Un l¨ªder nato
Contador se concentra con el Astana, donde opone su firmeza a la incertidumbre que rodea al nombre de su equipo
Da ternura la cicatriz de Alberto Contador en la barbilla, tanta ternura, melancol¨ªa, que es imposible resistirse a la tentaci¨®n de adelantar la mano, acarici¨¢rsela y decirle "?ay, chiquillo!". Claro, ¨¦l retrocede de inmediato, r¨¢pido de reflejos, como alguien que hubiera recibido una descarga el¨¦ctrica. "?Chiquillo?", pregunta el ganador del Tour, mirada de hombre que ha visto la vida pasar deprisa por delante de sus ojos, demasiadas cosas, demasiados malos recuerdos en su memoria, voz de hombre, ronca porque tiene la garganta tomada de tanto hablar con los compa?eros cuando sale a entrenarse, valor de hombre que asume, decidido, a los 24 a?os, el liderato de un gran equipo, el desaf¨ªo de demostrar, de nuevo, que es el mejor ciclista, el herc¨²leo trabajo de devolver al ciclismo la credibilidad.
"Tres del equipo han subido al podio, pero s¨®lo uno ha ganado el Tour. ?l es el l¨ªder"
"Alberto Contador es muy maduro psicol¨®gicamente", dice Johan Bruyneel
"No se puede ser negativo. El a?o pr¨®ximo todo ir¨¢ bien", dice Contador
Bruyneel dejar¨¢ el volante del equipo en manos de Gallopin, que llega del CSC
En las escaleras del hotel en X¨¤bia, una tibia tarde de diciembre, cuando el sol que se oculta tras los pinos salpica de brillo dorado sus ojos negros, grandes, su piel oscura, a Alberto Contador, que estrena, nominalmente, equipo, le rodean viejos conocidos. A su derecha, en el cami¨®n, an¨®nimo, sin etiquetas a¨²n, limpia su Trek Faustino, el mec¨¢nico que ya le preparaba la Giant y la BH cuando se hizo ciclista grande en el ONCE, y luego en el Liberty, de Manolo Saiz; le ayudan Alejandro y Javi, otros dos mec¨¢nicos de Saiz de toda la vida. A su izquierda, aparcando la bicicleta tras uno de los primeros entrenamientos del a?o, 80 kil¨®metros para estirar las piernas por los toboganes que rodean el cabo de la Nao, Benjam¨ªn Noval, el asturiano que ya compart¨ªa habitaci¨®n el a?o pasado, el mismo gigante tranquilo y pausado que durmi¨® a su lado la noche de Pau en la que su vida cambi¨®, la noche en la que le dijeron que Rasmussen se hab¨ªa ido, que ¨¦l era el l¨ªder del Tour. Y m¨¢s all¨¢, otro asturiano veterano y conocido, Chechu Rubiera. Y sigue su entrenador, Pepe Mart¨ªn, y su m¨¦dico, Pedro Celaya, que ya le conoci¨® en el ONCE.
"Y tambi¨¦n est¨¢ del a?o pasado Levi Leipheimer, que le acompa?¨® en el podio del Tour", dice Johan Bruyneel, el director belga que le fich¨® el a?o pasado, el a?o en que Lance Armstrong, su protegido hasta entonces, no volvi¨® a la carretera. "Y tambi¨¦n se encontrar¨¢ en el equipo, en el nuevo Astana, a otro antiguo del podio del Tour, a Andreas Kl?den. S¨ª, tenemos a tres que han subido al podio, pero s¨®lo uno lo ha ganado. ?l es el l¨ªder".
El nuevo Astana. La clave es nuevo. Nada que ver con la primera versi¨®n, la que patrocin¨® a Manolo Saiz unos meses en 2006. Nada que ver con la segunda, la que se hundi¨® con Vinok¨²rov y Kasheckin el Tour pasado. Demasiados antecedentes negativos.
"Pero yo no lo veo tan complicado como lo ve todo el mundo", protesta Bruyneel, quien un par de semanas antes de aceptar "una oferta a la que no se pod¨ªa decir que no" hab¨ªa anunciado su retirada del ciclismo despu¨¦s de no encontrar un patrocinador para su Discovery. "?Pero sabes d¨®nde te metes?', me preguntaban los colegas. Y yo les respond¨ªa que s¨ª. Todo era poner las condiciones necesarias. No, yo no tengo miedo".
Bruyneel ha regresado, pero no para coger el volante. Una etapa pasada. La direcci¨®n t¨¢ctica del equipo, el control del grupo Tour, de la secci¨®n que rodeando a Contador har¨¢ el mismo calendario que el a?o pasado, correr¨¢ a cargo de Alain Gallopin, un franc¨¦s que ejerc¨ªa en el CSC de Bjarne Riis y Carlos Sastre, otro equipo con vocaci¨®n Tour. Bruyneel vuelve como m¨¢nager. Para organizar el equipo. Un conjunto que a¨²n est¨¢ en construcci¨®n. Todav¨ªa no han llegado las bicicletas nuevas, que seguir¨¢n siendo Trek Madone, ni los nuevos maillots, ni los nuevos coches, que ser¨¢n Volvo.
"Hasta mediados de enero no vendr¨¢ la nueva ropa", explica Contador, que lleva el maillot del Discovery que us¨® la temporada pasada. "Pero, de todas maneras, tendr¨ªa que seguir usando esta ropa: Discovery me paga hasta el 31 de diciembre".
No ser¨¢ cuando llegue el momento la primera vez que Alberto Contador vista un maillot azul turquesa con la palabra Astana en el pecho. Ya lo hizo fugazmente en 2006. Unos d¨ªas en julio, los suficientes para enterarse de que a su equipo no le dejar¨ªan correr el Tour; unos d¨ªas en agosto, los suficientes para sufrir un desfallecimiento en la Vuelta a Burgos que le impidi¨® debutar en la Vuelta. "No muy buenos recuerdos, no", sonr¨ªe, casi triste, el ciclista.
"Contador es muy maduro psicol¨®gicamente", subraya Bruyneel, quien a veces se asusta, o parece desbordado, por la claridad de ideas del chico de Pinto, que acaba de cumplir 25 a?os. La madurez que da haber vivido en pocos a?os las mismas experiencias, tristes, gozosas, que otras personas no viven en toda una vida. La madurez, el sentido de la responsabilidad, la autoestima, la fe en sus posibilidades, la pasi¨®n, que le permite dirigirse al periodista que duda sobre el futuro del ciclismo en los tiempos turbulentos que llegan, que le pregunta sobre el lado negro de su oficio, que le permite decirle: "Te veo muy negativo, y eso no est¨¢ bien. El ciclismo va a salir de ¨¦sta, ya ver¨¢s. El a?o que viene todo estar¨¢ mejor".
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