Ourense homenajea a Carlos Casares con un acto de fe en su faceta literaria
Sus admiradores recorren los lugares emblem¨¢ticos de su novela 'Ilustr¨ªsima'
Carlos Casares recibi¨® en los tres ¨²ltimos d¨ªas en Ourense el primer homenaje como escritor. Ayer, sus amigos y admiradores cerraron el simposio dedic¨¢ndole un acto lit¨²rgico-literario: un roteiro con parada y recordatorio en los lugares de la vieja Auria que dejaron huella en su vida y obra. Una especie de v¨ªa crucis a la inversa, de exaltaci¨®n gozosa, pero con sus estaciones, sus misterios, sus jaculatorias y su imprescindible acto de fe.
Ofici¨® como sacerdote el historiador y representante de la Fundaci¨®n Carlos Casares en Ourense, Marcos Valc¨¢rcel, con el Ilustr¨ªsima abierto en ambas manos y seguido de una veintena de entregados fieles que musitaban para s¨ª algo parecido a una oraci¨®n tras la lectura de cada vers¨ªculo de la novela.
La ruta comenz¨® en el Liceo, con la inauguraci¨®n de una placa recordatorio de la actividad tertuliana del escritor y de ah¨ª, los fieles partieron hacia la primera estaci¨®n, la Plaza Mayor, con parada en el Museo Arqueol¨®gico, antiguo Palacio Episcopal, que en opini¨®n de los entendidos sirvi¨® de inspiraci¨®n a la descripci¨®n de espacios y ambientes de Ilustr¨ªsima. Tras la lectura del vers¨ªculo correspondiente (en esta ocasi¨®n a cargo de su hermano Javier), la comitiva parti¨® rumbo a las pr¨®ximas calles de La Paz y Plaza do Ferro, en donde se rindi¨® culto literario a Otero Pedrayo, Vicente Risco y Xocas ante sus respectivas casas y qued¨® constancia de la devoci¨®n de Casares por el Risco escritor "al que un¨ªa un v¨ªnculo que muchos nunca entendieron" dada la posici¨®n pol¨ªtica de Risco.
El Ourense literario se concentra en estas calles, as¨ª que la siguiente parada fue ante la casa natal de Blanco Amor, en la que escribi¨® La catedral y el ni?o, frente a la redacci¨®n de la revista O t¨ªo Marcos da Portela. De ah¨ª a la Plaza do Ferro hay un suspiro, y los fieles pararon para celebrar un nuevo misterio ante la fachada de la que fue casa de Florentino Cuevillas, a quien Casares "admiraba bastante m¨¢s como escritor que como investigador".
La liturgia literaria continu¨® por las calles de Santo Domingo, en donde estaba la antigua redacci¨®n de la revista N¨®s y el despacho de Risco; Cardenal Quevedo, en la casa de los abuelos en donde naci¨® y vivi¨® Casares sus primeros cuatro a?os; el caf¨¦ Parque, sede de la tertulia de Risco; el Paseo, en donde estuvo hasta hace apenas unos a?os la librer¨ªa Tanco que regentaba desde la trastienda el poeta Ant¨®n Tovar proveyendo de libros prohibidos a los amigos, y el m¨ªtico caf¨¦ Mi?o, sede de las tertulias de Risco, Xocas, Trabazo y Jimeno, en donde los camareros respetaban como dogma la biblioteca que Casares se mont¨®, dotada con unos 20 vol¨²menes, sobre el radiador del rinc¨®n de su mesa. Parada en la originaria sede de La Regi¨®n, en donde el escritor public¨® sus primeros art¨ªculos; misterio ante la cafeter¨ªa La Mexicana, en donde com¨ªa a menudo con el fot¨®grafo Jos¨¦ Su¨¢rez y Ant¨®n Risco y, finalmente, recordatorio ante lo que fue el Cine Mary, en donde Casares organiz¨® las Xornadas de cine de las naciones y regiones. En definitiva, un ciclo por la peque?a ciudad gallega de comienzos del siglo XX retratada en Ilustr¨ªsima, en la que la llegada del cine provoca una gran convulsi¨®n.
Los fieles no se santiguaron durante esta "v¨ªa gozosa" pero reforzaron su fe en la obra de un Casares que quieren recuperar en su esencia literaria, m¨¢s all¨¢ de su gran proyecci¨®n social, que "tiende a ensombrecerla".
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