Rajoy como s¨ªmbolo
Los gallegos con la doble condici¨®n de progenitores de ni?os escolarizados en centros p¨²blicos y seguidores de Mariano Rajoy -y en consecuencia de Alberto N¨²?ez Feij¨®o- no lo tienen f¨¢cil estos d¨ªas. Cualquiera que tenga una m¨ªnima relaci¨®n con el sistema escolar y cierta desconfianza ante las afirmaciones filiales tipo "el profesor me tiene man¨ªa" sabe que son irreales esas denuncias de persecuci¨®n al castellano que Rajoy-Feij¨®o hacen con la misma buena intenci¨®n ideol¨®gica y conocimiento de causa que quien ha hecho voto de castidad advierte de los peligros del sexo. (Y desde luego, de ser ciertas, nunca un perseguido goz¨® de tan excelente estado de forma).
No hace mucho particip¨¦ con dos colegas en una sesi¨®n del Comit¨¦ Europeo de la Carta de las lenguas regionales o minoritarias del Consejo de Europa que ten¨ªa como objetivo realizar un informe de la situaci¨®n del gallego (el idioma) en los medios de comunicaci¨®n. Mi aportaci¨®n era que, pese a los desembolsos de dinero p¨²blico, en los medios privados la situaci¨®n no es precisamente mejor que cuando no hab¨ªa tales est¨ªmulos.
La gran mayor¨ªa de los castellanohablantes est¨¢ a favor de que se ense?e y se aprenda el gallego
La vicepresidenta primera del Comit¨¦, Vesna Crnic-Grotic, una profesora croata de Derecho, despu¨¦s de escuchar con esa mezcla de atenci¨®n educada y displicencia que da la mucha pr¨¢ctica, en vez de seguir preguntando, esboz¨® una sonrisa e hizo la observaci¨®n de que si la gente no escog¨ªa los productos informativos en gallego, ser¨ªa por algo. En efecto, aduje igual de sonriente, pero el consumo de cualquier producto est¨¢ en relaci¨®n m¨¢s que directa con la inversi¨®n econ¨®mica que tiene detr¨¢s, y si consideramos ese ratio, lo gallego tiene una alt¨ªsima receptividad. Su escasa presencia tiene que ver algo m¨¢s con la ideolog¨ªa de la propiedad que con los estudios de mercado. "Yo lo que s¨¦ es que los ni?os en el colegio odian el gallego", interrumpi¨® el duelo de sonrisas otro compareciente.
El objeto del debate era el uso, pero el colega certeramente centr¨® el foco en el aprendizaje. Claro que tampoco se sabe de muchos ni?os que amen las matem¨¢ticas, y eso no les exime de aprenderlas, pero si de lo que se trata es de intentar que se manejen en el idioma propio de su pa¨ªs, quiz¨¢s fuese mejor revisar ciertas estrategias. En lo estrictamente docente, incidir m¨¢s en su uso como herramienta expresiva (y para contextos contempor¨¢neos) que en su aprendizaje filol¨®gico. Descendiendo a lo particular, convencer a algunos docentes de que los alumnos son, mientras no haya sentencia en contra, mentes abiertas a la formaci¨®n, no rehenes de la legislaci¨®n educativa necesitados de amaestramiento. Y a otros de que la mayor o menos facilidad de aprendizaje no proviene de supuestas carencias infraestructurales o de prestigio de la normativa ling¨¹¨ªstica vigente, como si los idiomas fuesen aparatos con mejor o peor resultado, tal que las lavadoras, un argumento que se us¨® ya falazmente para justificar la imposici¨®n del castellano.
Aunque parezca mentira, la ense?anza del ingl¨¦s en Estados Unidos presenta problemas similares. Seg¨²n cuenta en La autoridad y el uso del ingl¨¦s americano David Foster Wallace, que adem¨¢s de escritor es profesor, en las aulas conviven distintos lenguajes, variantes dialectales del mismo idioma en su caso, seg¨²n raza, procedencia y/o clase social.
El problema es convencer a los alumnos de la necesidad -o de la obligaci¨®n- de aprender la norma correcta est¨¢ndar, la ¨²nica que el profesor considera aceptable. Es necesario conocer varios lenguajes para manejarse en la escuela, y quien solamente use el del profesor, ser¨¢ felicitado en el aula, pero excluido en el patio, viene a decir Wallace. All¨ª pr¨¢cticamente han tirado la toalla. "Las clases de lengua inglesa hacen mucho m¨¢s para retrasar el talento dialectal que para cultivarlo", dice literalmente.
Los cambios de estrategia incluyen, sobre todo, el de la imagen. Muchos mayores de 40 a?os de procedencia rural o simplemente no estrictamente urbana tienen en su curr¨ªculo escolar bofetadas por hab¨¦rseles escapado alguna palabra en ind¨ªgena. La gran mayor¨ªa de los castellanohablantes est¨¢ a favor de que se ense?e y se aprenda la lengua gallega. Mal va la cosa cuando esta base social admite la utilizaci¨®n en los medios de la etiqueta de "imposici¨®n" asociada al gallego, por mucho que contradiga a la realidad. Quiz¨¢s fuese m¨¢s ¨²til abandonar el campo de la exigencia y resaltar las contradicciones ajenas. Mariano Rajoy, por citar a ese s¨ªmbolo emergente de lo galaico, est¨¢ en su perfecto derecho de no usarlo (el idioma). Lo que es impresentable en un personaje p¨²blico culto, en el contexto de Europa Occidental, es que no lo sepa.
sihomesi@hotmail.com
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