Benedetta Tagliabue vuela sola
El estudio que la arquitecta fund¨® junto al desaparecido Enric Miralles inicia otra etapa con nuevos encargos
A¨²n hay rastros de Enric Miralles en el estudio de arquitectura EMBT, situado en un entresuelo enorme del barrio viejo de Barcelona, pero han pasado siete a?os desde su muerte y como es l¨®gico su poderosa estela ha acabado por diluirse. Benedetta Tagliabue, la BT del nombre del estudio, est¨¢ satisfecha. "Estamos m¨¢s claramente en otra etapa", comenta. "Ahora empieza un momento bonito en el que hemos acabado los proyectos que iniciamos con Enric, el ¨²ltimo ha sido la biblioteca de Palafolls, y han empezado a entrar proyectos nuevos tanto en Espa?a como fuera". Entre ellos destaca el pabell¨®n espa?ol para la Expo de Shanghai 2010 -"un proyecto muy experimental, incluso para nosotros ya que estar¨¢ recubierto de mimbre de diferentes texturas que har¨¢n tanto artesanos chinos como espa?oles"-, los espacios p¨²blicos del puerto de Haffencity en Hamburgo, que en algunas partes ya est¨¢n realizados, la rehabilitaci¨®n de las naves principales del antiguo y pol¨¦mico complejo fabril de Can Ricart en Barcelona y una estaci¨®n de metro para la ciudad de N¨¢poles, ciudad en la que exhibe estos d¨ªas una muestra con los trabajos de la ¨²ltima d¨¦cada del estudio.
Sorprende ver que Tagliabue no tiene despacho propio en este macroestudio en el que trabajan unas treinta personas en unos 14 proyectos a la vez. Es decir, todo es su despacho, pero no hay un rinc¨®n ¨ªntimo en el que quiera refugiarse o en el que tenga sus cosas concentradas. "En el despacho todo el rato me muevo de un sitio a otro. ?sta es una profesi¨®n colectiva y cada vez es menos artesanal porque dependemos mucho de las m¨¢quinas. Seguramente, Enric era m¨¢s personal y a¨²n estaba anclado en una ¨¦poca en la que el dibujo era fundamental para un arquitecto, pero mi manera de ser es diferente y nunca he intentando solaparlo. Hago lo mismo ahora que hac¨ªa cuando ¨¦l viv¨ªa. Dirigir y controlar el estudio hablando con unos y con otros all¨ª donde est¨¢n".
En la habitaci¨®n escogida para la fotograf¨ªa, un peque?o despacho abierto a la gran sala en la que se alinean los ordenadores del grueso de sus colaboradores, la mesa est¨¢ llena de carpetas, pero el ordenador se lo ha dejado en casa. "Siempre estoy trajin¨¢ndolo arriba y abajo", reconoce ruboriz¨¢ndose. Se amontonan algunos recuerdos casi como gadgets... La vieja fotograf¨ªa de un equipo de f¨²tbol juvenil en la que aparece un p¨²ber Miralles, un fotomontaje de ella en una obra, un mapa antiguo... "Todo es un poco mi casa, no soy una persona posesiva", dice Tagliabue. Y sonr¨ªe, como siempre.
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