Los amantes se matan
El t¨ªtulo de esta comedia de 1962, Delirio a d¨²o, es tan sugerente como impreciso. Ionesco hace en ella un retrato implacable de una relaci¨®n de pareja viciada por 17 a?os de roce. Sus protagonistas, un intelectual, todo ¨¦l teor¨ªa, y una mujer ociosa, no se entienden ni se aguantan. Viven un infierno de discusiones absurdas, pero muy reales: disparates como los que sueltan con convicci¨®n absoluta se escu-chan a diario en las tribunas m¨¢s altas y en las mejores familias.
No tienen nada que hacer juntos, pero tampoco pueden estar separados. Son la viva expresi¨®n de un c¨ªrculo vicioso. Cada palabra que se dedican es una andanada en la l¨ªnea de flotaci¨®n del otro. Se insultan sin contemplaciones. Las explosiones que se escuchan en su apartamento mientras conversan, provenientes de la calle, parecen una extensi¨®n de su guerra conyugal. Apurando una interpretaci¨®n personal, dir¨ªa que las provocan ellos, sin saberlo. Se creen que el enemigo est¨¢ fuera, cuando lo tienen dentro. El acorralamiento progresivo de esta pareja recuerda el que sufren los protagonistas de Los forjadores del imperio (1959), de Boris Vian; los del relato Casa tomada, de Cort¨¢zar, y los de Am¨¦d¨¦e, comedia inmediatamente anterior de Ionesco, que son obras mayores.
Delirio a d¨²o
De Ionesco. Versi¨®n y direcci¨®n: Salva Bolta. Int¨¦rpretes: Gerardo Malla y Jeannine Mestre. Escenograf¨ªa y vestuario: Ana Garay. Sala de la Princesa. Teatro Mar¨ªa Guerrero. Hasta el 17 de febrero.
A Delirio a d¨²o le falta remate: no es de las comedias del autor rumano que se dejan querer sin reservas. Salva Bolta, su director, le toma el pulso en un espacio esc¨¦nico min¨²sculo, exprimido hasta la ¨²ltima gota por la escen¨®grafa Ana Garay. Jeannine Mestre y Gerardo Malla, sus int¨¦rpretes, se mantienen a lomos de un texto que descabalgar¨ªa a cualquiera, pero sin llegar a ponerlo al galope. Mestre le saca m¨¢s partido al estilo anguloso y expresionista marcado por Bolta que, con los rostros de los actores tan cerca del p¨²blico, al principio resulta artificioso y, despu¨¦s, se acepta.
Babelia
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