Evaluaci¨®n docente
Desde hace muchos a?os, la comunidad universitaria (incluida la espa?ola) se viene rigiendo por el principio de evaluaci¨®n por pares acad¨¦micos (peer evaluation): los art¨ªculos cient¨ªficos y los proyectos de investigaci¨®n son evaluados por revisores an¨®nimos (referees) de la especialidad, mientras que la promoci¨®n del profesorado es decidida por comisiones de profesores pertenecientes al ¨¢rea de conocimiento del candidato, quienes suelen desempe?ar su tarea con imparcialidad cuando su selecci¨®n es aleatoria y no a conveniencia de alg¨²n candidato.
Aprovechando la adaptaci¨®n de la universidad espa?ola al Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior (EEES), el Ministerio de Educaci¨®n ha decidido impulsar la necesaria evaluaci¨®n docente del profesorado, con la intenci¨®n de que tenga efectos econ¨®micos sustanciales, mediante el Programa Docentia de la Agencia Nacional de Evaluaci¨®n de la Calidad y Acreditaci¨®n. No hay que ser un lince para apreciar en dicho documento el rastro de los mu?idores de la malhadada reforma educativa de las ense?anzas no universitarias, cuyo fracaso siguen negando contra toda evidencia emp¨ªrica.
Aunque se trata de un documento sesgado, Docentia deja cierto margen para que las universidades dise?en su propio sistema de evaluaci¨®n. Por ejemplo, en lo concerniente a la composici¨®n de las comisiones evaluadoras, Docentia aconseja la inclusi¨®n de evaluadores externos en las mismas, pero no se pronuncia acerca de su designaci¨®n entre pares acad¨¦micos del evaluado (profesores en activo de su misma ¨¢rea o de otras afines) o entre expertos evaluadores. La decisi¨®n corresponde a cada universidad y est¨¢ siendo tomada, por lo que me cuentan mis informantes, en funci¨®n del peso en los ¨®rganos de gobierno del lobby de los pedagogos de sal¨®n. No se trata de una decisi¨®n balad¨ª, por cuanto orienta la evaluaci¨®n al mundo real de la ense?anza o al puramente virtual de la planificaci¨®n. Para que lo entienda el lector ajeno al mundo educativo, imagine que minutos antes del comienzo de un partido de baloncesto se presentan en el pabell¨®n de deportes tres se?ores vestidos de corto, portando dos de ellos sendos banderines.
-Pero, ?c¨®mo piensan arbitrar ustedes, si no son ¨¢rbitros de baloncesto?- preguntar¨ªan alarmados los delegados de los equipos.
-No se preocupen. ?No ven esas porter¨ªas? Que jueguen al f¨²tbol y ya est¨¢, responder¨ªan los referees.
Del mismo modo, si el peso de la evaluaci¨®n lo llevan expertos evaluadores ignorantes de la materia objeto de la docencia y de las peculiaridades de su ense?anza, no hay m¨¢s remedio que poner el foco de la evaluaci¨®n en la forma (la gu¨ªa docente o, si lo prefieren, el humo pedag¨®gico), en lugar de hacerlo en el contenido (el programa y su desarrollo), desviando en la misma direcci¨®n el futuro trabajo de los profesores. Tampoco Docentia se decanta expl¨ªcitamente por la gu¨ªa docente o por el programa, si bien (no por casualidad) la primera es mencionada con mayor frecuencia que el segundo.
Por poner un ejemplo, las comisiones de evaluaci¨®n de la ¨²nica universidad p¨²blica valenciana que cuenta con facultad de Educaci¨®n estar¨¢n formadas por tres expertos evaluadores, dos de ellos externos, y por dos profesores del centro al que est¨¢ adscrito el profesor evaluado, quienes no tienen porqu¨¦ pertenecer a ¨¢reas afines en los centros multidisciplinares. Por lo tanto, los pares acad¨¦micos, si los hubiere, estar¨¢n en minor¨ªa. Y como corolario de semejante decisi¨®n, la evaluaci¨®n se basar¨¢ en las gu¨ªas docentes, especialidad de los profesores de Educaci¨®n, convertidos a partir de ahora en casta dominante. En realidad no estamos ante un fen¨®meno nuevo (ya ocurri¨® en los niveles preuniversitarios), ni siquiera ante un fen¨®meno nacional. A ¨¦l se ha referido, en sus memorias, el autor de Las cenizas de ?ngela: "El catedr¨¢tico de Pedagog¨ªa de la Universidad de Nueva York nos advirti¨® sobre los d¨ªas de ense?anza que nos esperaban (...). El estudiante que se sentaba a mi lado en la clase del catedr¨¢tico susurr¨®: Este tipo s¨®lo dice chorradas. No ha dado clase en su vida a alumnos de secundaria". Y m¨¢s adelante: "He aqu¨ª la situaci¨®n de los centros de ense?anza p¨²blicos: cuanto m¨¢s lejos est¨¢s del aula, mayores son las remuneraciones econ¨®micas y profesionales. Te sacas la licencia, ejerces la ense?anza dos o tres a?os, estudias cursos de administraci¨®n, de supervisi¨®n, de orientaci¨®n, y con tus nuevos t¨ªtulos puedes trasladarte a un despacho con aire acondicionado, ba?o privado y secretarias (...). No tendr¨¢s que luchar con grupos numerosos de chicos inaguantables. Te escondes en tu despacho, y ni siquiera tendr¨¢s que ver a los cabroncetes" (Frank McCourt, El Profesor). No es de extra?ar que los entusiastas de la reforma universitaria insistan en las oportunidades que ofrece el EEES. Para algunos, claro.
Miguel A. Goberna es catedr¨¢tico de Estad¨ªstica e Investigaci¨®n Operativa de la Universidad de Alicante.
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