Kenia en llamas
Las elecciones, que han dado la victoria al presidente en ejercicio, han sido una farsa
Pocas veces lo turbio ha estado m¨¢s claro. Las elecciones presidenciales en Kenia, uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos y estables de ?frica, han incendiado el pa¨ªs, con cientos de muertos en choques entre los partidarios del presidente, Mwai Kibaki, y de su rival, Raila Odinga. Todos los testimonios independientes, entre ellos, una misi¨®n de la UE dirigida por el alem¨¢n Alexander Graf Lambsdorff, son elocuentes: el poder se ha sacado de la chistera el n¨²mero de votos preciso para arrebatarle la victoria a Odinga por 231.000.
Kenia no ha sido nunca una verdadera democracia. A la independencia de Gran Breta?a en 1963, hered¨® la primera magistratura Jomo Kenyatta, el gran l¨ªder de la lucha anticolonial, contempor¨¢neo del gan¨¦s Kwame Nkrumah, del congole?o Patrice Lumumba, asesinado, y del propio padre del derrotado, Ojinga Odinga, que en los a?os sesenta se dec¨ªa marxista revolucionario, en disidencia contra Kenyatta. Pero entonces no hac¨ªa falta retocar el escrutinio, porque Kenyatta no pod¨ªa perder, aunque su gobernaci¨®n no fuera por ello menos autocr¨¢tica. Su sucesor, Daniel Arap-Moi, no corr¨ªa riesgos y ganaba siempre por definici¨®n.
Tras el primer mandato de Kibaki -de la tribu kikuyu, mayoritaria, con un 24% del pa¨ªs-, los comicios parec¨ªan los primeros en los que las reglas del juego pod¨ªan ser respetadas y reconocido el eventual triunfo de la oposici¨®n, que no llevaba como bandera ning¨²n izquierdismo sulfuroso, sino la lucha contra la corrupci¨®n, rampante en el Gobierno. No ha sido as¨ª, y Odinga -un l¨²o, tribu que agrupa a un 13% de kenianos- exige que el presidente reconozca que ha perdido.
La UE pide una encuesta independiente sobre las elecciones; el primer ministro brit¨¢nico, Gordon Brown, que se forme un gabinete de unidad entre ambos, lo que ser¨ªa la salida m¨¢s funcional al conflicto, y Odinga, que haya recuento. Si mantiene su convocatoria para el jueves a que sus partidarios se re¨²nan en protesta en Uhuru, plaza central de Nairobi, la polic¨ªa, que ha prohibido la concentraci¨®n, puede hacer una escabechina.
La dimensi¨®n tribal africana es un polvor¨ªn, pero la democracia, con todo y su duro aprendizaje, es el ¨²nico sistema que puede sacar a ?frica de su secular subdesarrollo pol¨ªtico y econ¨®mico. En Kenia es dif¨ªcil saber si ha llegado esa hora.
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