Geopol¨ªtica de la crisis
El triunfo de los iPods y los iPhones no se explica sin el dise?o de EE UU y la fabricaci¨®n china
A menudo se dice que la econom¨ªa de EE UU (y la europea) importa menos en la mundial, dado que m¨¢s de la mitad del PIB global se genera ya en las econom¨ªas emergentes, muy pobladas. Es verdad que el peso proporcional ha cambiado, pero a¨²n est¨¢ por demostrar que EE UU no siga siendo la locomotora de la econom¨ªa mundial, aunque s¨®lo sea porque sus ciudadanos siguen siendo consumidores en ¨²ltima instancia de lo que buena parte del resto del mundo produce. El deterioro del cr¨¦dito debido a la crisis de las hipotecas subprime americanas se ha extendido a gran parte del mundo financiero, lo que junto al deterioro del sector inmobiliario, y pese a las ¨²ltimas cifras de crecimiento, pone a EE UU ante una amenaza de recesi¨®n. ?Aislada? Si se confirma, estaremos ante un importante reordenamiento del poder a escala mundial. La coordinaci¨®n entre bancos centrales, incluido el chino, ha funcionado como nunca antes para engrasar el sistema ante un posible gripaje. Es un progreso notable en la gobernanza global. Lo que no significa que sea suficiente para despejar los negros nubarrones. No lo es.
Las econom¨ªas pueden estar, como algunas melod¨ªas, encadenadas. Como se?ala un buen economista, las exportaciones alemanas se han recuperado esencialmente con la maquinaria destinada a China. ?sta a su vez la necesita para fabricar productos que vende a EE UU. El triunfo estos a?os de los iPods y los iPhones, por ejemplo, no se explica sin el dise?o americano, pero la fabricaci¨®n china. La gran cuesti¨®n sigue siendo si los estadounidenses van a seguir consumiendo, pues si se retraen, dejar¨¢n de importar de China, y los chinos de Alemania. Es decir, que el efecto de una eventual crisis en EE UU se puede amortiguar en el tiempo, pero no eliminar, incluso para Espa?a donde empieza a cundir una cierta sensaci¨®n de crisis, aunque no estemos ?a¨²n? en un hoyo. El consumo estadounidense al menos deja de crecer. La OCDE ya ha vaticinado que este a?o terminar¨¢ con la demanda interna en EE UU tan s¨®lo un 1,9% por encima de la del a?o anterior que, a su vez, hab¨ªa crecido un 2,9%.
Pero para EE UU hay otras se?ales positivas, como el crecimiento de sus exportaciones y la reducci¨®n de su d¨¦ficit exterior. Como se?alaba Martin Wolf en el Financial Times, EE UU "est¨¢ reimportando el est¨ªmulo que export¨® al resto del mundo en a?os anteriores" a trav¨¦s de un d¨®lar muy d¨¦bil que preocupa a todos, salvo a los propios americanos. Estados Unidos saca ahora fuerza de la debilidad de su moneda, a la vez que consolida un euro fortalecido en el que muchos no creyeron.
Esta revaloraci¨®n ha amortiguado en la zona euro la subida del precio del petr¨®leo. Pero ha dado alas a muchos productores y sus dirigentes, de Ch¨¢vez a Putin, pasando sin atisbo de democracia alguno, por los saud¨ªes que siguen exportando wahabismo. Pero tambi¨¦n Brasil gana con el descubrimiento de un nuevo campo que, si se confirma, puede, sumado al etanol, llevar a la autosuficiencia de este pa¨ªs-continente y, a la vez, debilitar la posici¨®n geopol¨ªtica de Ch¨¢vez en una parte de Am¨¦rica Latina. Los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sur¨¢frica) vienen con fuerza y con un mayor grado de antiamericanismo.
Adem¨¢s de la primera econom¨ªa mundial, EE UU sigue siendo la primera potencia militar, a gran distancia de las siguientes, incluso de una Europa unida. Pero carece de fuerzas desplegables suficientes tras la mala aventura en Irak y la guerra que se complica en Afganist¨¢n. Por eso, cabe esperar que el siguiente presidente de EE UU pida un mayor esfuerzo a los europeos, incluso para resolver algunos de los errores cometidos por su predecesor.
Y est¨¢n los modelos. Durante los ¨²ltimos a?os ha dominado la idea de la superioridad del modelo americano. Pero Europa no anda tan mal, sobre todo esa Europa que anda muy bien compaginando bienestar social y competitividad, como Finlandia y otros. Incluso el modelo franc¨¦s, tan denostado y que Sarkozy intenta cambiar, parte de una situaci¨®n de ventaja con su hist¨®rica apuesta por la energ¨ªa nuclear.
No se est¨¢ dando s¨®lo una redistribuci¨®n del poder econ¨®mico entre Estados (y empresas), sino tambi¨¦n con respecto a las gentes, cuyos salarios pesan menos en la econom¨ªa: han pasado del 81% del PIB mundial en 1981 a un menos de un 60%, en favor de las empresas y los dividendos. Tambi¨¦n implica que el modelo de crecimiento basado principalmente en el consumo est¨¢ entrando en crisis. Es otro reparto del poder. aortega@elpais.es
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