "penelopismo", o sea, al tejer y destejer. Se dice que hoy la natalidad ha descendido, al igual que la mortalidad infantil. Pero esto no cuenta para las leyes educativas. Desde 1978 la procreaci¨®n educativa fue espectacular. Es pena que ninguna ley alcanzase su mayor¨ªa de edad. Debe recordarse que, por la complejidad del sistema, unaley educativa precisa como m¨ªnimo quince o veinte a?os de maduraci¨®n para hacerse realidad. Pero aqu¨ª cada nueva ley naci¨® con sus d¨ªas contados. En 1980 se extrajo con f¨®rceps la LOECE, que no lleg¨® a cumplir sus cinco a?itos. En el 85 vio la luz la LODE, modificada por la LOPEG en el 95. Entre tanto vino al mundo la LOGSE, por ces¨¢rea, en el 90. Las tres resultaron heridas de muerte por la LOCE (2002), alanceada ¨¦sta en sus balbuceos por la flamante LOE (2006). Ser¨ªa est¨²pido decir que en nada se progres¨®. Pero el avance hubiese sido mayor si no se hubiera realizado a trompicones, haciendo eses como un beodo, o como un buque con piloto enloquecido, que da virajes continuos a babor y a estribor, mareando al personal hasta la n¨¢usea.
Todas estas leyes tan diferentes mostraron dos rasgos comunes: 1?) confesaban su intenci¨®n de corregir los disparates de la ley anterior, enfilando ya al verdadero progreso, y 2?) se aprobaron con mayor¨ªa rasposa y con una oposici¨®n enardecida dispuesta a derogar la aberraci¨®n aprobada en cuando llegare al Gobierno. Entramos as¨ª en el encono: en educaci¨®n nuestras discrepancias son encarnizadas. Discutimos a cara de perro sin prop¨®sito de pacificar, sino de enardecer a nuestras respectivas parroquias. Nadie, salvo excepciones, cede un mil¨ªmetro. En suma, pese al consenso sobre el art¨ªculo 27 de la Constituci¨®n, subsiste una enormidad de asuntos pol¨¦micos. Entre ellos, la pugna entre sector p¨²blico y privado; entre Estado y Comunidades aut¨®nomas; la existencia de controles y de itinerarios; la repetici¨®n, o no, de curso y en qu¨¦ condiciones; ense?anza laica o religiosa; disciplina en las aulas, etc¨¦tera. Pese a que de hecho se ha producido una cierta convergencia t¨¢cita, lo cierto es que no se ha cerrado un verdadero pacto escolar que nos har¨ªa mejorar de modo espectacular. Todos los que est¨¢n en minor¨ªa invocan con ardor ese pacto, pero lo olvidan cuando tienen mayor¨ªa. Es la vieja historia.
Queda, por fin, eso de los fuegos artificiales, que quiz¨¢ hayan intrigado al lector. Me refiero a ciertos elementos de distracci¨®n (o polarizaci¨®n) que se lanzan con regularidad, para que el encono no decaiga y se concentre en torno a ellos la opini¨®n p¨²blica, despistada de los principios b¨¢sicos dichos: m¨¢s dinero, rumbo mantenido, pacto escolar.
Como fuegos de artificio resultaron muy espectaculares los del festejo de las Humanidades. Quiz¨¢ ustedes recuerden la gran polvareda levantada por el asunto de la ense?anza de la historia, del lat¨ªn y del griego, de la literatura y el arte y, por supuesto, de la lengua. En realidad no era imposible el acuerdo, como se demostr¨® en la comisi¨®n con pluralidad de partidos, que yo presid¨ª y que concluy¨® en aquello de "lectura, lectura, lectura". L¨¢stima que el acuerdo de 1998 les pareciera corto a unos y excesivo a otros. Y apenas fue ¨²til para la pacificaci¨®n, porque en realidad no interesaba. No era tanto las humanidades lo que importaba sino alimentar el encono. Suma y sigue.
Ahora la pol¨¦mica se llama "ciudadan¨ªa", palabra ignorada en la ley de 2002 pero indispensable desde 2006. Est¨¢bamos ya convertidos por la LOGSE a la verdadera fe de la "transversalidad" de la educaci¨®n en valores, cuando surgi¨®, con traca, coheter¨ªa y castillo de luces, el fogonazo genial: "Educaci¨®n para la ciudadan¨ªa". Ah¨ª estaba el futuro. A juzgar por la nueva polvareda m¨¢s pareciera que se implantaba una educaci¨®n para la algarab¨ªa. Por supuesto que educar a las nuevas generaciones en los valores de la Constituci¨®n es esencial. Pero entendidos como denominador com¨²n aceptado de educaci¨®n ciudadana, con buena ejemplaridad de los mayores y sin estridencias pol¨¦micas. La pena es, que seg¨²n libros de texto que he examinado, en el nuevo invento puede caber todo: desde aprender lo que significa "estar enamorado" hasta ense?ar la "incompatibilidad esencial entre capitalismo y democracia". En realidad lo que sigue latiendo es que no se apague el rescoldo del enfrentamiento. Mientras ¨¦ste contin¨²e no habr¨¢ pacto; sin pacto la educaci¨®n seguir¨¢ a bandazos y, por supuesto, el dinero ir¨¢ a otros fines m¨¢s evidentes e inmediatos.
Entre tanto, en el 2010, volver¨¢n las golondrinas y tambi¨¦n el Informe PISA que nos evaluar¨¢ no por la ense?anza de la ciudadan¨ªa, sino por la de ciencias, matem¨¢ticas o lectura. ?Habr¨¢ entonces nuevas siglas que a?adir a la serie LOECE, LODE, LOGSE, LOPEG, LOCE y LOE? No lo descartemos. ?Tendremos mejores resultados o continuar¨¢ en cuento de nunca acabar? Est¨¢ por ver.
Juan Antonio Ortega D¨ªaz-Ambrona ha sido ministro de Educaci¨®n con UCD.
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