Espa?a se seculariza
La Iglesia pierde peso en la sociedad - Las bodas civiles se duplican en 10 a?os y llegan al 44% - Aumentan los hijos nacidos fuera del matrimonio y disminuye el porcentaje de bautizados
Cada vez hay menos entradas emotivas en el altar con novia de blanco, un menor porcentaje de nacidos que se bautizan, menos primeras comuniones y confirmaciones, y m¨¢s hijos nacidos fuera del matrimonio. Y est¨¢n empezando a celebrarse ritos civiles alternativos a los cat¨®licos: acogimientos en los ayuntamientos para los reci¨¦n nacidos, fiestas de paso a la adolescencia o ceremonias de todo tipo para despedir a los fallecidos. Espa?a se seculariza.
En Catalu?a, Madrid, Baleares y Canarias ya hay m¨¢s bodas civiles que cat¨®licas
Algunos municipios celebran ritos de acogimiento para los reci¨¦n nacidos
El porcentaje de nacidos bautizados baja del 65% en 2001 al 57% en 2005
El n¨²mero de confirmaciones y comuniones retrocede cada a?o
"Espa?a vive su tercera oleada de secularizaci¨®n", dice un soci¨®logo
el 46% de los j¨®venes de 15 a 24 a?os dicen ser agn¨®sticos, ateos o indiferentes
Todav¨ªa el 77% de los espa?oles se define como cat¨®lico
Los practicantes de la religi¨®n apenas llegan al 24%, seg¨²n el CIS
Los espa?oles, que aunque no pisaran jam¨¢s una iglesia y no cumplieran la doctrina cat¨®lica, no dejaban de celebrar bodas, bautizos, comuniones y funerales, est¨¢n perdiendo inter¨¦s por los sacramentos. Incluso su componente cultural se est¨¢ evaporando. Mientras los obispos llenan los peri¨®dicos, convocan manifestaciones, salen a la calle para defender su modelo de familia y siguen reivindicando los tradicionales privilegios de los que siempre ha gozado la Iglesia cat¨®lica en Espa?a, las cifras marcan otra tendencia: el poder real de su doctrina entre los ciudadanos est¨¢ disminuyendo a ritmo vertiginoso. Las razones no son f¨¢ciles de desentra?ar, pero pueden estar relacionadas con varios factores: las alternativas civiles a los ritos cat¨®licos se han hecho m¨¢s atractivas, el divorcio ha supuesto un descreimiento hacia "el matrimonio para toda la vida" y los j¨®venes no han crecido ya en una Espa?a cat¨®lica que imbu¨ªa a toda la poblaci¨®n de una cultura religiosa que lo impregnaba todo.
De las 211.818 bodas celebradas en 2006 en Espa?a, el 44,2% fueron civiles, seg¨²n datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica -en 2000 el porcentaje era del 24%-. Y en cuatro comunidades aut¨®nomas -Catalu?a, Baleares, Canarias y Madrid-, junto con las ciudades de Ceuta y Melilla, el porcentaje supera el 50%. En el caso de Catalu?a, asciende al 62,5%. Y, curiosamente, el Pa¨ªs Vasco, y Navarra, de gran tradici¨®n cat¨®lica, son dos de los lugares en los que m¨¢s han descendido porcentualmente las bodas can¨®nicas.
Si a estos enlaces sumamos el n¨²mero de parejas de hecho, registradas o no, queda claro que las uniones que escapan del control de la Iglesia cat¨®lica son ya mayor¨ªa en la sociedad. Adem¨¢s, los espa?oles cada vez se casan menos. La tasa de nupcialidad (n¨²mero de matrimonios por mil habitantes) pas¨® del 5,72 en 1980 al 4,70 en 2006. Y va aumentando el n¨²mero de hijos nacidos fuera del matrimonio. En 2005 fueron el 26% del total: 123.938 ni?os. El porcentaje sube cada a?o.
Estas cifras nada tienen que ver con los datos de la Espa?a franquista y cat¨®lica de los a?os setenta, que s¨®lo reconoc¨ªa los matrimonios eclesi¨¢sticos. El civil se consideraba subsidiario y para celebrarlo hab¨ªa que demostrar que los contrayentes no eran cat¨®licos. Los bautizados deb¨ªan pasar por una declaraci¨®n de apostas¨ªa de la fe -complicada y mal vista- para que les dejaran celebrar su enlace en el juzgado.
Desde 1981, cada uno, bautizado o no, tiene plena libertad para elegir c¨®mo desea casarse. Pero durante alg¨²n tiempo, los novios han seguido prefiriendo las iglesias. Claro que la alternativa era una cola en un juzgado -situado a veces en un espantoso y desnudo edificio gris-, una r¨¢pida lectura de art¨ªculos del C¨®digo Civil, unas firmas, y listo.
La situaci¨®n ha cambiado. Los ritos civiles empiezan a tener su propio glamour. Los novios pueden casarse en decimon¨®nicas salas de ayuntamiento, en un yate, una mas¨ªa o un pazo, dentro de una corona de flores construida en una playa o en jardines llenos de gardenias a los que acude un juez, concejal o incluso el alcalde para celebrar el matrimonio. No hay discurso del p¨¢rroco, pero lo puede hacer cualquier otro. Los amigos o familiares leen poemas o hablan a la concurrencia sobre los futuros c¨®nyuges y una orquesta de c¨¢mara hace las veces del ¨®rgano de la iglesia. Los fastos ya no son exclusivos de lo religioso y la liturgia cat¨®lica puede ser sustituida por la que decida cada cual. La incontestable estad¨ªstica sobre divorcios hace que ya apenas se crea en el matrimonio para toda la vida. Adem¨¢s, a los divorciados y parejas homosexuales no les queda m¨¢s opci¨®n que el matrimonio civil.
Bautizos, primeras comuniones y confirmaciones van en retroceso. Y si se compara el n¨²mero de menores de un a?o bautizados con el total de nacidos, se observa que el porcentaje de beb¨¦s que ingresan en la Iglesia cat¨®lica pas¨® del 65% en 2001 al 57% en 2005, ocho puntos en cinco a?os.
Las ceremonias civiles est¨¢n sustituyendo a otros ritos cat¨®licos como bautizos, primeras comuniones y funerales. Los espa?oles quieren festejar los momentos importantes de la vida, pero no necesariamente Dios mediante. Muchos ayuntamientos, como el de Rivas-Vaciamadrid (Madrid) o Igualada (Barcelona), llevan a cabo "acogimientos civiles", ceremonias en las que se da la bienvenida al mundo y a la comunidad al reci¨¦n nacido. La primera persona que lo solicit¨® fue Carmela Planell, en Barcelona, donde resid¨ªa, pero despu¨¦s se traslad¨® a Igualada y sigui¨® all¨ª con su petici¨®n. "Quer¨ªa celebrar que mi hijo Marcel hab¨ªa nacido, pero no quer¨ªa bautizarlo", dice. "Y pensaba que, como ciudadana de una sociedad democr¨¢tica, ten¨ªa que exigir un marco para hacerlo".
El Ayuntamiento de Igualada aprob¨® en pleno la solicitud. No hubo ning¨²n voto en contra, ni siquiera del Partido Popular. Despu¨¦s, el texto pas¨® al Parlamento catal¨¢n, que lo aprob¨® como reglamento. El procedimiento tard¨® unos a?os, as¨ª que el 7 de noviembre de 2004, cuando finalmente se celebr¨® el acogimiento, Marcel ten¨ªa ya cinco a?os. "Fue una ceremonia muy bonita", recuerda su madre. "El alcalde ley¨® art¨ªculos de la Convenci¨®n de Derechos del Ni?o y de la Constituci¨®n, los padrinos asumieron el compromiso de velar por su educaci¨®n y cuidarlo si algo me pasaba, y ¨¦l lo vivi¨® como una experiencia para entrar a formar parte de la comunidad en la que vive".
El pueblo acept¨® la nueva ceremonia, pero no as¨ª la Conferencia Episcopal, que lo vivi¨® como un ataque a sus ritos. "El p¨¢rroco de Igualada me dijo que respetaba mi decisi¨®n y que ¨¦l quer¨ªa que los que bautizaban a sus hijos fueran fieles de verdad, pero el presidente de los obispos dijo muchas burradas en la prensa", dice Carmela Planell. "Yo no quise entrar en pol¨¦micas. Mi decisi¨®n no iba contra nadie y ellos deben respetar a los no cat¨®licos".
En Rivas (Madrid), gobernado por Izquierda Unida, donde desde el a?o pasado han celebrado unos 32 acogimientos, insisten en que la ceremonia no es algo contra la Iglesia cat¨®lica. "Lo que nosotros hacemos es dar la bienvenida a la ciudad a los ni?os", se?ala el concejal de Infancia y Juventud, Pedro del Cura. "Los padres se comprometen a cuidarlo y educarlo y nosotros, a facilitar los recursos y medios necesarios". Cada vez tienen m¨¢s peticiones.
Tambi¨¦n hay "comuniones civiles". Para que el ni?o no cat¨®lico no se sienta discriminado respecto a sus compa?eros, y como celebraci¨®n de paso a la adolescencia. Y proliferan los servicios alternativos al funeral: cenizas esparcidas en el mar desde una barca, rituales de despedida con m¨²sica y discursos... Los agn¨®sticos y ateos quieren despedir a sus muertos, y hacerlo a su manera.
La pr¨¢ctica religiosa est¨¢ disminuyendo. En 1998, el 83,5% de los espa?oles se defin¨ªa como cat¨®lico. En 2007, la cifra ha bajado hasta el 77% (seg¨²n un bar¨®metro del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) de abril). A pesar del descenso, todav¨ªa podr¨ªa pensarse que Espa?a es cat¨®lica. Sin embargo, m¨¢s de la mitad de los supuestamente religiosos casi nunca asiste a misa (el 56,2%) y s¨®lo el 17% va a la iglesia casi todos los domingos y festivos, como mandan los c¨¢nones, o varias veces a la semana. Se ha pasado de un 79% de cat¨®licos practicantes en 1974 a un 24% en 2005.
Seg¨²n una encuesta del CIS de 2002, el 68% de los ciudadanos "nunca" sigue lo que dice la Iglesia en materia pol¨ªtica, el 65% prescinde absolutamente de su doctrina sobre sexualidad y el 61%, de los mandatos sobre relaciones matrimoniales y de pareja. Un 46% define el bautizar a los ni?os como una costumbre y no como un deber. Y a un 55,6% sus creencias religiosas le preocupan poco o nada cuando tiene que tomar decisiones de mucha importancia.
Alfonso P¨¦rez-Agote, catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid, se?ala que estamos ante la tercera oleada de secularizaci¨®n de Espa?a. La primera tuvo lugar durante el siglo XIX y hasta la Guerra Civil. La segunda, entre los a?os sesenta y finales de los ochenta. "En ese momento se produjo un desinteresamiento paulatino por la religi¨®n y el magisterio de la Iglesia" explica el catedr¨¢tico. "Espa?a dej¨® de ser un pa¨ªs de religi¨®n cat¨®lica para pasar a ser de cultura cat¨®lica. Pero todav¨ªa hab¨ªa en esos a?os un inter¨¦s por los sacramentos y rituales, que conservan su fuerza social".
La tercera oleada estar¨ªa desarroll¨¢ndose en estos momentos. "Los j¨®venes nacidos y socializados dentro de esa segunda oleada ya no sienten la religi¨®n cat¨®lica ni como parte de su cultura", opina P¨¦rez-Agote. "Muchos se sienten inc¨®modos con haber sido bautizados y quieren apostatar. Y los rituales eclesi¨¢sticos como bodas y bautizos est¨¢n perdiendo su valor social. Antes, el matrimonio era una legitimaci¨®n de las relaciones sexuales. Durante los a?os ochenta empez¨® a dejar de serlo. La gente no necesitaba una boda para tener relaciones, as¨ª que empezaron a casarse cuando ten¨ªan hijos. Pero esto tambi¨¦n est¨¢ cambiando y crece el porcentaje de hijos nacidos fuera del matrimonio".
Los j¨®venes de 15 a 24 a?os que se autodefinen como agn¨®sticos, ateos o indiferentes son el 46%, seg¨²n un informe de la Fundaci¨®n Santamar¨ªa de 2006. S¨®lo el 10% se considera cat¨®lico practicante, y el 39%, cat¨®lico no practicante. Las tres regiones donde m¨¢s se aprecia el fen¨®meno son Catalu?a, Madrid y Pa¨ªs Vasco. La religi¨®n y la cultura cat¨®lica pierden fuerza a marchas forzadas en las nuevas generaciones.
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