Fin del cautiverio
La liberaci¨®n de dos rehenes de las FARC es un gesto humanitario con consecuencias pol¨ªticas
La liberaci¨®n de Clara Rojas y Consuelo Gonz¨¢lez tras casi seis a?os de cautiverio en manos de las FARC es una buena noticia que no puede empa?ar el hecho de que Ch¨¢vez instrumentalice pol¨ªticamente su mediaci¨®n, convirti¨¦ndola en una baza para su proyecto de liderazgo en Am¨¦rica Latina. El propio presidente Uribe le ha agradecido sus gestiones, pese a las tensiones entre ambos por el fracaso del intento anterior.
Ch¨¢vez responsabiliz¨® entonces a Bogot¨¢ de haber boicoteado la entrega de las rehenes. La realidad era distinta: las FARC no ten¨ªan en su poder al hijo que Clara Rojas dio a luz durante su cautiverio, y al que tambi¨¦n se hab¨ªan comprometido a liberar. El fiasco del espect¨¢culo organizado por Ch¨¢vez, con presencia de dignatarios extranjeros y el director de cine Oliver Stone, permiti¨® conocer el comportamiento inhumano de las FARC, que no s¨®lo separaron a una madre de su reci¨¦n nacido, sino que, adem¨¢s, se desentendieron por completo de su suerte. El ni?o ha aparecido en un orfanato.
Ch¨¢vez conf¨ªa en recuperar la iniciativa pol¨ªtica tras el ¨¦xito obtenido en Colombia, despu¨¦s de una sucesi¨®n de reveses -en particular, la derrota en el refer¨¦ndum constitucional- que le han llevado a moderar sus proclamas sobre el socialismo del siglo XXI. Pero el l¨ªder venezolano podr¨ªa verse atrapado por lo que, en principio, s¨®lo pretend¨ªa ser un golpe de efecto, encaminado a demostrar su capacidad de interlocuci¨®n en algunos de los problemas enquistados en el continente. Como le record¨® Consuelo Gonz¨¢lez tras ser liberada, quedan varios centenares de secuestrados en manos de las FARC y, por tanto, el ¨¦xito le obliga a no detener sin m¨¢s las gestiones. Abandonarlas ahora ser¨ªa tanto como reconocer que la ret¨®rica humanitaria de estos meses era un simple se?uelo para adquirir protagonismo.
Si en el primer intento de liberaci¨®n Uribe parec¨ªa condenado a ejercer de convidado de piedra, en ¨¦ste su posici¨®n no ha sufrido un desgaste pol¨ªtico de grandes proporciones. Era dif¨ªcil para Uribe encontrar un punto de equilibrio entre consentir un gesto humanitario y reconocer que en el pasado hab¨ªa sido intransigente, dificultando por pura inflexibilidad la posibilidad de encontrar una salida al drama que viven los secuestrados. Los rocambolescos avatares de la liberaci¨®n han ampliado su margen de maniobra en la misma proporci¨®n que han mermado el aura de infalibilidad de las FARC, en la que crey¨® el propio Ch¨¢vez, mostrando al mundo el rostro m¨¢s cruel de la guerrilla.
Como Clara Rojas y Consuelo Gonz¨¢lez, los rehenes de las FARC deben quedar en libertad sin m¨¢s demora. No existe ninguna causa capaz de justificar la atrocidad de mantener a varios centenares de personas en un cautiverio atroz, sin otro motivo que el inter¨¦s de un grupo armado por mantener a la poblaci¨®n de un pa¨ªs bajo el chantaje y el terror.
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