Obispos en campa?a
Las acusaciones al Gobierno convirtieron el acto en pro de la familia en un mitin pol¨ªtico
Las decenas de miles de personas que respondieron ayer a la convocatoria del Arzobispado de Madrid en defensa de la familia cristiana recibieron los mensajes que ya se han convertido en una obsesi¨®n para la jerarqu¨ªa cat¨®lica espa?ola. En opini¨®n de los representantes del episcopado que intervinieron en la plaza de Col¨®n, el Gobierno socialista trabaja para destruir la familia, mediante leyes como la que regula el matrimonio entre homosexuales, el divorcio expr¨¦s, la Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa o el aborto. Consideran que tales leyes son inicuas y, seg¨²n el cardenal de Madrid, Rouco Varela, "una marcha atr¨¢s en los derechos humanos" y, por supuesto, niegan que exista otra familia que la heterosexual.
Todas las obsesiones generan una atm¨®sfera malsana, porque excluyen la reflexi¨®n y la autocr¨ªtica. A pesar de las gran¨ªticas acusaciones lanzadas ayer por los oradores episcopales, las leyes sobre el divorcio, el matrimonio homosexual o el aborto responden a la necesidad de regular situaciones que se producen en una sociedad abierta y democr¨¢tica. La insistencia en que s¨®lo existe un tipo de familia reconocible y defendible es un comportamiento teocr¨¢tico y que demuestra bien poco respeto a la independencia del poder civil o laico frente a las f¨¦rreas posiciones de una confesi¨®n religiosa, muy respetables siempre que no traten de imponerse a todos.
Los obispos convocantes orientar¨ªan mejor sus esfuerzos si en lugar de cultivar la man¨ªa persecutoria analizasen las causas por las que su discurso religioso tiene cada vez menos cr¨¦dito. Nadie ataca a la familia en Espa?a, y su crisis, de existir, se deber¨ªa a la estrechez de miras con que sus defensores se han empe?ado en negar que la sociedad acepta otras formas de convivencia basadas en principios de afectividad y respeto que la propia Iglesia dice defender. Mal Gobierno ser¨ªa el que asfixiara esas otras expresiones de convivencia.
El encuentro de ayer tuvo las caracter¨ªsticas de un acto pol¨ªtico. La obsesi¨®n persecutoria, la repetici¨®n de mensajes poco articulados, como el de que la familia es el n¨²cleo fundamental de la sociedad o la ofuscada acusaci¨®n al Gobierno de todos los males que aquejan a la Iglesia, confirman que fue un mitin electoral encubierto. Resulta chocante tanta contumacia contra un Gobierno, el de Zapatero, que ha adoptado medidas que tienen un impacto directo en la protecci¨®n de la familia, cuando no en su fomento. Algunas, como la Ley de Dependencia o la iniciativa para universalizar la educaci¨®n de 0 a 3 a?os, afectan de forma positiva en el bienestar de los hogares. El exabrupto del cardenal de Valencia, Garc¨ªa-Gasco, de que el laicismo conduce a la disoluci¨®n de la democracia ratifica la criticable calidad pol¨ªtica de la convocatoria. Al contrario, la democracia se disuelve cuando quienes deben respetarla, como los obispos, irrumpen sin miramientos en tareas que no les corresponden.
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