Los ¨¢rabes inventan la rep¨²blica hereditaria
El problema de la sucesi¨®n en las rep¨²blicas ¨¢rabes laicas pone de relieve las circunstancias en las que abordan la transici¨®n a una fase post-revolucionaria, porque la sucesi¨®n en los reg¨ªmenes que no construyen instituciones fuertes siempre tiene el peligro de desencadenar una crisis del sistema. Aunque la decisi¨®n de algunos de recurrir a la sucesi¨®n din¨¢stica parece poco democr¨¢tica, no carece por completo de ventajas. Se puede decir que equivale a escoger la modernizaci¨®n econ¨®mica, el fin de la pol¨ªtica del conflicto y, con el tiempo, un cambio pol¨ªtico positivo.
Los a?os de autoritarismo represivo respaldado por Occidente han cortado de ra¨ªz cualquier posibilidad de desarrollo de una alternativa liberal a los reg¨ªmenes ¨¢rabes existentes y han convertido la celebraci¨®n repentina de unas elecciones en un peligroso ejercicio de democracia isl¨¢mica.
La sucesi¨®n din¨¢stica en las rep¨²blicas ¨¢rabes laicas no carece de ventajas
La transici¨®n no seguir¨¢ un modelo occidental ni la impondr¨¢ EE UU
Una democracia que produce Gobiernos dirigidos por Ham¨¢s, Hezbol¨¢ o los Hermanos Musulmanes tiene que ser inevitablemente antioccidental y oponerse a un "proceso de paz" con Israel de inspiraci¨®n estadounidense.
Siria ya ha intentado garantizar la continuidad del r¨¦gimen mediante una sucesi¨®n hereditaria y casi mon¨¢rquica, entre Hafez el Assad y su hijo Bashar. Existen se?ales de que Egipto va a imitar su ejemplo y el hijo de Hosni Mubarak, Gamal, heredar¨¢ el poder. En Libia, a Muammar el Gaddafi puede sucederle su hijo Seif el Islam. Estos reg¨ªmenes nacionalistas laicos, salidos de revoluciones militares, no han sabido dotarse de una genuina legitimidad popular y han tenido que recurrir a las tradiciones de sucesi¨®n din¨¢stica que practicaban los reg¨ªmenes que derrocaron.
La importancia de la sucesi¨®n hereditaria en la b¨²squeda de la paz y la estabilidad qued¨® patente cuando Hafez el Assad aprob¨® unos gestos de buena voluntad sin precedentes con el fin de arrastrar al Gobierno israel¨ª de Ehud Barak a un acuerdo de paz. El Assad, un hombre viejo y enfermo, que iba a morir meses despu¨¦s, actu¨® con el deseo urgente de lograr un acuerdo que liberara a su hijo inexperto de tener que luchar por la recuperaci¨®n de los Altos del Gol¨¢n.
Bashar Assad se mantiene fundamentalmente leal al legado de su padre. Del mismo modo que las pol¨ªticas nucleares desafiantes de Corea del Norte e Ir¨¢n, la pertenencia de Bashar al "eje del mal" de la regi¨®n es un llamamiento a negociar con Estados Unidos, no una invitaci¨®n a la invasi¨®n, y a lograr un acuerdo con Israel, no a entrar en guerra.
En Egipto, Mubarak ha dado la espalda a la ret¨®rica de la revoluci¨®n de Gamal Abdel Nasser y sus grandiosos planes estrat¨¦gicos. El punto central de su pen
samiento es la estabilidad. De ah¨ª que no pudiera aceptar los extra?os planes de Estados Unidos para promover la democracia. Pero s¨ª estuvo m¨¢s que dispuesto a encabezar el apoyo diplom¨¢tico ¨¢rabe a la conferencia de paz de Annapolis. Al fin y al cabo, la pasi¨®n que suscita la situaci¨®n de los palestinos entre los egipcios es una fuente de inestabilidad muy peligrosa.
La sucesi¨®n de Mubarak est¨¢ llev¨¢ndose a cabo de una forma especialmente elaborada. La ascensi¨®n de su hijo, a diferencia de la de Bashar en v¨ªsperas de la muerte de su padre, no est¨¢ nada clara. Sin embargo, al permitirle que adquiera legitimidad popular y una gran aceptaci¨®n dentro del aparato pol¨ªtico, como motor de los preparativos del partido para la era post-Mubarak, se est¨¢ dando a Gamal la situaci¨®n estrat¨¦gica necesaria para competir a la hora de la verdad por la presidencia.
Muchos le atribuyen el m¨¦rito de haber establecido las prioridades del pa¨ªs y ser el motor de las reformas econ¨®micas liberales que, desde 2004, han supuesto un salto cualitativo para la econom¨ªa egipcia. Es posible que, como dicen los detractores del presidente Mubarak, el titubeante proceso de democratizaci¨®n refleje el intento de obstaculizar a todos los posibles rivales de Gamal. Pero con el declive del nacionalismo laico y el ascenso del islamismo, el poder electoral oculto de los Hermanos Musulmanes representa una amenaza mortal para el r¨¦gimen y su alianza estrat¨¦gica con Occidente. Por consiguiente, el r¨¦gimen se niega a correr riesgos.
Tampoco la decisi¨®n de Muammar el Gaddafi de dejar de ser un paria internacional est¨¢ completamente desvinculada de su deseo de legar a su hijo un Estado que viva en paz con el mundo. Su desastroso historial en materia de derechos humanos no ha cambiado, pero el extravagante Gu¨ªa de la revoluci¨®n ha dejado de coquetear con las armas de destrucci¨®n masiva y el terrorismo mundial a cambio del fin de las sanciones y la rehabilitaci¨®n internacional. Gaddafi, un hombre enfermo cuyo poder se enfrenta a adversarios islamistas en su propio pa¨ªs, ha decidido que el ostracismo internacional y los problemas internos eran una combinaci¨®n demasiado explosiva para su hijo, un playboy malcriado.
Argelia es un caso especialmente dif¨ªcil. El presidente Abdulaziz Buteflika debe idear todav¨ªa una sucesi¨®n que acabe con la guerra civil en su pa¨ªs. La democracia plena podr¨ªa desembocar en una victoria de los islamistas, como sucedi¨® en 1991.
La transici¨®n a la democracia en los viejos reg¨ªmenes ¨¢rabes revolucionarios no seguir¨¢ un modelo occidental, ni pueden imponerla los F-16 estadounidenses. Pero, como quiz¨¢ indican pa¨ªses como Egipto, Siria y Libia, la sucesi¨®n hereditaria no es un paso intr¨ªnsecamente reaccionario. Al contrario, significa escoger una transici¨®n controlada a una fase post-revolucionaria en la que la modernizaci¨®n econ¨®mica y la integraci¨®n internacional tal vez anuncien un cambio pol¨ªtico m¨¢s amplio en el futuro.
Shlomo Ben-Ami, antiguo ministro de Exteriores de Israel, es vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia. ? Project Syndicate, 2008.
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