"Las nubes son el arte abstracto de la naturaleza"

Las grandes cosas a ser vistas, seg¨²n los cl¨¢sicos, son el sol, las estrellas, el agua y las nubes. A estas ¨²ltimas se ha consagrado en cuerpo y alma Gavin Pretor-Pinney (Londres, 1968), autor de un libro encantador, convertido en un best seller en el Reino Unido y del que la cr¨ªtica se ha deshecho en elogios: Gu¨ªa del observador de nubes (Salamandra). Obra inclasificable, entre el ensayo de divulgaci¨®n cient¨ªfica, el tratado meteorol¨®gico, el libro de viajes, la investigaci¨®n est¨¦tica y la historia cultural, el libro de Pretor-Pinney est¨¢ lleno de datos, an¨¦cdotas y curiosidades impagables (EE UU bombarde¨® nubes para provocar aguaceros que paralizaran al Vietcong; en ¨¢rabe para desear suerte se usa la f¨®rmula "que tu cielo est¨¦ cubierto de nubes", un piloto eyectado de su reactor permaneci¨® 40 minutos en el interior de una nube de tormenta viviendo un infierno de granizo; existe una nube de color madreperla...).

"Han sido injustamente menospreciadas, poco valoradas"

"Constituyen la parte m¨¢s po¨¦tica de la naturaleza, son maravillosas"

En el libro aparecen c¨²mulos, estratos y dem¨¢s formaciones conocidas, pero tambi¨¦n nubes tan alucinantes como las virgas, que parecen medusas a¨¦reas, los altoc¨²mulos lenticulares -que se confunden a menudo con ovnis- o la denominada Gloria Matutina, en forma de ola, que se produce ocasionalmente en un lugar remoto de la costa australiana y que concentra a los mayores virtuosos del vuelo sin motor ?para surfear con sus planeadores sobre ella! Hasta Burketown, al norte de Queensland, entre grullas grises y ulab¨ªes, fue nuestro cazador de nubes para ver la Gloria en todo su esplendor: la nube perfecta que esperan los surfistas del cielo. Tras esperar varios d¨ªas y orquestar incluso una danza aborigen -la danza wamur- que atrae los vientos-, vio llegar no una, sino tres desde un Cessna 187 y fue, dice, todo un espect¨¢culo.

"Las nubes son el arte abstracto de la naturaleza", sostiene Pretor-Pinney, que ha ido a recalar en Barcelona -la vida es cruel- en medio de un persistente anticicl¨®n que ha dejado el cielo despojado de sus amigas. ?Por qu¨¦ esa obsesi¨®n con las nubes? "Son injustamente menospreciadas, poco valoradas, cuando constituyen la parte m¨¢s po¨¦tica de la naturaleza, uno de sus espect¨¢culos m¨¢s maravillosos. Son igualitarias: todo el mundo puede verlas. Cambian continuamente. Tiene personalidad: los c¨²mulos son alegres; los estratos, depresivos; los cumulonimbos, apasionados, en¨¦rgicos, peligrosos; los cirros, delicados, gentiles. Est¨¢n llenas de interesantes contradicciones: tapan el sol pero a la vez rebosan de belleza con ¨¦l cuando se pone, pueden resultar claustrof¨®bicas cuando son bajas e imagen de la libertad cuando cruzan el cielo en las alturas...".

Como fundador de la Sociedad de Apreciaci¨®n de las Nubes -que ya cuenta con 11.000 miembros en todo el mundo que se relacionan a trav¨¦s de www.cloudappreciationsociety.org-, Pretor-Pinney considera que no hay nada m¨¢s aburrido que un cielo sin ellas. Pero la gente persiste en preferir los cielos azules y despejados. "Los adultos; los ni?os, no. Un cielo con nubes es algo sensacional. Un lienzo para la imaginaci¨®n. Todos los ni?os entre 6 y 9 a?os est¨¢n interesad¨ªsimos en las nubes, de qu¨¦ est¨¢n hechas, a qu¨¦ se parecen...". El escritor, que estudi¨® ciencias, luego filosof¨ªa en Oxford y posteriormente dise?o gr¨¢fico, recuerda que hay todo un sistema de pensamiento en el observar nubes, actividad muy propensa a la meditaci¨®n.

Entre las citas literarias del libro (Plinio, Coleridge, James Russell Lowell) est¨¢, claro, la escena de Hamlet y Polonio en la que el primero se burla del servil padre de Ofelia cambiando su interpretaci¨®n de las figuras que forman las nubes. Hay referencias tambi¨¦n a la forma en que la pintura las ha tratado en la historia del arte: Piero Della Francesca pint¨® unos altoc¨²mulos lenticulares estupendos, vaya usted a saber por qu¨¦, en La leyenda de la Vera Cruz; Mantegna, un c¨²mulo con forma de jinete en su San Sebasti¨¢n, y Correggio retrat¨® a un lujurioso J¨²piter en forma de er¨®tica nube a punto de reventar de lluvia en su representaci¨®n de la metam¨®rfica coyunda del dios con su amante ?o. Los mejores en pintar nubes realistas fueron los maestros holandeses del barroco, encabezados por Jacob van Ruisdael.

Gavin Pretor-Pinney pasar¨¢ en su pr¨®ximo libro de las nubes a otra de las cosas que merecen ser vistas: las olas. De momento viaja con las obras del explorador brit¨¢nico y miembro del Long Range Desert Group -las patrullas del desierto de la II Guerra Mundial- Ralph A. Bagnold, el mayor experto mundial en dunas.