Ola Pep¨ªn!
1. Fui a Madrid para celebrar los 103 a?os de Pep¨ªn Bello, ¨¢grafo recalcitrante, el bartleby -artista sin obras- m¨¢s longevo del mundo.
-Que bueno.
Fue lo primero que le dije a Pep¨ªn al verle, y luego le aclar¨¦ que esas dos palabras (Que bueno) constitu¨ªan el cuento m¨¢s breve de la historia, un relato de dos palabras que hab¨ªa que leer sin acentos ni signos de exclamaci¨®n: un cuento m¨ªnimo que escribiera la argentina Luisa Valenzuela vali¨¦ndose de un t¨ªtulo provocadoramente extenso sobre un caf¨¦ de barrio.
2. El sabor de una medialuna a las nueve de la ma?ana en un viejo caf¨¦ de barrio donde a los 97 a?os Rodolfo Mondolfo todav¨ªa se re¨²ne con sus amigos los mi¨¦rcoles por la tarde.
Decano de los artistas sin obras, ¨¢grafo recalcitrante, consumado 'bartleby'
-Que bueno.
3. "Pep¨ªn Bello. Buenazo, imprevisible, aragon¨¦s de Huesca, estudiante de medicina que nunca aprob¨® un examen, hijo del director de la compa?¨ªa de Aguas de Madrid, ni pintor ni poeta... no fue nada m¨¢s que nuestro amigo inseparable" (Luis Bu?uel). Fui ayer a Madrid a saludar a Pep¨ªn Bello. No le hab¨ªa visto nunca hasta el d¨ªa de ayer, en la Residencia de Estudiantes, donde celebraron su 103? cumplea?os con la publicaci¨®n de Ola Pep¨ªn!, un conjunto de siete ensayos que -firmados por Christopher Maurer, Agust¨ªn S¨¢nchez Vidal, Rom¨¢n Gubern, Andr¨¦s Soria Olmedo, entre otros- profundizan en los entresijos de la ¨¦poca en la que Dal¨ª, Bu?uel y Lorca fueron los grandes amigos de Pep¨ªn en la hoy legendaria Residencia.
Fui a Madrid a ver a Pep¨ªn y, cuando alcanc¨¦ una cierta confianza con ¨¦l, le salud¨¦ de la manera que le saludaba Dal¨ª cuando hac¨ªa ostensibles faltas de ortograf¨ªa en aquellas postales de los a?os veinte que le enviaba desde Bruselas o Cadaqu¨¦s:
-Ola Pep¨ªn!
4. "Un muchacho delgado, de bigotillo rubio, absurdo y divertido, que se llamaba Pep¨ªn Bello, con el que simpatic¨¦ vertiginosamente" (Rafael Alberti).
A Pep¨ªn Bello (Huesca, 1904) siempre le gust¨® estar en la sombra. De hecho, dice que figurar es lo que menos le gusta del mundo. Fui a verlo y, tal como me hab¨ªan dicho, es un hombre tan conmovedor como agudo y simp¨¢tico, y est¨¢ en plena forma; no vive en el pasado, sino en un presente mentalmente muy activo, que transmite de inmediato con un sentido de la libertad creativa muy estimulante.
5. Pep¨ªn Bello no desmiente que Bu?uel fuera boxeador en su juventud, pero dice que el cineasta jam¨¢s gan¨® alg¨²n combate: "Luis luch¨® contra Hern¨¢ndez Coronado. Hizo un match nulo. No se dieron ni un golpe, los dos ten¨ªan mucho miedo. Hubo mucho baile de pies y mucha parafernalia, pero de boxeo nada de nada. Termin¨® el tiempo despu¨¦s de cuatro rounds. Los jueces del combate dijeron que no ten¨ªan elementos de juicio para decidir qui¨¦n era el ganador. Fue algo ya surrealista".
Aquel combate fue, en efecto, puro surrealismo antes de que Breton lo inventara en Francia. De hecho, dicen que Pep¨ªn Bello inspir¨® vanguardismo a toda la generaci¨®n del 27. Y ahora quiz¨¢ lo m¨¢s surrealista de todo sea que haga ya 92 a?os que Pep¨ªn ingresara en la Residencia (entonces la Instituci¨®n Libre de Ense?anza) para estudiar el bachillerato. Me recuerda a Bartleby, aquel personaje de Melville que no s¨®lo trabajaba, sino que viv¨ªa en la oficina, pues llevaba a?os sin moverse de ella. Pep¨ªn parece que no se haya movido nunca de la Residencia, y a veces -como nos sucede leyendo Conversaciones con Jos¨¦ Pep¨ªn Bello, el libro de David Castillo y Marc Sard¨¢ que ha publicado Anagrama- uno hasta dir¨ªa que Pep¨ªn se ha entretenido estudiando el bachillerato m¨¢s largo de la historia.
Es un libro de conversaciones lleno de an¨¦cdotas y de retratos muy divertidos de personajes famosos, un libro que nos conecta con la euforia de unos d¨ªas geniales que la Guerra Civil trunc¨® dando paso a un cambio de clima moral y a la envidia que hoy todav¨ªa algunos sentimos por aquellos tiempos del 27. Cuando eso pasa, cuando la nostalgia y la envidia se cruzan tr¨¢gicamente, todo nos conduce a pensar en aquella frase de Flaubert en Salamb¨®: "Qu¨¦ tristes debemos estar en nuestro tiempo para resucitar Cartago". De hecho, ese tremendo cambio de clima moral queda perfectamente sintetizado por el propio Pep¨ªn cuando en Conversaciones cuenta c¨®mo en plena posguerra y a la pregunta de un periodista sobre Lorca, el novelista Cela, con gracia siniestra, dijo del poeta granadino que simplemente era un maric¨®n. Lo que hab¨ªa sido en el 27 un derroche de ligereza y libertad mental, se hab¨ªa convertido, de la noche a la ma?ana, en un s¨®rdido callej¨®n del Gato de la mala leche carpetovet¨®nica: tiempo de silencio, tiempo s¨®lo para ahogarse.
6. "Y ahogarse, claro, ahogarse es extra?o, quiero decir extra?o para aquellos en la orilla. Todo sucede tan discretamente" (John Banville, Eclipse).
7. Parece que le est¨¦ viendo ahora mismo al discreto Pep¨ªn Bello, decano de los artistas sin obras, ¨¢grafo recalcitrante, consumado bartleby que prefiri¨® no escribir.
Ayer, mi¨¦rcoles, en la Residencia, a las doce de la ma?ana, cuando le vi por primera vez, no pod¨ªa dejar de preguntarme qu¨¦ habr¨ªa pasado si en los a?os veinte Pep¨ªn hubiera dicho a los j¨®venes Lorca, Bu?uel y Dal¨ª que ¨¦l celebrar¨ªa su 103? aniversario all¨ª mismo en la Residencia. ?Qu¨¦ habr¨ªa sucedido? Seguramente habr¨ªan pensado que era una de las tantas ideas geniales de Pep¨ªn, que siempre fue el m¨¢s surrealista de todos.
Ayer en la Residencia modifiqu¨¦ para Pep¨ªn el t¨ªtulo (pero no el texto) del cuento m¨¢s breve del mundo, que pas¨® por unos instantes a llamarse as¨ª: El sabor de una medialuna a las doce de la ma?ana en un viejo caf¨¦ de barrio, junto a la Residencia de la calle del Pinar, donde a los 103 a?os Rodolfo Mondolfo, es decir, Pep¨ªn Bello, todav¨ªa se re¨²ne con sus amigos los mi¨¦rcoles al mediod¨ªa.
Que bueno.
Art¨ªculo publicado el 20 de mayo en la edici¨®n de Catalu?a, tras el homenaje a Pep¨ªn Bello celebrado en Madrid.
Babelia
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