Nevenka, la reconstrucci¨®n de una vida: ¡°Me trataron como a las brujas que iban a la hoguera¡±
En 2000, Nevenka Fern¨¢ndez, concejala de Hacienda en el Ayuntamiento de Ponferrada regentado por el PP, denunci¨® al alcalde, Ismael ?lvarez, por acoso sexual. ?l fue condenado y dimiti¨®. Ella emprendi¨® una nueva vida fuera de Espa?a. Iciar Bollain vuelve a aquel caso en la pel¨ªcula ¡®Soy Nevenka¡¯. Conversamos con ella en su casa de Dubl¨ªn, donde vive.
Hay nombres de pila que se bastan por s¨ª mismos, y ya quedan acu?ados para nombrar a la persona sin que haga falta a?adir apellidos. Quedan como una marca indeleble. En ese sentido, Nevenka Fern¨¢ndez (Ponferrada, 49 a?os) siempre fue Nevenka, nombre de ra¨ªz eslava que alude a la flor de la cal¨¦ndula, met¨¢fora de la constancia y la devoci¨®n. Y su caso judicial fue el caso Nevenka. Y su prueba de vida, un v¨ªa crucis personal que dura ya 24 a?os y en el que sigue inmersa, es la prueba de vida de Nevenka, que se sienta en el jardincito de su coqueta casa de las afueras de Dubl¨ªn mientras enciende un pitillo, sonr¨ªe triste y avisa: no est¨¢ segura de poder alcanzar el objetivo de esta conversaci¨®n, que no es otro que sincerarse sobre lo que le pas¨®, sobre lo que decidi¨®, sobre lo que sufri¨® y sobre los frutos que, seguramente a veces con una indeseable lentitud y paciencia, empieza a recoger. Es una mujer valiente, si asumimos la valent¨ªa como acto prolongado en el tiempo y no como espasmo puntual o impostado. Los prejuicios son libres y sin conocerla uno puede llegar a preguntarse: ?es una mujer sincera hasta la m¨¦dula que escupe con fragilidad, elegancia y timidez todas las tribulaciones vividas o es una genial vendedora de historietas victimistas? Enseguida, y a¨²n m¨¢s al t¨¦rmino de una tarde en su casa, explota la evidencia: lo primero, sin asomo de duda. Tampoco pertenece a tipolog¨ªas infames como son los falsos profesionales de la empat¨ªa y la resiliencia, los esforzados peones de cierta industria de la solidaridad o el gremio astuto de quienes han hecho carrera explotando tanto mal ajeno cuales robin hoods o juanas de arco de sal¨®n (ver pol¨ªtica, periodismo, redes sociales, televisi¨®n¡). Excepci¨®n hecha de Nevenka, miniserie documental puesta en pie en 2021 por Ana Pastor, y del libro/testimonio de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s Hay algo que no es como me dicen. El caso de Nevenka Fern¨¢ndez contra la realidad, esta mujer en cuyo rostro conviven una belleza serena y el machaque de los costosos peajes pagados nunca se hab¨ªa lanzado a tumba abierta para contar su historia. Una historia de violencia, amargura y redenci¨®n. La historia personal de una mujer que marc¨® un antes y un despu¨¦s en el devenir del consentimiento en materia sexual.
Desde que en 2002 se hizo p¨²blica la sentencia contra el alcalde Ismael ?lvarez ¡ªprimer pol¨ªtico condenado en Espa?a por acoso sexual (multa de 6.480 euros e indemnizaci¨®n de 12.000) y con quien previamente Nevenka hab¨ªa mantenido una breve relaci¨®n de consentimiento mutuo¡ª, ella empez¨® a escribir su dram¨¢tica experiencia de agresi¨®n, depresi¨®n, salida de Espa?a, paso por Inglaterra y parada final en Irlanda. Hoy lo considera como su pa¨ªs, en ¨¦l vive y en ¨¦l trabaja (en la empresa aeron¨¢utica Airbus). Los 200 folios de ese relato nunca publicado, escrito en gran medida como forma de terapia, se titulan El poder de la verdad. La pel¨ªcula Soy Nevenka, que escribieron Isa Campo e Iciar Bollain y que ha dirigido esta ¨²ltima, llegar¨¢ a los cines espa?oles el 27 de septiembre. Pero antes ser¨¢ estrenada dentro de una semana en el Festival de Cine de San Sebasti¨¢n. Ella estar¨¢ all¨ª, aunque no tiene previsto cruzar la alfombra roja.
En las estanter¨ªas del sal¨®n descansan libros de poes¨ªa y de ensayo (hablamos un rato de uno de ellos, El acoso moral, de la psiquiatra francesa Marie-France Hirigoyen, compulsivamente subrayado), pero sobre todo de meditaci¨®n, filosof¨ªa budista y yoga tibetano, disciplinas en las que hace tiempo encontr¨® refugio y en las que acab¨® convirti¨¦ndose en maestra. Afuera solo se oye el graznido de las gaviotas y el runr¨²n lejano de un cortac¨¦sped. Nevenka luce por encima de su mu?eca derecha el tatuaje de Piol¨ªn que se hizo de joven y que cabre¨® a su padre, que le solt¨®: ¡°Aqu¨ª en El Bierzo solo se marca a las vacas¡±. Lucas, el compa?ero de Nevenka, y Neo (por el personaje de la pel¨ªcula Matrix) y Lee (por el luchador de artes marciales y actor Bruce Lee), sus mellizos de 11 a?os nacidos en Irlanda, se acaban de ir a jugar al tenis. Estamos solos y arranca la conversaci¨®n.
Gracias por esta entrevista. Hasta ahora no hab¨ªa concedido pr¨¢cticamente ninguna¡
No, me di cuenta pronto de que la prensa es dif¨ªcil. Es que a veces t¨² dices una cosa y luego, plasmado, se interpreta de una manera muy diferente. Es dif¨ªcil estar seguro de que el mensaje que se va a transmitir es el que t¨² quieres. Tambi¨¦n porque sigue habiendo un lado de m¨ª que sigue siendo muy cuidadoso de mi privacidad. Adem¨¢s, no quiero repetir siempre lo mismo y que la gente diga: ¡°Ya est¨¢ otra vez esta con su historia¡±¡
Esto que dice es clave desde un punto de vista social, y m¨¢s hoy, ?no?, con el bombardeo de informaci¨®n al que sometemos al receptor, a menudo no contrastado y a menudo con fines confusos.
Claro¡ Si pensamos solo en el lado productivo, pues seguramente es algo que funciona. A muchos desde luego les funciona. Y sobre todo les funciona muy bien la pol¨ªtica del odio. Pero como mi forma de ver las cosas es otra y mis intenciones no son esas, pues muchas veces me quedo con el silencio, que puede llegar a decir mucho m¨¢s que las palabras. Las palabras a veces se quedan cortas para expresar todo lo que uno quiere expresar.
?Cu¨¢les son sus intenciones?
Es que creo que en todo esto yo no soy muy pr¨¢ctica, creo que nac¨ª en un mundo que no¡, no s¨¦¡ c¨®mo explicarlo¡, yo no tengo redes sociales.
No se preocupe, ya somos dos. Bueno, y hay muchos m¨¢s que dos.
Me dicen a veces: ¡°Si te abrieras una cuenta de Instagram tendr¨ªas miles de seguidores¡±. Y claro, a lo mejor ser¨ªa la forma de ayudar a¡, porque ese ha sido siempre mi objetivo, ayudar a que este problema se entienda, que se entienda qu¨¦ es la agresi¨®n del acoso. Y si se entiende, quiz¨¢ eso ayude a educar y as¨ª podamos vivir en un mundo mejor, dejarles un mundo un poco m¨¢s justo a las siguientes generaciones. Si alguien sufre una agresi¨®n, la culpa no es de la persona que la sufre. Y creo que como sociedad hemos mejorado mucho, pero a¨²n hay gente que se niega a ver lo obvio. Un m¨¦dico, a un enfermo de c¨¢ncer, no le echa la culpa de estar enfermo.
Gente como aquel fiscal siniestro del juicio, ?no?, el tal Garc¨ªa Ancos¡ [que acab¨® siendo relevado].
Pues lo suyo fue a¨²n peor durante la instrucci¨®n a puerta cerrada. Me llam¨® cosas horribles.
La verdad es que era tan irreal que parec¨ªa un personaje de ficci¨®n.
Si no lo ve¨ªas, no lo cre¨ªas. Pero lo vio todo el mundo. Fue una suerte.
?Lucha por olvidar todo aquello o eso es imposible?
Olvidar es imposible, pero puedes aprender de lo vivido. Yo me he esforzado mucho durante estos 20 a?os porque no quer¨ªa vivir con sentimientos de odio, de rabia y de angustia toda la vida. Porque te perjudican a ti y al final t¨² perjudicas a los dem¨¢s. Me he esforzado por m¨ª, para encontrarme mejor, pero tambi¨¦n por un sentimiento de justicia que creo que he tenido dentro siempre. Me resulta insoportable que la sociedad me obligara a callar algo tan injusto.
Pues el odio y la rabia est¨¢n como muy de moda. Algunos hasta hacen de ello su profesi¨®n.
S¨ª, son emociones, existen y tenemos que aceptar que existen. Pero claro, t¨² las puedes fomentar o puedes decidir no hacerlo. Creo que fomentarlas no nos viene bien a los seres humanos ni individual ni colectivamente.
Cuando sali¨® la sentencia del Tribunal Supremo sobre su caso¡, ?qu¨¦ pens¨®, qu¨¦ hizo?
A ver, entonces yo llevaba en Inglaterra unos dos a?os, y aunque esa experiencia fue una apertura de mente y de puertas salvaje, todav¨ªa ten¨ªa un pie en Espa?a, mis afectos, mis amigos, mi hermana estaba en Espa?a, Lucas estaba en Espa?a, y al volver pens¨¦ que, como por fin me hab¨ªan dado la raz¨®n, las cosas cambiar¨ªan y podr¨ªa continuar con mi vida. Pero cuando llevaba un a?o me di cuenta de que no. Y volv¨ª a empeorar much¨ªsimo.
?Por qu¨¦?
Porque hice much¨ªsimas entrevistas de trabajo, y nada. Fui a todas, fui hasta a las de Zara. Trabajar era muy importante para m¨ª, lo ¨²ltimo que quer¨ªa era quedarme sentada d¨¢ndole vueltas a todo.
?Qu¨¦ pasaba en esas entrevistas?
Pues que cuando llegaba el momento¡, pues nada. Yo creo, la verdad, que en muchas me llamaban solo para ver c¨®mo era, por curiosidad. Claro, como hab¨ªan o¨ªdo hablar tanto de m¨ª¡ Y adem¨¢s, yo me negaba a quitar del curr¨ªculo mi experiencia en el Ayuntamiento de Ponferrada, como me hab¨ªan recomendado algunas personas¡, pero es que, entre otras cosas, no ten¨ªa mucha m¨¢s. Y tambi¨¦n era un tema de dignidad, me dec¨ªa a m¨ª misma: ?y por qu¨¦ tengo que negar que estuve all¨ª si profesionalmente aprend¨ª mucho? Pues me niego a esconderme. Pero el caso es que en todas las entrevistas me acababan diciendo que no. No tuve ni una oportunidad. Si la hubiera tenido, me habr¨ªa quedado. As¨ª que decid¨ª volver a Inglaterra.
?Ese es el motivo por el que se fue de Espa?a, porque no encontraba trabajo?
A ver, la primera vez no, claro, la primera vez me voy porque me tengo que ir, por el foll¨®n que se monta despu¨¦s del juicio y que no nos esper¨¢bamos, incluyendo amenazas de muerte. Al principio mi idea era irme tres meses, pero¡
?Se fue a Londres?
No, antes fui a una ciudad que se llama Chester. Bueno, viv¨ªamos en un pueblo que se llama Wrexham, que ya es Gales, y que est¨¢ al lado. Me fui a vivir con un amigo de Lucas, al que yo llamo Sensei, y que era heavy y que resulta que era tambi¨¦n de Ponferrada, mira que el mundo es peque?o. All¨ª viv¨ª, en su casa, con otros estudiantes.
Y all¨ª se puso a trabajar. ?De qu¨¦?
All¨ª encontr¨¦ trabajo r¨¢pido. Primero en una f¨¢brica de pollos y luego en un fish & chips. En el fish & chips perd¨ªa dinero, pero mejor¨¦ mucho en mi ingl¨¦s porque ah¨ª pod¨ªa hablar con los clientes. En Wrexham no hab¨ªa muchas morenas. Y la gente se sorprend¨ªa con el acento de la espa?ola que vend¨ªa pescado y patatas fritas. Algunos amigos de la carrera en el CEU fueron a visitarme y me dec¨ªan que c¨®mo iba estar all¨ª, en un fish & chips¡
?Con su formaci¨®n de economista!
Claro, pero yo estaba feliz. Aquello me daba para pagarme la vida lejos de aquella otra Nevenka y del ruido, y para aprender ingl¨¦s.
Volvamos al caso Nevenka. Dice que no se esperaba ¡°el foll¨®n¡± que se mont¨® con el juicio y la sentencia. ?No era consciente de que aquello pod¨ªa pasar?
Mucha gente me dice: ¡°?Qu¨¦ valiente fuiste!¡±. Pero creo que si entonces hubiera sido consciente de lo que ven¨ªa, no habr¨ªa podido denunciar. Ahora entiendo muy bien a los que me llamaron loca por hacerlo. Pero yo no estaba loca. Lo que estaba intentando era sobrevivir. Porque de no haber denunciado, habr¨ªa muerto. No ten¨ªa otra opci¨®n. Pero no creo que todas las mujeres, ante un caso as¨ª, puedan denunciar. Porque denunciar significa romper con todo. Y que te rompan. No es una decisi¨®n f¨¢cil, ni econ¨®micamente, ni personalmente ni emocionalmente. Y por eso, desde esa perspectiva, digo, fui muy inconsciente. Pero si te sientes entre la vida y la muerte, pues¡, no s¨¦¡, yo siempre tuve claro que quer¨ªa vivir ¡ªo morir¡ª peleando.
Pese a todo, cuando los periodistas le preguntaron qu¨¦ aconsejaba usted a otras mujeres que estuvieran en su caso, dijo: ¡°Denunciar¡±.
No¡, dije ¡°hablar¡±. Creo que no llegu¨¦ a decir ¡°denunciar¡±. Hablar s¨ª, claro, hay que hablar, primero porque lo que no se nombra no existe, y segundo porque ese silencio solo favorece a los que agreden y a quienes los cubren. Pero claro, hay que ser muy fuerte tambi¨¦n para poder hablar, porque al hablar nos enfrentamos a la cultura de la que venimos en Espa?a, esa de ¡°estas son cosas de casa, qu¨¦ reputaci¨®n para ti como mujer, y a m¨ª no me acosan si no me dejo¡±.
?Se atribuye usted, atribuye a su caso, una relativa importancia simb¨®lica en los avances en la lucha contra las agresiones, los abusos y los acosos sexuales?
Lo estoy pensando ahora e igual estoy aprendiendo que quiz¨¢ s¨ª la tenga, pero no me paro mucho a pensarlo, en el fondo creo que yo soy solo un ser humano en un mundo lleno de seres humanos, mujeres y hombres, much¨ªsimo m¨¢s valientes que yo y mucho menos conocidos, a los que les ocurren cosas terribles todos los d¨ªas y de las que no sabemos nada. Creo que soy solo una m¨¢s. Me alegra si mi caso tuvo esa importancia y si ayud¨® a visibilizar qu¨¦ es el acoso.
?Est¨¢, o ha estado alguna vez, harta de ser Nevenka la del caso Nevenka?
No. Harta no, he estado avergonzada. Pero eso ya pas¨®.
?Aquella Nevenka y esta son la misma?
Ahora ya casi s¨ª. Todav¨ªa no al 100%¡, un 97%-98% [r¨ªe]. Experiment¨¦ un gran avance personal con la serie documental que hizo Ana Pastor. Fue un revulsivo. All¨ª yo dec¨ªa: ¡°Ha llegado el momento de reconciliar a Nevenka¡±, y es como lo sent¨ªa. Durante a?os, esa Nevenka era otra, no pod¨ªa pensar en lo que hab¨ªa pasado, no pensaba en la otra Nevenka porque cuando lo hac¨ªa era doloros¨ªsimo, hab¨ªa muchas cosas personales pendientes, sin resolver, de mis amigos, de mi familia¡ Mi padre ten¨ªa una empresa y la arrasaron, hubo muchas consecuencias graves para algunas personas, adem¨¢s de las propias. Fue terrible, durante a?os no pude mirarme en un espejo.
Si entiendo bien, est¨¢ hablando de un profundo sentimiento de culpa¡
Tuve un sentimiento de culpa total. Total. Culpa por lo que ocurri¨®, porque pensaba, igual que la sociedad en la que viv¨ªa, que si yo no hubiese tenido aquella relaci¨®n con ¨¦l, el acoso no habr¨ªa ocurrido¡, aunque ahora estoy empezando a entender que eso en realidad no importaba, que habr¨ªa ocurrido de todos modos, porque creo que ¨¦l ten¨ªa un plan¡ Y luego, por supuesto, la culpa que aquella denuncia p¨²blica caus¨® a la gente que m¨¢s quer¨ªa. Claro, ahora tengo casi 50 a?os, pero entonces ten¨ªa 26 y lo ve¨ªa todo distinto. Ten¨ªa unos 26 muy inocentes, adem¨¢s. No s¨¦, pensaba que todo el mundo era bueno. Y entonces confi¨¦ absolutamente en las buenas intenciones de aquel hombre, hasta que vi no ya que era tarde, sino que ya no pod¨ªa hacer nada para salir de aquella tela de ara?a, de las trampas. Me di cuenta de que hab¨ªa sido v¨ªctima de un agresor y maltratador, v¨ªctima de una persona malvada y enferma¡, porque yo creo que estaba enfermo.
Aquel tormento personal, ?le hizo desenga?arse de la vida o de asuntos importantes de la vida? ?La convirti¨® en una persona m¨¢s descre¨ªda?
Me hizo quedarme aislada. Desde entonces me he fiado en mi vida de muy pocas personas. De poqu¨ªsimas. He hecho muy pocos amigos nuevos. Me ha costado much¨ªsimo confiar en la gente. No mucha gente me conoce. Por supuesto, puedo tener una conversaci¨®n sobre los ni?os, sobre el tiempo, sobre las vacaciones, sobre pol¨ªtica ¡ªbueno, en Espa?a no¡ª, pero sobre m¨ª, con muy pocas personas. Me da miedo ser vulnerable. Ahora estoy pele¨¢ndome conmigo misma en eso, en no tener miedo, en no ser vulnerable, porque creo que merece la pena y porque hoy me f¨ªo m¨¢s de mi instinto, y mi instinto me dice que todo va bien.
Si nos pusi¨¦ramos un poco cursis, ?podr¨ªamos hablar de la reconstrucci¨®n de Nevenka?
[R¨ªe] S¨ª¡, y es un proceso laaaaaargo.
A veces, en las conversaciones, salen frases que pueden parecer banales o pasajeras, pero que no lo son. Como una que ha dicho usted: ¡°No mucha gente me conoce¡±.
Es que yo no me siento c¨®moda hablando de m¨ª y de lo que pienso m¨¢s que con algunas personas, ya he dicho, muy pocas. Tengo que decir que tengo mucha suerte, porque tengo muy buenos amigos. Muy pocos. Claro que todo aquello me afect¨® mucho en c¨®mo me relacionaba con el mundo. Adem¨¢s, ten¨ªa mucho miedo a que la gente supiera que yo era ¡°esa¡± Nevenka y que eso me costara el curro. Esto me pasaba hasta hace nada, ?eh? Cuando iba a salir el documental en Netflix me daba p¨¢nico pensar que si se enteraban en mi trabajo pod¨ªa perderlo.
Durante el proceso, su psic¨®logo y amigo Jos¨¦ Antonio Bustos dijo: ¡°El trauma est¨¢ hecho¡±. Su abogado y amigo Adolfo Barreda dijo: ¡°Se te va a cuestionar una y otra vez, ser¨¢ un proceso muy largo¡±. ?Sigue abierto ese proceso?
Yo en aquella ¨¦poca ni escuchaba, ni siquiera ten¨ªa la capacidad de entender esas cosas. Yo solo necesitaba vivir, y no pod¨ªa porque¡, porque¡ s¨¦ que esto es complicado de entender pero hay cosas de las que uno no se puede olvidar. Y ya.
Al contrario, es muy f¨¢cil de entender.
Pues hay gente que no lo entend¨ªa. Que te dec¨ªa: ¡°?Olv¨ªdate ya, tienes 26 a?os, empieza una nueva vida!¡±.
?Se arrepinti¨® en alg¨²n momento de haber tomado la decisi¨®n de denunciar?
Nunca, nunca he pensado ¡°ojal¨¢ no lo hubiera hecho¡±, ?y eso que f¨ªjate la que se mont¨®! Aunque tambi¨¦n me dio la oportunidad de vivir.
?Qu¨¦ quiere decir exactamente?
Que finalmente de todo se pueden extraer cosas positivas, y que al final en vez de haberme quedado quiz¨¢ en Ponferrada, pude iniciar una nueva vida¡ que hoy me sonr¨ªe. De lo m¨¢s negro de aquella historia salieron flores hermosas. Por todo el horror vivido, pude salir de all¨ª y conocer unos lugares y a personas maravillosas, y tener la vida que he tenido y tengo, un trabajo que me encanta, y sobre todo tengo una familia a la que quiero y que me quiere. Una vida feliz, vamos.
Por cierto, hablando de Ponferrada. Durante la instrucci¨®n y el proceso, y a¨²n m¨¢s cuando se conoci¨® la sentencia, dio como la sensaci¨®n de que la gente de la ciudad que apoyaba al alcalde y la criticaba a usted le ¡°rob¨® el problema¡±. Es decir, que actuaban como si el problema ya no lo tuviera usted, ni siquiera el alcalde¡, sino ellos. Ellos eran los indignados. Muy espa?ol, ?no?
La reacci¨®n social me impresion¨®. No me imaginaba que aquella sociedad se iba a poner de esa manera, no me imaginaba aquel grado de incomprensi¨®n. Me trataron como a las brujas que iban a la hoguera.
?A qu¨¦ se refiere con ¡°aquella sociedad¡±? Porque s¨ª, hubo esa sociedad que la conden¨®, pero¡
¡ yo no vi otra. S¨ª, claro, hab¨ªa unos poquitos amigos.
Mucha gente la apoy¨® y siempre la ha apoyado.
Eso ha cambiado mucho. No digo que no hubiera gente que lo pensara. Otra cosa era decirlo. Espa?a ha cambiado.
?Hemos dejado atr¨¢s el ¡°algo habr¨¢ hecho¡±, quiere decir?
No s¨¦ si tanto como me gustar¨ªa pero algo s¨ª. Hemos vivido ¡°ochos de marzo¡±, hemos vivido ¡°esta es tu manada¡±, que a m¨ª me hizo llorar, y esa fue una de las razones por las que me decid¨ª a hablar la primera vez. Pero he sentido rechazo social durante mucho tiempo. Hace a?os tuve que llamar a la Universidad Complutense para pedir mis t¨ªtulos oficiales espa?oles, para que me los convalidaran aqu¨ª, y cuando dec¨ªa ¡°soy Nevenka Fern¨¢ndez¡± hab¨ªa como un silencio que me traspasaba. Yo entend¨ªa bien aquel rechazo silencioso. Los primeros a?os, los viajes que hac¨ªamos Lucas y yo a Ponferrada tampoco eran f¨¢ciles. Hasta evit¨¢bamos volar en Iberia para no hacer la cola con los pasajeros espa?oles.
Y todo, para acabar convertida en un personaje de pel¨ªcula. ?Cu¨¢ndo se dio cuenta de que lo era?
Cuando fui al rodaje en Zamora, con Lucas y los ni?os [el Ayuntamiento de Ponferrada, gobernado en coalici¨®n por PP, Vox y Coalici¨®n por El Bierzo, no atendi¨® las peticiones de la productora para rodar en la ciudad]. Vi todo aquello y pens¨¦: ostras, que esto es una peli. Llegamos al lugar donde estaban rodando y nos colocamos detr¨¢s de unas vallas. Y viene una se?ora mayor y me dice: ¡°Ustedes no son de aqu¨ª, ?verdad?¡±. Y yo: ¡°No, hemos venido a ver el rodaje¡±. Y ella: ¡°Pues creo que es una pel¨ªcula sobre una chica muy valiente¡±. Y yo le contest¨¦: ¡°Pues s¨ª, me parece que era muy valiente¡±.
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