El ansia de vencer
De haber sido Zapatero gestor de unos grandes almacenes, no es seguro que le interesase la calidad de los art¨ªculos en venta. Su ¨²nica preocupaci¨®n ser¨ªa el escaparate. Cada vez de forma m¨¢s acusada, se encuentra entregado a un ejercicio permanente de publicidad de su propia actuaci¨®n pol¨ªtica, apoyado adem¨¢s casi siempre en la descalificaci¨®n de la competencia. ?ltima muestra: sus reflexiones panglosianas sobre las maravillas resultantes de su pol¨ªtica econ¨®mica. Todo va hacia lo mejor en el mejor de los mundos. Pero como es obvio que el horizonte se cubre de nubes, hay que adelantarse a la tormenta e introducir el mensaje subliminal de que si ¨¦sta llega, la responsabilidad corresponde al l¨ªder del Partido Popular. Para justificarlo, se sirve de una falsa evidencia: el optimismo fomenta el progreso econ¨®mico y el pesimismo lo arruina. As¨ª que el diagn¨®stico del PP ser¨ªa la causa de una eventual crisis. Inconsistente. Pero como por su parte Rajoy llevaba tiempo condenando de forma sumaria una pol¨ªtica gubernamental con buenos resultados, calific¨¢ndola sin m¨¢s de "fatal", Zapatero no encuentra dificultades para ilustrar su exculpaci¨®n preventiva. Si un cuadro se emborrona en negro, debieran saber los dirigentes del PP, no hay manera de distinguir en ¨¦l figura alguna.
De existir una causa para que Zapatero siga gobernando ¨¦sta es la incapacidad del PP
Consecuencia: de existir una causa para que un hombre como Zapatero siga gobernando la nave del Estado, tras los fiascos de Catalu?a y del "proceso de paz", ¨¦sta es la incapacidad demostrada en estos cuatro a?os por el Partido Popular. No supo nunca presentar una cr¨ªtica razonable, incluso cuando ten¨ªa raz¨®n (Estatuto catal¨¢n, ETA), reconocer lo que de bueno hab¨ªa en las pol¨ªticas sectoriales del Gobierno, tener sentido de Estado en las grandes cuestiones, aunque s¨®lo fuera al presentar alternativas, y evitar caer en campa?as de demagogia tan siniestras como la de la conspiraci¨®n del 11-M. Con toda probabilidad, una parte del centro est¨¢ dispuesta a tragar sapos y culebras para evitar que llegue al poder este PP. S¨®lo le faltaba la entrada en combate de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, con el Apocalipsis en la mano, m¨¢s el adorno sectario de un personaje especializado en deformar las obras maestras del arte bizantino. Peligroso esperpento. Rajoy no ha sabido soltar lastre y lo va a pagar. Cabe apostar que los vacunados contra el PP ser¨¢n suficientes para otorgar a Zapatero una mayor¨ªa heterog¨¦nea, aunque sea a costa de adquirir los votos de un PNV que ¨²ltimamente no escatima esfuerzos para socavar la legalidad constitucional.
A ese fin van encaminados todos sus esfuerzos. Cuentan hasta el ¨²ltimo detalle los montajes, como las seis banderas entrelazadas en el discurso ante un auditorio militar. O la manipulaci¨®n del discurso: no hay "expectativas" de di¨¢logo con ETA, dice, expresi¨®n tramposa como lo fuera "el alto el fuego permanente" anunciado por los etarras. Riesgo a asumir, ninguno. Ejemplo, el Congreso de las V¨ªctimas del Terrorismo: si quieren abuchear, que lo hagan a otro. En cambio, si la ceremonia es vistosa y puede contribuir al lustre de la pol¨ªtica del Gobierno, hay que promocionarla al m¨¢ximo, con independencia de su efectividad. Promocionarla y de paso silenciar toda expresi¨®n cr¨ªtica sobre el evento all¨ª donde alcance la mano del Estado. Caso de la Alianza de Civilizaciones, cuyo primer gran foro est¨¢ a punto de inaugurarse en Madrid.
Tal como est¨¢ montada, ?en qu¨¦ puede contribuir la Alianza a disminuir las tensiones de fondo religioso hoy observables? Sin duda es positivo el esfuerzo por insistir en que no es tiempo de cruzadas ni de yihad, y resulta muy ¨²til crear plataformas a nivel mundial de di¨¢logo entre culturas y religiones. El problema es que la yihad y los impulsos de cruzada, no violenta pero s¨ª impulsada a modo de reconquista interior por Ratzinger, est¨¢n ah¨ª, y el aura de angelizaci¨®n que viene promocionando la Alianza para toda creencia no s¨®lo desautorizar¨¢ los intentos de an¨¢lisis, sino que incluso puede justificar la difusi¨®n de falsas im¨¢genes idealizadas del hecho religioso y el establecimiento de la censura, tanto en la educaci¨®n como en la comunicaci¨®n social. Tras la imagen id¨ªlica del para¨ªso religioso se dibuja siempre la sombra del inquisidor. La obsesi¨®n por combatir la "islamofobia", en vez de hacerlo contra el racismo y los viveros de Al Qaeda, apuntan a esa direcci¨®n. Y la realidad quedar¨¢ fuera de campo. Al director de Al Yazira no se le reprochar¨¢ en el foro su encuesta aprobatoria del gran atentado de Argel, y al presidente Erdogan, protagonista hasta ahora de una inteligente reconversi¨®n democr¨¢tica del islamismo en Turqu¨ªa, no se le cuestionar¨¢ la restricci¨®n de derechos y el acoso que sufren all¨ª las minor¨ªas cristianas, tema bien documentado hace poco por The Economist. Triunfe el espect¨¢culo.
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