Faltan temporeros para la fresa, pero los andaluces rechazan ir al campo
Los sindicatos piden que se mejoren las condiciones laborales de los peones
Roc¨ªo es una joven de Gibrale¨®n (Huelva) de 22 a?os que lleva un par de meses sin encontrar trabajo. Pero entre sus prioridades para buscar empleo no se encuentra el tajo en el campo. "He tenido amigas que lo han probado y s¨ª empiezan con muchas ganas, pero es muy duro. Tiene que levantarse muy temprano y terminan echas polvo. Al final lo dejan", explica la joven. La decisi¨®n de Roc¨ªo de no pisar los cultivos freseros y citr¨ªcolas que jalonan una parte importante de la provincia de Huelva resume la raz¨®n por la que los agricultores y empresarios onubenses recurren, desde hace casi diez a?os, a la contrataci¨®n de jornaleros inmigrantes para sacar adelante sus cosechas.
"Mi madre ha trabajado mucho tiempo en el campo y termin¨® reventada. Ahora se gana la vida limpiando casas y est¨¢ m¨¢s contenta", contin¨²a Roc¨ªo. Ella afirma que la mayor¨ªa de las personas que conoce, en especial los j¨®venes, prefieren trabajar en otra cosa. "Como camarero, como alba?il o limpiando casas se gana m¨¢s que en el campo" se reafirma la joven.
Y es que son los extranjeros, mujeres fundamentalmente, los que sacan adelante las campa?as agr¨ªcolas. Para la presente los empresarios han pedido unos 35.000 inmigrantes, en su mayor¨ªa marroqu¨ªes (12.000) y rumanos. (11.000). Y es as¨ª desde hace unos diez a?os, cuando los agricultores descubrieron que los andaluces provenientes del And¨¦valo onubense y las provincias de Sevilla y C¨¢diz dejaban de interesarse por el trabajo en el campo.
Uno de los ¨²ltimos pa¨ªses en los que esperaba encontrar mano de obra estable era Ucrania. Pero la semana pasada se supo que las primeras experiencias de contrataci¨®n no est¨¢n siendo nada halag¨¹e?as, quedando en el aire la posibilidad de traer a 4.000 peones de ese pa¨ªs.
La inmensa mayor¨ªa de los agricultores dudan seriamente de que los espa?oles est¨¦n interesados en cubrir el hueco dejado por los trabajadores extranjeros de Europa del Este que, como los rumanos, vienen cada vez en menor n¨²mero desde que est¨¢n en la UE. Los trabajadores marroqu¨ªes parecen ser la opci¨®n m¨¢s fiable para garantizar una campa?a sin complicaciones.
Ni siquiera las ¨²ltimas cifras del paro, que destacan un aumento global de los desempleados en la provincia -debido fundamentalmente al freno en la construcci¨®n- hacen prever a los agricultores un incremento en el n¨²mero de trabajadores espa?oles en la campa?a fresera.
Eso no significa que no haya trabajadores aut¨®ctonos en labores agr¨ªcolas, a cuya contrataci¨®n est¨¢ obligada la patronal. "Pero no en el campo, sino en las plantas de manipulaci¨®n. Puede haber entre 10.000 y 15.000 espa?oles trabajando en la agricultura de Huelva. La mayor¨ªa en estas plantas", destaca Manuel Piedra, portavoz de la Uni¨®n de Peque?os Agricultores (UPA). Piedra cree que la ¨¦poca en la que los andaluces trabajaban doblando la espalda ante las fresas ha pasado. "Nadie que se quede parado en la construcci¨®n o en los servicios va a volver a algo tan duro como la agricultura. Es imposible", sentencia.
Pero a pesar de todo, hay quien sigue pensando en que es una contradicci¨®n que, a medida que sube el desempleo en Andaluc¨ªa, se mantengan o aumenten los contingentes de trabajadores solicitados a terceros pa¨ªses para a la cosecha en Huelva. Manuel Pastrana, secretario general de UGT en Andaluc¨ªa, pidi¨® en noviembre que se incentivase m¨¢s el trabajo el campo. "Posiblemente", dijo, "los trabajadores aut¨®ctonos y parte de los extranjeros han dejado de venir porque las condiciones de trabajo que se ofertan no permiten vivir".
El agricultor fresero de Cartaya Antonio Luis Mart¨ªn, quien fue uno de los pioneros en buscar mano de obra en Marruecos, cree que, mientras los precios a los que los productores venden la fresa sigan congelados, no se le puede pedir a los empresarios un aumento de los sueldos de los trabajadores.
Los peones cobran unos 35 euros netos por 6.30 horas de trabajo diario, 39 horas semanales. Unos 900 euros mensuales si tienen algo de suerte y trabajan todos los d¨ªas estipulados. Viven en casas del agricultor, quien corre con los gastos de agua, luz y gas.
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