Nadine Labaki: "Vivo una dura relaci¨®n de amor y odio con mi patria"
Con Nadine Labaki, el pueril arranque occidental de tratar caritativamente a las mujeres de Oriente Pr¨®ximo provoca una media sonrisa. La otra media la completa cuando responde sobre el encasillamiento. Labaki tiene 33 a?os y es, por su propio orden, mujer, cristiana libanesa, cineasta -directora y guionista- y actriz. Con esa misma disposici¨®n define su labor en Caramel, su primer filme, una amable y sencilla tragicomedia, que recibi¨® los premios del P¨²blico y de la Juventud en el ¨²ltimo certamen de San Sebasti¨¢n tras su proyecci¨®n en la Quincena de Realizadores de Cannes, y candidata al Oscar por L¨ªbano. En Espa?a se estrena comercialmente el pr¨®ximo viernes.
El t¨ªtulo se refiere al m¨¦todo m¨¢s utilizado en su pa¨ªs para depilarse, una mezcla de agua, zumo de lim¨®n y az¨²car que, despu¨¦s de hervir y convertirse en caramelo, se deja enfriar en mesas de m¨¢rmol antes de aplicarla en las clientas de los salones de belleza. "He crecido con todo ese ritual: mi madre, sus amigas, mis primas, las vecinas... Las recuerdo en la cocina de casa preparando la pasta, y mi hermana peque?a y yo espi¨¢ndolas de ni?as, deseando ser lo suficientemente mayores como para iniciarnos en aquellas reuniones. Por supuesto tambi¨¦n est¨¢n los m¨¦todos modernos: cera, l¨¢ser... Pero gana en popularidad la depilaci¨®n con caramelo". Por eso el aroma de un sal¨®n de belleza tradicional liban¨¦s es dulz¨®n. Relajante, reconfortante e hipnotizador. Como el del local del filme, donde trabajan tres j¨®venes esteticistas -una cristiana enamorada de un hombre casado, una musulmana asustada ante su pr¨®ximo matrimonio y una chica retra¨ªda y atormentada por su lesbianismo-. El universo del sal¨®n lo completan una clienta enigm¨¢tica y bell¨ªsima, otra cuarentona que se niega a envejecer y una vecina mayor que ha sacrificado su vida para cuidar a su hermana, en una convivencia por encima de edades y religiones, un mensaje cinematogr¨¢fico de concordia destrozado por la realidad: el rodaje finaliz¨® tres d¨ªas antes de que comenzara la ¨²ltima guerra libanesa, en julio de 2006. L¨ªbano respira atrapado por sus dos vecinos, Israel y Siria, en un c¨®ctel en el que tambi¨¦n entran los palestinos y un pu?ado de familias que se han repartido el poder desde la independencia en 1944, adem¨¢s de unas gotas de cultura aramea, fenicia y cristiana. A Labaki, que recuerda -al final el encasillamiento triunfa- a una joven Sof¨ªa Loren abducida por un esp¨ªritu guerrillero, le molesta que hablen de su visi¨®n pol¨ªtica. Prefiere la expresi¨®n opci¨®n vital: "El mensaje surgi¨® inconscientemente al reflejar la realidad que me rodea. En L¨ªbano hemos coexistido con naturalidad desde siempre. Aunque supongo que llevamos la pol¨ªtica en la sangre, no podemos evitar hablar de ella. Nos atrapa aunque no queramos".
"A los tres d¨ªas de terminar el rodaje empez¨® la guerra. Filmamos en un ambiente de esperanza y lleg¨® la desilusi¨®n"
Sin embargo, un argumento como el de Caramel no parec¨ªa el paso natural para una realizadora famos¨ªsima en su pa¨ªs como directora de videoclips, labor en la que comenz¨® al finalizar los estudios de cine en la Universidad de San Jos¨¦ de Beirut. "Desde cr¨ªa he so?ado con crear mundos que no tuvieran nada que ver con mi propia realidad, mi rutina vital. De ni?a no sab¨ªa c¨®mo lograrlo ni c¨®mo se pod¨ªa llamar. Ahora s¨¦ que es el cine". Una huida que a cambio le retrotrae al pasado familiar. "Mi abuelo trabajaba en una sala de cine, que yo no conoc¨ª, y mi padre me cuenta que le encantaba entrar en el vest¨ªbulo s¨®lo para disfrutar del olor. Supongo que he heredado ese amor. Estoy en un oficio dif¨ªcil para ambos sexos. En L¨ªbano las mujeres podemos hacer lo que queremos. Por supuesto a¨²n quedan tab¨²es con un peso tremendo sobre nosotras y un mont¨®n de conflictos que solucionar. Probablemente coarte m¨¢s a una libanesa su propia cabeza que la sociedad: el miedo a la mirada de los dem¨¢s, el temor a decepcionarlos".
?Un sal¨®n de belleza es una isla de libertad? "Por supuesto. Esos locales me fascinan tanto a m¨ª como a los hombres, que desean curiosear tras sus puertas: les hacen imaginar cosas. Para las mujeres, en cambio, son un sitio de esperanza. Salen de all¨ª con mucha m¨¢s confianza en s¨ª mismas, m¨¢s bellas. Puede parecer superficial, pero es muy importante. Al mismo tiempo, surge una relaci¨®n muy especial entre tu esteticista y t¨²: ella te ve en tu realidad, en tu desnudez, en tus menores detalles. Se convierte en una confidente. Vamos, acaba sustituyendo al div¨¢n del psicoanalista".
Labaki para en su calmado aunque constante discurso. Da una vuelta al t¨¦ que sujeta entre las manos. Sonr¨ªe rememorando los dos galardones obtenidos en San Sebasti¨¢n. "Llevarte de golpe ambos premios es muy importante para m¨ª. Se ve en mis ojos que estoy feliz, ?no? Hago cine para el p¨²blico, da igual de qu¨¦ parte del mundo. Caramel es un filme liban¨¦s en un contexto liban¨¦s, indudablemente, pero quer¨ªa transmitir una imagen de mi pa¨ªs que los espectadores occidentales no conocen. Me ret¨¦ a llegar a la audiencia europea sin perder mi identidad. As¨ª que los dos galardones reafirman mi postura". Y un alivio en su d¨ªa a d¨ªa en un Beirut marcado por las convulsiones pol¨ªticas. "La mayor parte de los filmes libaneses habla de la convivencia entre religiones. Bueno, se ruedan como mucho tres o cuatro al a?o. Los realizadores libaneses tenemos una necesidad vital de hablar de la guerra, intentar analizar qu¨¦ ocurre, los distintos puntos de vista... Yo vi que se hab¨ªa reanalizado tanto que prefer¨ª dar una visi¨®n distinta. Porque en mi pa¨ªs tambi¨¦n hay gente c¨¢lida con problemas como todo el mundo". Y as¨ª son las chicas de Caramel, tan de d¨ªa a d¨ªa que fueron encarnadas por actrices debutantes: una directiva de una compa?¨ªa de suministros el¨¦ctricos, una estudiante de Bellas Artes, una secretaria de direcci¨®n y, como propietaria cristiana del local, la misma Labaki, en un aventurado triple salto mortal: dirige, act¨²a y contrata int¨¦rpretes ne¨®fitas. Muchos riesgos para una primera pel¨ªcula. "La vida es demasiado corta como para no arriesgarse. Era eso o acabar frustrada. Dud¨¦ mucho con lo de actuar, porque no quer¨ªa perjudicar a la pel¨ªcula con mi ego¨ªsmo. Al seleccionar el reparto me di cuenta de que juntas funcion¨¢bamos y que como ellas tampoco eran profesionales, nac¨ªa entre nosotras una situaci¨®n de igualdad de condiciones. Pude dirigirlas desde dentro, marcar mejor el ritmo de las secuencias. Estaba al lado de las chicas, no las observaba desde el pedestal de la directora".
El porvenir profesional de Labaki cambi¨® el d¨ªa en que conoci¨® en Beirut a la veterana productora francesa Anne-Dominique Toussaint, el otro cerebro de Caramel. "Presentaba all¨ª un filme. Me pregunt¨® por mis proyectos, le cont¨¦ lo que quer¨ªa hacer y fue como un ¨¢ngel guardi¨¢n enviado del cielo. Demasiado buena para ser cierto. Sigui¨® escribi¨¦ndome, le envi¨¦ una sinopsis, me aceptaron en el laboratorio de desarrollo de guiones del certamen de Cannes, me mud¨¦ a una residencia en Par¨ªs, remat¨¦ el libreto y ella continu¨® apoy¨¢ndome. Soy una privilegiada porque Anne-Dominique me empuj¨®". En cuanto a la vida personal de la cineasta, tambi¨¦n Caramel le dio un buen meneo. "La m¨²sica es otro personaje del filme, y me enamor¨¦ tanto de la partitura, que acab¨¦ casada con su creador
[Khaled Mouzanar, que asoma la cabeza en ese momento para espiar la entrevista entre risas]. No, en realidad no fue as¨ª. Nos conocimos mientras yo escrib¨ªa el gui¨®n. ?l vivi¨® el filme junto a m¨ª: mis nervios, mis subidones, mis problemas, mis alegr¨ªas... El momento de fusionar la m¨²sica con las im¨¢genes fue m¨¢gico: era exactamente lo que yo quer¨ªa". Labaki remata entre risas asegurando que nunca supo en qu¨¦ momento su ahora marido compuso las melod¨ªas, si estaba todo el d¨ªa flirteando y charlando con su jefa, ella misma. Su rostro vuelve al rictus concentrado al retomar la tensa situaci¨®n actual de L¨ªbano. "Mejor no pensar en ello. Hay un desgarro en todas direcciones. Se convierte en algo absurdo... estamos absorbidos por una cultura absurda. Ya no entendemos nada. Ni siquiera conseguimos unirnos para parar a meditar una soluci¨®n. Nos estamos matando entre nosotros mismos. El caos y la contradicci¨®n que existe en L¨ªbano se refleja en nuestro car¨¢cter. Somos un pueblo contradictorio, entre dos mundos, desgarrado. Geogr¨¢ficamente se nota. No soy fatalista, aunque vivo una dura relaci¨®n de amor y odio con mi patria, entre la ternura a una gente que quiere sobrevivir y la rabia por lo que ocurre. No acepto la situaci¨®n, pero... Mira, terminamos el rodaje y a los tres d¨ªas empez¨® la ¨²ltima guerra. Hab¨ªamos filmado en un ambiente de esperanza, de que las cosas mejoraran, y lleg¨® la desilusi¨®n. Me qued¨¦ en L¨ªbano, me sent¨ª in¨²til y con algo de culpabilidad por haber rodado un filme que no hablaba de la guerra, sino de mujeres, de color, de aliento. Viv¨ª dudas enormes sobre lo que hab¨ªa hecho y sobre si ten¨ªa sentido o no. Despu¨¦s viaj¨¦ a Par¨ªs para montar el metraje y a¨²n me invadi¨® m¨¢s la culpabilidad con la sensaci¨®n de huida".
Y en esas idas y venidas sigue Labaki, promocionando el filme y respondiendo a cuestiones filos¨®ficas, pol¨ªticas y, por qu¨¦ no, pedestres. Como ¨¦sta: ?cera, caramelo o l¨¢ser? "Prefiero los salones de belleza cl¨¢sicos. Me encantar¨ªa encontrar uno como el que he creado en Caramel, donde hasta las paredes cuentan historias y esconden vivencias".
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