Batalla por la patente del euro

A pesar de las pel¨ªculas, falsificar billetes no es nada sencillo. Requiere destreza en dif¨ªcil arte del manejo de tecnolog¨ªa punta y, al cabo, la historia suele terminar con la Interpol y la Europol tras los pasos del falsificador de turno. A¨²n as¨ª, en la eurozona no faltan temerarios. El Banco Central Europeo (BCE) retira anualmente m¨¢s de medio mill¨®n de billetes falsos con la ayuda de las m¨¢s diversas -y extra?as- tretas: bandas iridiscentes, microtextos, se?ales magn¨¦ticas, impresiones en relieve, se?ales infrarrojas o incluso motivos hologr¨¢ficos. La lista de ingenios que incorporan los billetes es interminable. Hay de todo, desde hilos de seguridad a marcas de agua que s¨®lo pueden apreciarse a trasluz.

La disputa se centra en una l¨ªnea que aborta las copias digitales

Document Security Systems pelea por la validez de su patente en Espa?a

El BCE detecta cada a?o m¨¢s de medio mill¨®n de billetes falsos

La empresa se desplom¨® en Bolsa al perder el pleito en Francia

Al BCE se le presume incapaz de utilizar estas herramientas sin pagar por la patente. Pero una empresa estadounidense ha presentado demandas en nueve pa¨ªses europeos, incluida Espa?a, al considerar que el banco central utiliza su tecnolog¨ªa para detectar billetes falsos. Y lo hace sin pagar un solo euro por los derechos. La batalla judicial se inici¨® en 2005 y promete ser larga y re?ida.

La compa?¨ªa que ha puesto en jaque a los servicios jur¨ªdicos del banco que preside el franc¨¦s Jean-Claude Trichet es Document Security Systems (DSS), una peque?a firma con sede en Rochester (Nueva York) que apenas factura cinco millones de d¨®lares anuales. Un juzgado franc¨¦s le dio ayer la raz¨®n al BCE e invalid¨® la patente, y otro brit¨¢nico hizo lo mismo hace unos meses, informa Bloomberg. Pero el grupo norteamericano ha ganado donde m¨¢s duele: en casa del eurobanco. Un juez alem¨¢n le dio la raz¨®n en marzo de 2007, en una decisi¨®n recurrida por el BCE. Y DSS amenaza con seguir pleiteando hasta el final para proteger sus intereses.

"La patente vale en Alemania, de donde creemos que sale el 23% de los billetes que circulan en Europa. Y el BCE tiene que ganar en los nueve pa¨ªses para que la patente no sirva de nada", afirm¨® ayer Patrick White, presidente y consejero delegado de DSS. La reacci¨®n de White es comprensible: los t¨ªtulos de la compa?¨ªa en Bolsa se tambalearon ayer despu¨¦s del fallo, y ca¨ªan casi un 20% a media jornada en Wall Street.

DSS ha apelado a la ¨¦pica desde el principio. En un gesto genuinamente americano, White explicaba hace tres a?os las motivaciones de su compa?¨ªa para iniciar el rosario de juicios por media Europa: "Ralph Wicker [fundador de DSS] muri¨® con la sospecha de que muchos Gobiernos y grandes empresas infring¨ªan los derechos de nuestras patentes". Hay tambi¨¦n motivos m¨¢s terrenales en el trasunto de esta historia, y la compa?¨ªa -nacida hace m¨¢s de 30 a?os- asegura en un comunicado que perder los derechos sobre la tecnolog¨ªa "afectar¨ªa gravemente al plan de negocio".

El peque?o ej¨¦rcito de abogados del BCE ve de otra manera la decisi¨®n tomada por el juez franc¨¦s. A las demandas de DSS, el BCE contraatac¨® en 2006 intentando revocar la patente de la compa?¨ªa norteamericana en los nueve pa¨ªses donde la posee. Ahora empiezan a surgir los resultados de esa pol¨ªtica. "La misma patente no es v¨¢lida para dos juzgados en dos pa¨ªses diferentes, y eso sienta un buen precedente para los juicios a¨²n pedientes", asegur¨® el letrado que representa al BCE, Wolfgang von Meibom, tras el fallo en Francia. El portavoz del BCE Wiktor Krzyzanowsky se limit¨® a acoger con agrado la decisi¨®n.

El epicentro de la disputa es una fina raya. Una l¨ªnea. La controvertida tecnolog¨ªa hace que los billetes replicados por copiadoras y esc¨¢neres digitales muestren una marca que permite detectar que son falsos. La discrepancia se centra en si esa marca oculta se a?adi¨® a los billetes de euro o era parte del dise?o original del BCE.

"La compa?¨ªa propietaria de la patente no pens¨® en superponer en la imagen de los documentos protegidos una rejilla como la de un esc¨¢ner, sino que ¨²nicamente describi¨® que era posible incluir en esas im¨¢genes trampas en la pantalla a intervalos fijos", escribe Elisabeth Belfort, miembro del grupo de tres jueces que ha decidido sobre el caso en Par¨ªs. La redacci¨®n parece obra del propio Jean-Claude Trichet, conocido por el lenguaje imposible que utiliza en las comparecencias sobre tipos de inter¨¦s de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria.

La decisi¨®n del juzgado franc¨¦s empieza a decantar la balanza a favor del BCE, a la espera del siguiente fallo judicial, que llegar¨¢ en Holanda el pr¨®ximo mes de febrero. Pero la cosa va para largo. La causa sigue pendiente de juicio en Espa?a, Italia, Luxemburgo, B¨¦lgica y Austria. Y en algunos de esos pa¨ªses, la justicia no destaca percisamente por su velocidad.