La revoluci¨®n sensual de Klimt
Una muestra en la Neue Galerie de Manhattan recuerda la vida y la obra del artista
La fachada de estilo georgiano de la Neue Galerie fue dise?ada en la esquina de la calle 86 con la Quinta Avenida por los arquitectos Carrere & Hastings para el industrial William Starr Miller en 1914. Y no da pistas del impresionante dise?o que espera en el interior. Esta joya de museo es el sue?o hecho realidad de sus cofundadores, el fil¨¢ntropo Ronald S. Lauder y el coleccionista Serge Sabarsky. Este ¨²ltimo muri¨® en 1996, antes de que se completara la reforma del museo, y fueron Lauder y la arquitecta Anabelle Selldorf quienes acabaron de dar carta de naturaleza a este oasis en pleno Manhattan.
El artista parec¨ªa m¨¢s libre, m¨¢s en paz, rodeado de frondosa naturaleza
La exposici¨®n de Gustav Klimt [que hasta el 30 de enero muestra la retrospectiva m¨¢s completa del artista austriaco que se ha organizado en Estados Unidos] refleja perfectamente la dedicaci¨®n exclusiva del museo al arte expresionista alem¨¢n y austriaco. Despu¨¦s de romper con sus conservadores inicios, Klimt se convirti¨® en el primer presidente de los Secesionistas, cuya revista, Ver Sacrum, declar¨® la guerra al arte acad¨¦mico y estableci¨® nuevas reglas para la pintura, la arquitectura, la m¨²sica, el dise?o y el grabado.
Su rebeli¨®n se plasm¨® en creaciones para la vida moderna: muebles, espacios para habitar, iluminaci¨®n, vajillas, cuberter¨ªas y vestidos formaban parte de su est¨¦tica, y en la tienda del museo se venden fieles reproducciones de dise?os de Josef Hoffman, Adolf Loos y Kolman Moser. El Caf¨¦ Sabarsky, en el interior, domina Central Park y sirve a diario aut¨¦ntica comida t¨ªpica de la capital austriaca de la mano del principal chef vien¨¦s de Nueva York.
Se podr¨ªa pensar que esta ciudad, donde se establecieron tantos exiliados europeos a causa de la II Guerra Mundial, incluidos los herederos de Freud y el psicoan¨¢lisis, deber¨ªa haber sido el hogar natural para la obra de Klimt y de los expresionistas alemanes. Pero no fue as¨ª. En aquella ¨¦poca, arte implicaba franc¨¦s. Modernismo significaba Picasso, Braque, Duchamp, Mondrian, Calder y Frank Lloyd Wright. A continuaci¨®n, y en veloz carrerilla hasta Jackson Pollock, los expresionistas abstractos de Nueva York, Andy Warhol y el arte pop. Las corrientes figurativas quedaron relegadas y se llegaron a vender magn¨ªficos dibujos a precios bochornosamente bajos. La Mittel Europa, hasta hace 30 a?os, no estaba en la mente de nadie.
Lo extraordinario de la exposici¨®n reside en su alcance: incluye 120 dibujos de Klimt, que abarcan desde sus comienzos conservadores y academicistas hasta sus m¨¢s audaces y er¨®ticos desnudos, entre ellos varios bocetos de una mujer en avanzado estado de gestaci¨®n.
La Viena fin de si¨¨cle de Klimt era una ciudad oscura e inquietante, de profundas contradicciones. Chocaban, en dram¨¢ticos enfrentamientos, los intelectuales modernistas y la rancia vacuidad del Imperio Austro-h¨²ngaro, con su sexualidad sumergida, su difunta clase militar y su burgues¨ªa confusa y reprimida. Fue la ciudad natal de Freud, pero tambi¨¦n la que engendr¨® a Hitler. Ninguna semejanza con la Barcelona de Picasso, y mucho menos con Par¨ªs: Viena era puro morbo.
En mi opini¨®n, la pieza maestra de la exposici¨®n, el Retrato de Adele Bloch-Bauer, que alcanz¨® notoriedad gracias a los 93,4 millones de euros que pag¨® por su adquisici¨®n la Neue Galerie, tiene un aire hosco. Como si Klimt se sintiera oprimido por haber tenido que pintar tantas damas de sociedad. Mucho m¨¢s atractivos son sus paisajes. Casa del guarda en Weisenbach junto al lago Attersee tiene una cualidad m¨¢gica: Klimt parec¨ªa m¨¢s libre, m¨¢s en paz, rodeado de frondosa naturaleza.
Fue en esta casa del guarda donde el artista pas¨® temporadas con la cu?ada de su hermano, Emilie Fl?ge. Se conocieron cuando Emilie ten¨ªa 17 a?os y Klimt 29, y su colaboraci¨®n dur¨® hasta la muerte del pintor, 27 a?os despu¨¦s. Los retratos y fotograf¨ªas que Klimt hizo a Emilie no son tan distantes como sus retratos de sociedad ni tan despiadadamente er¨®ticos como sus desnudos. De hecho, en su glamuroso retrato (en el cat¨¢logo) de Emilie en azul, de 1902, ella parece ruborizarse. Es imprescindible la reproducci¨®n fotogr¨¢fica del impresionante Friso de Beethoven [que se conserva en el Museo Belvedere de Viena]. Tambi¨¦n destaca la reconstrucci¨®n del estudio de Klimt, con su mobiliario y objetos decorativos.
Traducci¨®n de News Clips
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