Las drogas, armas de destrucci¨®n masiva
El problema del consumo en los pa¨ªses desarrollados se basa en una flagrante contradicci¨®n: de una parte se persigue la oferta y al mismo tiempo se tolera la demanda, que es lo que genera su producci¨®n
Sayed comenz¨® a proyectar desde su ordenador port¨¢til decenas de fotograf¨ªas de norteamericanos connotados, eran millonarios, ejecutivos de multinacionales, pol¨ªticos republicanos y dem¨®cratas, militares, personajes de Hollywood, modelos, actores y actrices, cantantes, deportistas, periodistas, escritores, pintores, m¨²sicos, acad¨¦micos y activistas de izquierda; en fin, una muestra de quienes detentan el poder econ¨®mico, pol¨ªtico, intelectual, cultural y medi¨¢tico en los Estados Unidos. Al terminar de exponer las fotograf¨ªas, Sayed dijo: "Estos personajes, y 25 millones m¨¢s de norteamericanos, tienen algo en com¨²n, todos ellos son consumidores de alg¨²n tipo de droga ilegal".
Sayed, un bioqu¨ªmico nacido en Pashtum, una regi¨®n ubicada en la frontera entre Afganist¨¢n y Pakist¨¢n, hab¨ªa obtenido su doctorado en Francia, pero su futuro prometedor termin¨® cuando su familia muri¨® resultado de un bombardeo norteamericano. Nunca le interes¨® ni la pol¨ªtica ni la religi¨®n, pero desde ese bombardeo s¨®lo pensaba en vengarse. Hab¨ªa dictado muchas conferencias, pero ese d¨ªa disertaba en una modesta casa en su tierra natal, ante un grupo que no era ni de acad¨¦micos ni de estudiantes.
El consumo de drogas hace m¨¢s vulnerable la seguridad de los pa¨ªses ricos que el terrorismo
Son los 'narcod¨®lares' estadounidenses la mayor amenaza a la estabilidad latinoamericana
Sayed mostr¨® datos de los consumidores de drogas estadounidenses por edades, ingresos y ubicaci¨®n, explicando c¨®mo la droga flu¨ªa con rapidez desde barrios pobres controlados por delincuentes hacia zonas de clase alta. Luego proyect¨® un mapa del mundo que destacaba los pa¨ªses productores y las rutas que segu¨ªan las drogas para llegar a Estados Unidos y Europa Occidental desde Afganist¨¢n, Pakist¨¢n, Birmania, Nigeria, Marruecos, Sud¨¢n, Bolivia, Colombia, Venezuela, Guatemala, M¨¦xico y otros. Seguidamente agreg¨®: "Los pa¨ªses productores o de tr¨¢fico de drogas tienen conflictos internos, gran inseguridad, desorden, corrupci¨®n y poderosas redes delictivas. En algunos casos, EE UU tiene malas relaciones con sus Gobiernos, sin embargo su sociedad necesita de las redes criminales para abastecerse de drogas. Estas redes delictivas est¨¢n interconectadas mundialmente y a trav¨¦s de ellas se puede llevar un producto desde donde estamos reunidos hasta las casas de los personajes que present¨¦ al inicio".
Sayed concluy¨® su exposici¨®n ante el grupo de terroristas isl¨¢micos diciendo: "Los americanos est¨¢n esperando ataques at¨®micos, biol¨®gicos o atentados similares a los del 11 de septiembre, pero las drogas salen de nuestro mundo y llegan hasta el mundo de ellos sin que nadie controle su calidad. Una vez un cargamento llega a Estados Unidos, ¨¦ste se convierte en infinidad de peque?as dosis. No necesitamos bombas, s¨®lo necesitamos alterar las drogas y convertirlas en una dosis de destrucci¨®n masiva y en pocos d¨ªas les causar¨ªamos millones de muertos".
Esta historia es totalmente ficci¨®n, pero las premisas operacionales que la sustentan son completamente posibles. La intenci¨®n es dramatizar c¨®mo el consumo de drogas es ahora la mayor vulnerabilidad a la seguridad estrat¨¦gica de Estados Unidos y Europa occidental frente al terrorismo. Las drogas naturales o sint¨¦ticas salen de lugares donde dominan terroristas y/o mafias del crimen organizado en Asia, ?frica y Latinoam¨¦rica y llegan desde all¨ª a millones de consumidores. Son comunes las intoxicaciones por drogas adulteradas y hay antecedentes de envenenamiento de comestibles; quienes preparan, trafican y venden las drogas no son ni m¨¦dicos ni farmac¨¦uticos, son criminales sin escr¨²pulos. Nadie pens¨® que aviones de pasajeros pod¨ªan ser utilizados como misiles; utilizar las drogas como arma qu¨ªmica es m¨¢s f¨¢cil. Las hip¨®tesis de ataques del Pent¨¢gono, la CIA o la ficci¨®n de Hollywood palidecen frente al riesgo real de un envenenamiento masivo por drogas. En EE UU rara vez se capturan grandes cargamentos a pesar de que all¨ª se vende m¨¢s del 40% de la producci¨®n mundial.
A la base de toda esta vulnerabilidad existen unas relaciones perversas, hip¨®critas y muy peligrosas entre la sociedad estadounidense y occidental con el terrorismo y el crimen organizado. Los persiguen, pero los financian; los quieren destruir, pero los arman; los consideran despreciables, pero toman las drogas que producen.
Son los consumidores de Chicago, Londres, Par¨ªs o Madrid quienes pagan la corrupci¨®n de los polic¨ªas mexicanos, y quienes financian el terrorismo en ?frica, Asia y Colombia. Un cigarro de marihuana, unos gramos de coca o hero¨ªna, o unas pastillas de ¨¦xtasis que llegan como diversi¨®n al consumidor final, dejan en el camino miles de muertos, poblados aterrorizados, polic¨ªas convertidos en delincuentes, robos y prostituci¨®n realizados para sostener el vicio, ni?os que reciben drogas promocionales, millones de adictos incurables y guerras interminables, y en todo esto no hay nada divertido. Las drogas matan al distribuirlas y matan al consumirlas, tienen una l¨®gica homicida y suicida.
En los a?os ochenta, Estados Unidos lanz¨® una guerra contra Nicaragua supuestamente para evitar que llegaran armas a la guerrilla salvadore?a, sin embargo ahora, de las 100.000 tiendas legales de armas que posee dicho pa¨ªs, hay 12.000 en la frontera sur que abastecen a los narcotraficantes mexicanos. El Gobierno de M¨¦xico captur¨® 90.000 armas entre 1995 y 2006. S¨®lo en el ¨²ltimo a?o decomis¨® 3.300 fusiles de asalto. Los narcotraficantes podr¨ªan estar comprando unas 10.000 armas de guerra anualmente en Estados Unidos, bastante m¨¢s de lo que recib¨ªamos los guerrilleros salvadore?os. Pero no s¨®lo son armas, en Colombia le decomisaron 14 millones de d¨®lares a las FARC provenientes de la coca¨ªna, y en M¨¦xico descubrieron 205 millones provenientes de la anfetamina. La narcoguerrilla colombiana compr¨® al ex jefe de la inteligencia peruana Vladimiro Montesinos para ejecutar la m¨¢s grande operaci¨®n log¨ªstica subversiva de Latinoam¨¦rica. 10.000 fusiles provenientes de Jordania llegaron as¨ª, por v¨ªa a¨¦rea, hasta las selvas colombianas.
Son los narcod¨®lares estadounidenses la mayor amenaza a la estabilidad latinoamericana, ¨¦stos han convertido a Guatemala en un Estado fallido. Es la hero¨ªna de Afganist¨¢n lo que mantiene fuerte a Osama Bin Laden. Los planes estadounidenses de lucha contra la oferta de drogas han fracasado y creado un enorme agujero en su propia seguridad. El personal que se requiere para llevar droga clandestinamente hasta los Estados Unidos es mucho menos que el que se necesita para mercadearla en las calles.
Mientras los capos que trafican con las drogas, como Pablo Escobar, son perseguidos a muerte, las celebridades que las publicitan consumi¨¦ndolas, como la supermodelo brit¨¢nica Kate Moss, son rega?adas por la polic¨ªa, recibiendo nuevos millonarios contratos de trabajo como pena. Garantizar la oferta es delito, pero promover el consumo no. Los narcocorridos mexicanos invitando a desafiar a la muerte, y la expresi¨®n sexo, drogas y rock and roll invitando a divertirse, evidencian el absurdo de una seguridad basada en perseguir a la oferta y tolerar a la demanda. Las drogas deber¨ªan legalizarse, pero eso es imposible porque requerir¨ªa un acuerdo internacional simult¨¢neo.
La doctrina de seguridad americana considera que la principal motivaci¨®n de los insurgentes y/o terroristas es ideol¨®gica, antes era el comunismo y ahora el fanatismo islamista. Las personas comunes no caen en la violencia pol¨ªtica por ideolog¨ªa, sino por emociones; y son las personas comunes quienes dan fuerza a una insurgencia. M¨¦dicos que ganaban 200.000 d¨®lares anuales se convirtieron en hombres bomba para atacar aeropuertos brit¨¢nicos. Cuando se bombardea y ataca indiscriminadamente se multiplican el odio y las emociones, esto aumenta las posibilidades de que personas normales hagan cosas anormales. ?C¨®mo controlar¨ªa Estados Unidos un ataque terrorista que utilizara las drogas como arma de destrucci¨®n masiva? ?Podr¨ªa evitar que se introdujeran? ?Podr¨ªa evitar que llegaran a las calles? ?Podr¨ªa evitar que fueran consumidas? Por ahora ninguna de esas tres cosas es posible, s¨®lo falta entonces que los bombardeos generen un Sayed.
Joaqu¨ªn Villalobos, ex guerrillero salvadore?o, es consultor para la resoluci¨®n de conflictos internacionales.
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