"Lo peor fue el sonido met¨¢lico de la celda al cerrarse"
Dos de los primeros condenados por delitos de tr¨¢fico narran su detenci¨®n y su paso ante el juez
La madrugada del pasado 8 de diciembre, Carlos se estremec¨ªa ante la posibilidad de "compartir celda con presuntos delincuentes", aunque para entonces, sin saberlo, era ya uno de ellos. Acababa de vulnerar uno de los art¨ªculos del C¨®digo Penal en materia de tr¨¢fico, en vigor desde hac¨ªa s¨®lo unos d¨ªas. Antes de que el alcohol le dejase reaccionar, una patrulla con sirenas gritonas y centelleantes le dio caza tras 50 metros de persecuci¨®n. Hab¨ªa circulado varios metros sobre la acera de una calle del centro de Madrid y puso "en riesgo la vida de varios viandantes" al saltarse un paso de peatones. Inmediatamente fue detenido, su coche, inmovilizado, y acab¨® en una celducha de cuatro metros cuadrados.
Carlos y Mar¨ªa pagar¨¢n 700 euros y estar¨¢n sin carn¨¦ ocho meses
"Cuando me estrell¨¦ iba cargadita, supermareada", reconoce ella
Este latinoamericano, de 30 a?os, reconoc¨ªa en su declaraci¨®n haber ingerido tres o cuatro whiskys. En privado confiesa que fueron cinco lingotazos de destilado escoc¨¦s mezclado con una bebida energ¨¦tica. Resultado: 0,70 miligramos de alcohol por litro de aire espirado (a partir de 0,60 siempre se considera delito). Carlos se mueve aleatoriamente entre el arrepentimiento y la disculpa: "No hab¨ªa cenado"; "Alert¨¦ con r¨¢fagas de luz a los viandantes"; "Nunca llevo el coche para salir de marcha"... Cuando el sol a¨²n se desperezaba, en casa de uno de sus amigos son¨® el tel¨¦fono. La conversaci¨®n discurri¨® m¨¢s o menos as¨ª: "Soy Carlos, estoy detenido y necesito que vengas a recoger mi coche".
La misma madrugada en que Carlos pas¨® cuatro horas y media entre rejas, Mar¨ªa se estampaba contra un quitamiedos en la autov¨ªa de circunvalaci¨®n M-30 de Madrid. Sali¨® ilesa. Reconoce que "iba cargadita; supermareada" y que en su vida ha hecho "muchas virguer¨ªas con el coche". Esa noche acababa de cenar con sus compa?eros, se tom¨® unas copas y acab¨® en la mazmorra de una comisar¨ªa. El etil¨®metro la delat¨®: dos copas de vino y tres combinados de ginebra con naranja. 0,63 miligramos de alcohol por litro de aire. La noche loca concluy¨® en una celda de cuatro metros cuadrados cuya mayor comodidad era un banco de piedra. "Ten¨ªa fr¨ªo, me dorm¨ª para que el tiempo pasara m¨¢s deprisa", recuerda. A las tres horas recobr¨® la libertad. Los d¨ªas siguientes se sorprend¨ªa a menudo a s¨ª misma temblando y se despertaba con pesadillas.
Mar¨ªa y Carlos, que una semana despu¨¦s lucen aspecto de ni?os mod¨¦licos en los juzgados de Plaza de Castilla de Madrid, son dos de los primeros arrestados, juzgados y condenados tras la reforma que ahora castiga de forma m¨¢s contundente los delitos al volante, y que ha obligado a 724 conductores a v¨¦rselas con la justicia en s¨®lo 13 d¨ªas.
Mientras esperaba turno para comparecer por primera vez en su vida ante un juez, ella pregunta inquieta a su abogado, Vidal Palomar -el mismo letrado defiende a Carlos-: "?Esto no significa que est¨¦ fichada, verdad?". Respuesta afirmativa: "Est¨¢s fichada". La idea le resulta desagradable: "Me afect¨® sobre todo saber que ahora tengo antecedentes penales y me impresion¨® mucho que un polic¨ªa me dijera que si no hubiese llevado el cintur¨®n, en vez de estar yendo a comisar¨ªa, estar¨ªa camino al tanatorio. Yo ya he escarmentado, vaya", asegura esta madrile?a de 33 a?os.
A Carlos lo que se le qued¨® grabado fue el sonido met¨¢lico de la puerta de la celda: "Lo peor fue eso. Recuerdo el baj¨®n que me dio cuando o¨ª el cerrojazo, cuando mir¨¦ a trav¨¦s de los barrotes. Como nunca sabes lo que va a pasar cuando te detienen, pensaba que me iban a dejar all¨ª desde el s¨¢bado hasta el lunes. Yo esto s¨®lo lo hab¨ªa visto en las pelis". Su principal inquietud ahora es saber c¨®mo afectar¨¢n los reci¨¦n estrenados antecedentes a la renovaci¨®n de sus permisos de residencia y trabajo, y especialmente a su solicitud de nacionalidad espa?ola. "Me ha dicho el abogado que en la renovaci¨®n no me perjudicar¨¢ porque no piden certificado de penales, pero no sabemos todav¨ªa c¨®mo puede influir en la nacionalidad", explica con preocupaci¨®n.
A las puertas de la sala en la que el fiscal y el abogado llegan a un acuerdo de conformidad (con rebaja de un tercio de la pena tras la aceptaci¨®n de los hechos que se les imputan), Carlos y Mar¨ªa parec¨ªan hermanos en la desgracia, con la cabeza un poco gacha, dejando paso a los esposados que deambulan por los marm¨®reos pasillos de los juzgados.
En menos de cinco minutos, el juez dicta sentencia, que arranca con un solemne "debo condenar y condeno...". Todo acab¨® como casi todos los juicios r¨¢pidos que se vienen celebrando desde que entr¨® en vigor la reforma penal en materia de seguridad vial: con una multa de 700 euros, trabajos sociales durante 40 d¨ªas, y la retirada del permiso hasta finales del verano pr¨®ximo. Mar¨ªa tendr¨¢ que pagar adem¨¢s los da?os que ocasion¨® en la valla de la M-30: 675 euros. Aunque est¨¢n contempladas en la reforma penal, las condenas de c¨¢rcel son una excepci¨®n hasta ahora. No obstante, ¨¦stas pueden convertirse en realidad si el procesado cae en la reincidencia o si la pena es superior a los dos a?os de prisi¨®n.
Los dos condenados reconocen saber "vagamente" algo de la modificaci¨®n legal, y las consecuencias no les han pillado por sorpresa. Pero se muestran esc¨¦pticos sobre el cumplimiento de los trabajos sociales a los que han sido condenados: "Lo que nos han dicho es que esto a¨²n no est¨¢ definido, que no hay sitios para hacerlo". Mar¨ªa tiene sus preferencias, en caso de que finalmente tenga que entregarse a esa misi¨®n: "Me gustar¨ªa estar en un hospital de tetrapl¨¦jicos; sufrir¨ªa, pero de eso se trata. Quiero salir escarmentada". Carlos es m¨¢s reticente: "Si lo tengo que hacer, lo voy a hacer, pero no es que me agrade".
Ella se va contenta porque esperaba un castigo m¨¢s severo; el m¨®vil de Carlos no para de recibir mensajes. "Son mis amigos, que me preguntan si me han dejado preso", bromea, mientras respira m¨¢s aliviado: "Es que todo el mundo me dec¨ªa que me iba a ir a la c¨¢rcel".
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