En pelotas
Este art¨ªculo se habr¨¢ escrito ya muchas veces y mucho me temo que volver¨¢ a escribirse. Mal asunto. Seg¨²n una cr¨®nica de Mar¨ªa Sahuquillo publicada en este peri¨®dico, la compa?¨ªa a¨¦rea Ryanair ha desatado las cr¨ªticas de asociaciones de consumidores y de mujeres por un almanaque ben¨¦fico que muestra a varias azafatas de la compa?¨ªa posando en biquini: una, con una gorra de capit¨¢n, en la cabina de mando; otra, inflando un chaleco salvavidas, en el pasillo central de una nave; otra, con una esponja en la mano, junto a un avi¨®n; y as¨ª hasta llegar a doce azafatas: una por cada mes del a?o. La organizaci¨®n de consumidores Facua ha denunciado la campa?a ante el Instituto de la Mujer porque "atenta contra la dignidad de las trabajadoras de la compa?¨ªa". El Instituto de la Mujer se ha apresurado a hacer suya la denuncia: ha definido el almanaque como "discriminatorio", ha protestado porque "supone una representaci¨®n sexista de las mujeres que trabajan como tripulantes de la cabina de pasajeros y de todas las mujeres" (que aparecen "como objetos sexuales") y, dada la importancia del caso, ha decidido llevarlo ante el organismo correspondiente de la Uni¨®n Europea.
"?El desnudo de las azafatas atenta contra su dignidad? Lo ser¨ªa si hubiesen posado a la fuerza"
Siempre que leo una noticia como la anterior me entran ganas de echarme a llorar o de imitar a aquel caballero ingl¨¦s que recorri¨® el camino de Londres a Edimburgo caminando de espaldas y cantando himnos anabaptistas. Lo malo es que cada vez ocurre con mayor frecuencia y que adem¨¢s las denuncias suelen prosperar. ?El desnudo de las azafatas es un atentado contra su dignidad? Lo ser¨ªa si las azafatas hubiesen posado en biquini a la fuerza, pero resulta que, seg¨²n las propias interesadas, lo han hecho de forma voluntaria. ?D¨®nde est¨¢ entonces el atentado? ?D¨®nde est¨¢ la discriminaci¨®n? ?O es que el desnudo voluntario de una mujer constituye un atentado contra su dignidad y -nada menos- contra la de todas las mujeres? ?O es que todo desnudo femenino es una representaci¨®n sexista que convierte autom¨¢ticamente a las mujeres en objetos sexuales y que deber¨ªa ser suprimido? ?Tambi¨¦n la Venus de Milo? ?Tambi¨¦n La maja desnuda? ?Tambi¨¦n los miles de cuadros, esculturas y fotograf¨ªas en que aparece una mujer desnuda y que forman parte de la historia del arte universal? Se dir¨¢ que una cosa es el desnudo femenino con fines propagand¨ªsticos y otra el desnudo femenino con fines art¨ªsticos. Pero la distinci¨®n no est¨¢ nada clara: durante siglos, gran parte del arte fue una forma (mejor o peor) de propaganda, y ahora mismo gran parte de la propaganda es una forma (mejor o peor) de arte. Y, suponiendo que pueda distinguirse entre arte y propaganda, ?qui¨¦n decide qu¨¦ es qu¨¦? ?El Instituto de la Mujer? Si tuviese que denunciar todos los casos en que el cuerpo femenino es usado como reclamo publicitario, ese organismo no podr¨ªa hacer otra cosa, puesto que el noventa por ciento de la publicidad recurre a tal expediente. Y, dado que el prop¨®sito declarado del Instituto de la Mujer es promover las pol¨ªticas de igualdad entre hombres y mujeres, ?no deber¨ªa denunciar tambi¨¦n el uso cada vez m¨¢s frecuente y audaz del cuerpo masculino con fines publicitarios? Si aspiramos a que hombres y mujeres sean iguales ante la ley, ?no deber¨ªan desaparecer los llamados hombres objeto igual que deber¨ªan hacerlo las llamadas mujeres objeto? En Contra la desnudez, ?scar Tusquets reproduce un anuncio de Yves Saint Laurent que muestra a un joven con el aparato genital a la vista: como afirma Tusquets, nadie hasta ahora ha osado reproducir el aparato genital de la mujer con fines publicitarios y en cambio esto ya se ha hecho con el del hombre. ?No es ese joven un hombre objeto? ?No es eso discriminatorio? ?No deber¨ªamos protestar?
Todo esto es un disparate. Digan lo que digan los borregos de la incorrecci¨®n pol¨ªtica -tan borregos como los borregos de la correcci¨®n pol¨ªtica-, a pesar de las gazmo?er¨ªas e incoherencias de tantas feministas, el feminismo sigue siendo en nuestro pa¨ªs un mal necesario, por la sencilla raz¨®n de que hombres y mujeres s¨®lo somos iguales ante la ley en teor¨ªa, pero no en la pr¨¢ctica. No parece un buen asunto que el Instituto de la Mujer se dedique con denuncias rid¨ªculas y con el dinero de los contribuyentes a desacreditar una causa que, de momento y hasta que la realidad la vuelva superflua, deber¨ªa ennoblecer.
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