Religi¨®n, fundamentalismo y secularizaci¨®n
La historia de por qu¨¦ las religiones se mantienen tan vivas a comienzos del siglo XXI y son cada vez m¨¢s relevantes, no resulta f¨¢cil de contar. En realidad, las predicciones de muchos intelectuales, especialmente europeos, indicaban lo contrario. La secularizaci¨®n, inherente a las sociedades modernas, conducir¨ªa a un gradual e inevitable declive de las religiones. Se supon¨ªa que el proceso iniciado en el siglo XVIII con la Ilustraci¨®n, y continuado con la revoluci¨®n liberal y los movimientos socialistas, impondr¨ªa la ciencia y la raz¨®n frente a la opresi¨®n religiosa. Cuanto m¨¢s moderna y democr¨¢tica fuera una sociedad, menos peso tendr¨ªa la religi¨®n. Hubo incluso quienes profetizaron el fin de la religi¨®n, la muerte de Dios.
La mezcla de religi¨®n y pol¨ªtica va mucho m¨¢s all¨¢ del islam y los EE UU de Bush
Destacados soci¨®logos de la religi¨®n, como Jos¨¦ Casanova o M¨¢ximo Introvigne, creen que esa teor¨ªa de la secularizaci¨®n es el resultado del "eurocentrismo" vigente en parte del pensamiento occidental, la generalizaci¨®n de una situaci¨®n que en la pr¨¢ctica s¨®lo se produce en pocos pa¨ªses europeos, Francia y Alemania, fundamentalmente. No ser¨ªa el caso, por supuesto, de Estados Unidos, una sociedad muy religiosa pese a ser moderna, racional y democr¨¢tica. El "aspecto religioso" de Estados Unidos es algo que ya le llam¨® la atenci¨®n a Alexis de Tocqueville, tal y como dej¨® escrito en sus reflexiones sobre la democracia en Am¨¦rica. Quienes han tratado posteriormente de explicar esa aparente paradoja recuerdan que la vitalidad de la religi¨®n en Estados Unidos deriva de las condiciones creadas por la Primera Enmienda de su Constituci¨®n, que prohib¨ªa el establecimiento de cualquier religi¨®n en el Estado, mientras que garantizaba el libre ejercicio de la religi¨®n en la sociedad.
Pero la situaci¨®n de Estados Unidos no resulta hoy tan excepcional y hay datos que prueban que la religi¨®n es, en muchas sociedades, m¨¢s predominante que hace unas d¨¦cadas, que crece en casi todos los pa¨ªses el n¨²mero de personas que se definen "religiosas" y que los medios de comunicaci¨®n dedican mucha m¨¢s informaci¨®n que antes a los l¨ªderes y movimientos religiosos. Y el crecimiento afecta tanto a las religiones organizadas desde hace siglos como a las nuevas, que desde la ortodoxia suelen llamarse sectas.
Aunque desde Europa occidental resulte extra?o, para entender algunas de las cosas que est¨¢n pasando en el mundo, en la pol¨ªtica internacional y en algunos de sus principales conflictos, hay que prestar la debida atenci¨®n a esas manifestaciones religiosas y a algunos de los movimientos conservadores estrechamente conectados con ellas. Porque la primera constataci¨®n es que, contrariamente a lo que muchos cre¨ªan, la mayor¨ªa de las religiones se han hecho en los ¨²ltimos a?os m¨¢s conservadoras y fundamentalistas, lo cual es cierto del islam, al que suele identificarse como el paradigma del fundamentalismo, pero tambi¨¦n lo es del juda¨ªsmo, del hinduismo y del cristianismo, tanto protestante como cat¨®lico.
El fundamentalismo, que une siempre la religi¨®n con la pol¨ªtica, se manifiesta por su antimodernismo militante y, sobre todo, por su condena de cualquier forma de pluralismo, sea intelectual, social o religioso. En el caso del islam se percibe como un proceso de purificaci¨®n dirigido a eliminar supuestas contaminaciones y a establecer un futuro inmediato que acabe con la historia y el presente profanos e impuros. Pero en Estados Unidos, la combinaci¨®n de fundamentalismo y nacionalismo, tan presente en el actual mandato de George W. Bush, se ha propuesto eliminar del mundo no s¨®lo al terrorismo sino tambi¨¦n al mal. Tal tentaci¨®n fundamentalista est¨¢ muy presente en algunos de los pol¨ªticos que aspiran a la candidatura republicana, como el morm¨®n Mitt Romney o el predicador baptista Mike Huckabee.
Todos esos movimientos conservadores y fundamentalistas est¨¢n sacando un enorme provecho de las oportunidades ofrecidas por la globalizaci¨®n y las nuevas tecnolog¨ªas. Traspasan fronteras, controlan algunas de las redes de comunicaci¨®n m¨¢s avanzadas y compiten entre ellos por imponer su visi¨®n de c¨®mo organizar el orden mundial, en tiempos de grandes movimientos migratorios y de reafirmaci¨®n de identidades culturales. As¨ª se explica el notable crecimiento experimentado por religiones que apenas tienen un siglo, como los mormones o los testigos de Jehov¨¢, la creaci¨®n de cientos de nuevas iglesias y la consolidaci¨®n de movimientos integristas dentro del catolicismo, el pentecostalismo y el islam.
Las pr¨¢cticas religiosas tradicionales dejan paso a nuevas formas de misticismo. Las ideas y movimientos que criticaron a la religi¨®n desde el progreso y la raz¨®n han perdido fuerza, mientras que las religiones, reconvertidas y refundadas, se mantienen. Los soci¨®logos discuten la relaci¨®n entre ese crecimiento de las religiones y el descr¨¦dito de las utop¨ªas pol¨ªticas. Pero teor¨ªas e interpretaciones al margen, lo que resulta preocupante es ese impulso fundamentalista en la religi¨®n y en la pol¨ªtica, que traspasa fronteras, ataca el pluralismo y persigue a los disidentes. Quienes crean que s¨®lo est¨¢ en el mundo isl¨¢mico o en la Am¨¦rica de Bush, que miren un poco dentro de sus casas.
Juli¨¢n Casanova es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad de Zaragoza.
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