Dos familias rotas acarician el fin de seis a?os de pesadilla
Los allegados de Consuelo Gonz¨¢lez y Clara Rojas preparan su acogida
Patricia Perdomo imagina el abrazo que le dar¨¢ a Consuelo Gonz¨¢lez de Perdomo, su madre, secuestrada hace seis a?os y tres meses por las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC): ser¨¢ tan fuerte que no la soltar¨¢ en mucho rato. Clara de Rojas sabe que ocurrir¨¢ igual cuando se encuentre con su hija, Clara Leticia, a la que no ve desde hace casi seis a?os; pero calcula m¨¢s el recibimiento que le dar¨¢ a su nieto, Emmanuel. No lo conoce; naci¨® en la selva hace unos cuatro a?os, de una relaci¨®n con un guerrillero. "Lo abrazar¨¦ con cari?o hasta que se acostumbre a mis canas y mis achaques", dice esta mujer dulce, de 76 a?os.
Las familias de las dos secuestradas que las FARC ofrecieron entregar al presidente Hugo Ch¨¢vez como "desagravio" por la decisi¨®n del presidente ?lvaro Uribe de suspender su mediaci¨®n para un acuerdo humanitario, se preparan de manera distinta para recibir el que consideran el mejor regalo de su vida.
No estar¨¢ el marido de la parlamentaria Gonz¨¢lez, muerto durante el secuestro
Patricia ya compr¨® el regalo para su madre: un perfume. Sabe que se arriesga. Despu¨¦s de tanto tiempo privada de todo, es posible que a Consuelo ya no le interesen esas cosas. Y le tiene adem¨¢s cremas para el cuerpo, champ¨² y jabones, "todo lo que no ha tenido en estos a?os". Pero el mejor regalo para esta ex congresista de 57 a?os, nacida en Pitalito, al sur del pa¨ªs, ser¨¢ sin duda abrazar a Mar¨ªa Juliana, su primera nieta: naci¨® cuatro a?os y dos meses despu¨¦s de que se llevaran a la abuela.
Clara de Rojas tambi¨¦n prepar¨® regalos: ropa para su nieto -la eligi¨® hace un mes cuando por una corazonada al salir del banco entr¨® a una tienda infantil- y un libro para su hija: El camino a la felicidad, del fundador de la Cienciolog¨ªa; las dos creen que estas "ense?anzas b¨¢sicas" son buenas gu¨ªas para la vida.
Y en v¨ªsperas de la anhelada liberaci¨®n las incertidumbres se disparan: ?volver¨¢n bien de salud, tranquilos? ?Se acomodar¨¢n f¨¢cilmente a la vida que van a encontrar? Las hermanas Perdomo se han curado en salud y han escogido un ch¨¢ndal de talla grande para que su mam¨¢ se sienta c¨®moda los primeros d¨ªas de libertad. Y tienen todo preparado por si ella requiere atenci¨®n m¨¦dica. Si no es as¨ª y llega con fuerzas para enfrentar una avalancha de besos y preguntas, est¨¢ listo el sal¨®n comunal del conjunto residencial donde vive Patricia, al norte de esta ciudad.
El gran ausente de la fiesta ser¨¢ el esposo de Consuelo, que muri¨® de un infarto mientras ella estaba cautiva. Pero la familia creci¨®: la nieta y dos yernos, adem¨¢s de los parientes de los dem¨¢s canjeables. De tanto ir de un lado a otro exigiendo flexibilidad a las dos partes para un acuerdo, se sienten unidos en el dolor. Y no han pensado en flores ni en una comida especial. "Mi mam¨¢ ha estado m¨¢s de seis a?os obligada a hacer cosas; quiero que ella al llegar diga qu¨¦ antojos tiene: si es paella o pernil, vamos a un restaurante a buscarlo", cuenta Patricia.
Clara de Rojas ha pensado en natillas y bu?uelos, y sacar¨¢ una botella de champa?a guardada desde hace a?os. Y se siente preparada para una dura etapa. Sabe que ser¨¢ un largo proceso. Con su nieto, el mejor m¨¦todo ser¨¢ el juego y las cinco cartas que le ha escrito desde que supo que exist¨ªa: "Querido Emmanuel; alg¨²n d¨ªa crecer¨¢s y podr¨¢s leer estas l¨ªneas. Espero que no sea tarde para m¨ª", dice la primera. La ¨²ltima habla sobre los modales. El apartamento de Clara Leticia est¨¢ listo; tal como ella lo dej¨®. Pero faltar¨¢ espacio para todos los lirios y las rosas que do?a Clara quiere para el d¨ªa de la llegada.
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