En nombre del Dios vengador
La rigidez moral de los 'cristianos renacidos' se manifiesta en toda su virulencia en las Hell Houses del sur de EE UU, que exhiben sangre y violencia como en un filme 'gore'
En Estados Unidos, salir de las grandes urbes significa entrar en el desasosegante reino de Dios. La sensaci¨®n es particularmente intensa en lugares como Tejas o Colorado, donde sus ¨¢reas suburbanas consisten en un denso paisaje de autopistas flanqueadas por hileras interminables de iglesias evangelistas -abundan m¨¢s que los establecimientos de comida basura, que son multitud- desde las que se lanzan mensajes apocal¨ªpticos como El fin est¨¢ cerca o Arrepi¨¦ntete, Dios te llama.
En ese contexto creci¨® Matthew Murray, el joven responsable de la matanza de feligreses en una iglesia y en un centro de j¨®venes cristianos en Colorado Springs y Arvada (Colorado) hace una semana. Mat¨® a cuatro personas y se suicid¨®, no sin antes dejar un reguero de mensajes amenazadores online contra la estricta religi¨®n en la que fue educado.
La tem¨¢tica tradicional de las Hell Houses es sustituida por escenas de la vida real pasadas por un filtro b¨ªblico
Murray era un cristiano renacido evangelista. Dentro de esa denominaci¨®n entran unos setenta millones de estadounidenses, seg¨²n el ¨²ltimo censo. Aunque hay peque?os matices entre baptistas, miembros de las Asambleas de Dios o pentecostales, su visi¨®n del mundo es, en general, muy conservadora: rechazan el aborto, atacan la homosexualidad, condenan el sexo antes del matrimonio, niegan las teor¨ªas de la evoluci¨®n y abogan por la rigidez moral haciendo primar esa visi¨®n en sus decisiones electorales.
Su peso pol¨ªtico fue clave para le reelecci¨®n en 2004 de George Bush, perteneciente a la misma religi¨®n. De ah¨ª que los actuales candidatos se disputen con fuerza su voto con vistas a 2008. Sin embargo, la mala gesti¨®n de la guerra de Irak, el desastre de Nueva Orleans y los abusos humanitarios y legales perpetrados por la Administraci¨®n de Bush han resquebrajado la cohesi¨®n pol¨ªtica de este grupo, que ya no tiene tan claras que sus prioridades electorales sean votar republicano.
No obstante, para el sector m¨¢s fundamentalista de los cristianos renacidos, al que pertenec¨ªa Murray y contra el que se rebel¨® antes de enloquecer, asesinar y suicidarse, la defensa de ciertos valores morales parece seguir siendo el eje central de su discurso, y entre sus armas para hacer frente a la decadencia cultural destaca el fen¨®meno de las Hell Houses, tan popular en Tejas como en Colorado. Se trata de la versi¨®n cristiana de las tradicionales casas del terror, esos montajes teatrales donde el conde Dr¨¢cula y el hombre lobo matan de susto a los visitantes coincidiendo con la fiesta de Halloween.
En pueblos como Cedar Hill (Dallas), cada a?o desde hace 17, a los pies de la iglesia Trinity Church, los adolescentes de esa comunidad no se transforman en monstruos tradicionales, sino en padres que violan a sus hijas, en j¨®venes que abortan y mueren desangradas y en ni?os enloquecidos que disparan contra sus propios compa?eros de colegio.
Entre 100 y 200 parroquias construyen su versi¨®n de la Hell House anualmente -incluso se vende un kit de instrucciones por Internet precisamente desde Colorado Springs- aunque la m¨¢s veterana es la de Trinity Church, principado del pastor Tim Ferguson y por donde pasan, en apenas quince d¨ªas, unas 10.000 personas.
La tem¨¢tica tradicional de las casas del terror es sustituida por escenas de la vida real pasadas por un filtro b¨ªblico: abortar es sin¨®nimo de morir en la camilla; tomar drogas significa ir al infierno, y como cualquier estudiante puede perder los nervios y matar a sus compa?eros de clase como ocurri¨® en la Columbine High School, hay que ser creyente, no vaya a ser que te peguen un tiro y aunque seas inocente te quemes en el infierno.
Al final de este viaje hardcore, el visitante se asoma al cielo, se pasea por el infierno y finalmente le llega la oportunidad de redenci¨®n: uno de los pastores de Trinity Church invita a los asistentes a entrar a rezar en una sala y salvarse, o a escoger la puerta de los pecadores. El grupo de treinta personas con el que entr¨® EL PA?S corri¨® en masa despu¨¦s a la sala de rezos. Seg¨²n Trinity Church, el 60% de los visitantes que no son evangelistas -una minor¨ªa- acaban convirti¨¦ndose a esa religi¨®n.
"La Hell House te abre los ojos. Es una experiencia muy intensa, te muestra la realidad y te recuerda que hay que estar preparados. Nunca se sabe cu¨¢ndo te va a llegar tu hora". Melissa Ramirez, de 23 a?os y de origen mexicano, se educ¨® en una familia cat¨®lica, pero se salv¨® en su adolescencia y hoy es una de las j¨®venes que ayudan en la organizaci¨®n de la Hell House de Trinity Church, en la que se han invertido casi 40.000 d¨®lares.
Decenas de minibuses se acercan al caer la tarde hasta all¨ª previo pago de diez d¨®lares por persona. Hay gente de todas las edades, incluso ni?os de seis a?os que recibir¨¢n una dosis de 45 minutos de sangre y violencia s¨®lo comparable a una pel¨ªcula gore. "Mostrarles violencia es bueno para ellos. Son escenas sacadas de la realidad. Muchos la sufren en sus casas o la reciben a trav¨¦s de la televisi¨®n. Al menos aqu¨ª hay un mensaje: ven las consecuencias de situaciones reales y aprenden a evitarlas", sostiene el pastor Brown, que ha venido de una parroquia cercana con un grupo de adolescentes de entre 12 y 14 a?os.
Entre las estudiantes que le acompa?an est¨¢ Chastity Carter, una afroamericana menuda con rostro de ni?a y curvas de mujer que tras el viaje se declara "muy asustada". "Tengo que ser mejor persona. No quiero que estas cosas que he visto me pasen a m¨ª. No quiero ir al infierno, tiene una pinta horrible. Prefiero el cielo". Resulta dif¨ªcil creer que con s¨®lo doce a?os se sienta tan culpable. Incluso se le han escapado algunas l¨¢grimas de angustia en escenas como la del aborto. Pero ¨¦se es precisamente el efecto que buscan las Hell Houses.
El miedo es una de las herramientas mejor utilizadas por el ala m¨¢s conservadora de los evangelistas. "Nosotros nos limitamos a mostrar las consecuencias de nuestras elecciones. Pero ofrecemos la posibilidad de salvaci¨®n", afirma el pastor Tim Ferguson, un hombre de rostro severo y discurso compacto que acusa a quienes no profesan su religi¨®n de no comprenderla. Pero resulta dif¨ªcil no comparar su interpretaci¨®n literal de la Biblia con la que los extremistas musulmanes hacen del Cor¨¢n. "En el Nuevo Testamento est¨¢ presente la pena de muerte. Dios mataba. Hay cosas muy radicales en la Biblia, no es todo paz y amor", afirma.
En la vida suburbial estadounidense, donde la oferta de ocio se limita a los centros comerciales, las iglesias son el epicentro de la vida social tanto para adultos como para j¨®venes. No s¨®lo hay misa: hay grupos de estudio, de apoyo a familias en crisis, librer¨ªa, cafeter¨ªa, guarder¨ªa, y los valores cristianos lo impregnan todo. En parroquias como la de Trinity Church, los j¨®venes aprenden a cambiar de canal si hay una escena de sexo en televisi¨®n y a evitar m¨²sica con letras profanas como las de The Rolling Stones. La presi¨®n es muy fuerte y no todos son capaces de soportarlo. Matthew Murray, el asesino de Colorado Springs, perdi¨® la cabeza en el intento. -
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