Contertulios sin fronteras
Ya nadie se acuerda, pero hubo un tiempo en que no exist¨ªan los contertulios. Nadie se acuerda de que entonces, en ese tiempo, que a partir de ahora llamaremos a. c. (antes del contertulio), los programas se trufaban con expertos en la materia que se trataba y ya est¨¢, a tomar por culo la bicicleta. Si el programa trataba de viajes se invitaba a Luis Carandell, contertulio de la ¨¦poca precontertuliar; si la cosa iba de ni?os aparecidos se requer¨ªa a Jim¨¦nez del Oso (antecedente del inefable Iker Jim¨¦nez); si iba del Papa, a Papaloma; si del coraz¨®n, a Tico; si de humor, a Chumy Ch¨²mez; si de flamenco, a Lauren Postigo, y as¨ª segu¨ªa la lista. A muchos de ellos, el tiempo se los trag¨® y permanecen s¨®lo en la mente de algunos de nosotros, esos seres absurdos que andamos a caballo entre el mundo pop y el mundo camp. Su ¨¦poca pas¨®, ahora reina el contertulio. El contertulio se diferencia del experto en que no se le requiere para que opine sobre un campo espec¨ªfico, para nada; al contertulio s¨®lo se le exige que sea vehemente, no respete el turno de palabra y anime el cotarro. Por ley, no puede haber un contertulio soso. El contertulio soso es contertulio muerto. Antes, o sea, hace cinco a?os o as¨ª, cada programa o cada canal de televisi¨®n ten¨ªa una serie de contertulios fijos que no se repet¨ªan en ninguna otra emisora. Cada grupo de comunicaci¨®n optaba por unos o por otros por razones ideol¨®gicas o de simpat¨ªas est¨¦ticas. Ahora no, ahora la cosa es much¨ªsimo m¨¢s estramb¨®tica: los contertulios son los mismos en todos los programas de todos los canales, lo ¨²nico que cambia es el presentador. Tiremos de datos. Pongamos que ahora mismo hay en activo en la Espa?a plural unos cincuenta contertulios; bien, pues estas pobres cincuenta criaturas tienen que ir de una contertulia a otra, sin quejarse, dej¨¢ndose la salud en esos cinturones suburbanos que les llevan de una tele a otra, marchitando su piel en salas de maquillaje, para hablarnos o chillarnos sobre el Rey, la educaci¨®n para la ciudadan¨ªa, el aborto, Carla Bruni y Rouco Varela. Escojamos un contertulio al buen tunt¨²n, Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, ese hombre. Ese hombre salta de la tertulia de Curry (esa diosa de Telemadrid supercolgada en YouTube por una juventud que no sale de su asombro) a esa otra del micr¨®fono del coitus interruptus (?59 segundos?) y a una charleta de madrugada en Tele 5. Preguntarse de d¨®nde saca tiempo nuestro hombre para informarse, dado el torrente de opini¨®n que sale por esa boca, ser¨ªa una chorrada propia del siglo XX; en el siglo XXI cabe plantear el asunto en t¨¦rminos m¨¢s humanos: ?cu¨¢ndo duerme, come, hace vida familiar, o incluso otras cosas, ese hombre? El se?or Rodr¨ªguez es s¨®lo un nombre al azar porque a mi cabeza me vienen otros, el inagotable Sopena, la agotadora Mar¨ªa Antonia, el republicano Rafael Torres, todos aquellos que ya, olvidados de que fueron algo as¨ª como contertulios pol¨ªticos, se han adherido tambi¨¦n a las tertulias de Ostos, Mila Jim¨¦nez o B¨¢rbara Rey, siguiendo la estela de Sarkozy, que convierte la pol¨ªtica en prensa rosa y el cotilleo en pol¨ªtica. Todos en el mismo puchero. ?Y lejos de m¨ª la intenci¨®n de criticarlo! Al contrario, lo que siento es seria preocupaci¨®n por estos seres que con generosa intenci¨®n de entretenernos se est¨¢n dejando la vida. El otro d¨ªa, de la forma m¨¢s natural del mundo, nuestra Mar¨ªa Antonia dec¨ªa en una tertulia nocturna: "Como ya afirm¨¦ esta ma?ana en una tertulia de Radio Euskadi...". Hace a?os, estar tan expuesto medi¨¢ticamente hubiera provocado alg¨²n pudor, ahora yo dir¨ªa que el verdadero contertulio es el que tiene tres tertulias de media al d¨ªa. Con menos de eso eres un desgraciao. Eso s¨ª, con m¨¢s de seis tertulias se han dado caso de contertulios colapsados, porque las personas necesitan un respiro (no me refiero a los espectadores, que tambi¨¦n), que han tenido que ser reanimados en el mismo plat¨®. Tanto es el traj¨ªn de los contertulios que se ha creado una Brigada Central del Contertulio. La sede est¨¢ en Sanchinarro, y de all¨ª salen en minibuses que pasan el d¨ªa de una tele a otra intercambiando contertulios. Desde que existe la Sede, todo se ha simplificado much¨ªsimo. Cuando se da el caso, por ejemplo, de que un contertulio se colapsa tras seis tertulias seguidas -porque un contertulio, contra lo que pudiera parecer, no es un replicante, sino un ser humano-, la cosa se resuelve inmediatamente: el canal llama a la Sede y pide un contertulio de las mismas caracter¨ªsticas del colapsado: "?Urgentemente, un fan¨¢tico defensor de ZP!". O bien: "?Necesitamos un ex comunista que piense que el PSOE nos va a obligar a casarnos con gays, tener hijos adoptados y abortar a los biol¨®gicos!". Ah, en la Sede Central del Contertulio encuentras el abanico completo de la variedad espa?ola. No es un abanico grande, pero qu¨¦ le vamos a hacer, no damos m¨¢s de s¨ª. Como dice el psiquiatra Trujillo, mientras a un anglosaj¨®n tardas a?os en conocerle, el espa?ol se te da enterito en cinco minutos; basta con que largue tres opiniones para que sepas si es de los tuyos o es un perfecto gilipollas. As¨ª juzgamos nosotros a un contertulio: o de los nuestros, o gilipollas. Para que luego digan que no est¨¢n cumpliendo una labor educadora con la ciudadan¨ªa, qu¨¦ diantres.
El verdadero contertulio es el que tiene tres tertulias de media al d¨ªa. Con menos de eso eres un desgraciao
Al contertulio s¨®lo se le exige que sea vehemente, no respete el turno de palabra y anime el cotarro
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