MAQUEROS

Son pocos, menos del 3% en el mundo computacional, pero inasequibles al desaliento. Fieles a sus ordenadores Apple, algunos desde siempre, otros conversos. Algunos se pasaron de Windows a Mac, otros han descubierto el mundo Mac despu¨¦s de enamorarse del iPod, el reproductor musical MP3 de la misma empresa, y el segundo gran invento del jefe de Apple, Steve Jobs.

Son los maqueros, una tribu muy particular, que ha vivido a veces la marginaci¨®n, cuando no el desprecio, de un planeta digital mayoritariamente pecero. Ahora, el viento sopla del lado opuesto y todo lo que sale de la factor¨ªa Apple est¨¢ tocado, per se, por el ¨¦xito y la infalibilidad. Gracias al iPod, sobre todo, se reconocen ya mayoritariamente las que desde sus inicios han sido marcas de la casa: vanguardismo, dise?o, funcionalidad. Siempre buscando la originalidad, aun a riesgo del patinazo (que los ha habido), y huyendo de la copia. La disyuntiva de Mac o Windows, mantenida desde los a?os ochenta, nunca fue s¨®lo una opci¨®n tecnol¨®gica. Siempre ha estado adornado de un tinte alternativo frente al Otro, el poderoso. Windows (Microsoft) ser¨ªa la copia, el monopolio, el ejecutivo de corbata, la Am¨¦rica corporativa; Mac ser¨ªa puro California, la bohemia cuando no el hippismo, la osad¨ªa, el encanto de ser una minor¨ªa selecta. Estas dos im¨¢genes se siguen manteniendo, aunque Apple deber¨¢ digerir las consecuencias negativas que le acarrear¨¢n el ¨¦xito masivo del iPod, hasta empezar a ser acusada de pr¨¢cticas monopol¨ªsticas por culpa de su reproductor musical o de su nuevo tel¨¦fono. ?Qui¨¦n se lo iba a decir a los sufridos maqueros!