Agua o petr¨®leo en la nevera
En a?os recientes los at¨¢vicos estereotipos rurales se han hecho a?icos a golpes de realidad. En Catalu?a se ha estabilizado la poblaci¨®n agraria. La poblaci¨®n rural crece y se reequilibra el territorio. Son las zonas rurales las que gozan de mayor renta disponible por habitante. La agricultura es el sector que m¨¢s aumenta la productividad en los ¨²ltimos a?os (probablemente porque part¨ªa de una situaci¨®n mas rezagada). En el terreno de la sostenibilidad y la seguridad alimentaria, la aplicaci¨®n de modernas tecnolog¨ªas ha permitido la reducci¨®n del uso de fertilizantes y pesticidas, y progresos evidentes en sanidad vegetal y animal.
Sin embargo, algo tambi¨¦n ha cambiado: el mundo urbano y el mundo rural ocupan hoy el mismo territorio. La mejora de las comunicaciones ha permitido la deslocalizaci¨®n industrial hacia zonas tradicionalmente rurales y se ha diversificado la econom¨ªa rural con predominio de los sectores de la industria y los servicios. Se ha descubierto el ¨¢mbito rural como proveedor de servicios a la poblaci¨®n urbana: agroturismo, deporte ligado al territorio, educaci¨®n ambiental y naturista, revalorizaci¨®n de actividades tradicionales, etc¨¦tera.
El espacio rural ha pasado a ser el jard¨ªn del urbanita, lo que le pone en competencia con el agricultor
Este redescubrimiento de la realidad rural ha ido acompa?ado, como hecho positivo, de una mayor conciencia medioambiental y paisaj¨ªstica, pero asumida desde una perspectiva urbana a trav¨¦s de una cultura id¨ªlica e idealista sobre la naturaleza y su uso. El espacio rural ha pasado a ser el jard¨ªn del urbanita, generando relaciones competitivas con su vecino el agricultor. Existe una creciente y temeraria desconsideraci¨®n del uso agrario del territorio. No se tiene en cuenta el papel medioambiental del agricultor (dif¨ªcil de sustituir por un ejercito de funcionarios). Y por supuesto, el agricultor es el culpable de un sinf¨ªn de incomodidades, entre ellas, los malos olores, la contaminaci¨®n de las aguas y las agresiones al paisaje con invernaderos y granjas que desentonan.
Se est¨¢n popularizando mensajes preocupantes, por ejemplo que la agricultura consume abusivamente la mayor parte del agua de que disponemos. Un mal reparto, seg¨²n parece, que pone en dificultad el agua para la piscina privada. No parece observarse que se necesitan unos 60 litros de agua para producir un melocot¨®n. Podr¨ªamos preguntarnos cuantos metros c¨²bicos de agua se necesitan para llenar nuestra nevera, dando por sentado que preferimos comer a ba?arnos en la piscina. Claro est¨¢ que podemos producir los alimentos en pa¨ªses con abundancia de agua y trasladarlos a nuestro frigor¨ªfico mediante transportes adecuados. En este caso deberemos preguntarnos cu¨¢ntos litros de petr¨®leo necesitamos para llenar nuestra nevera y en cu¨¢nto contribuimos al cambio clim¨¢tico global, y con ello, a que haya menos agua dulce y m¨¢s dificultades para el proveimiento de alimentos a toda la poblaci¨®n mundial.
Es necesario un pacto campo-ciudad como encuentro presidido por la madurez, so pena de terminar siendo unos nuevos ricos inconscientes de nuestras opciones insostenibles. Se trata de reconocer, por una parte, la importancia estrat¨¦gica de la actividad agraria; de establecer las l¨®gicas prioridades sobre la ocupaci¨®n del territorio, dejando de considerar el espacio rural como mera reserva de espacio urbano, y de aprovechar las oportunidades que este acercamiento permite. Por otra parte, hay que reconocer y progresar en la resoluci¨®n de los desajustes medioambientales, actuando con severidad ante algunos deterioros graves y prestando la debida atenci¨®n a l¨®gicas aspiraciones de confort y calidad residencial en la sociedad del siglo XXI. Pero no nos enga?emos confundiendo voluntad con posibilidad. Ni todo el espacio urbano e industrial va a ser un oaseo de Gr¨¤cia, ni todo el espacio agrario va a parecer un parque natural. Sin olvidar que no hay forma de llevar un bistec a la mesa sin previamente contar con un animal que bebe, come y ensucia.
Francesc Reguant es economista
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.