Las criaturas de Duran
Los trabajos de Meritxell Duran, los de car¨¢cter comercial, de encargo, como la escultura que acaba de instalar en la plaza de la Granota de L'Hospitalet, o como las ilustraciones que suele publicar en la prensa, me gustan mucho. Pero me gustan sobre todo los trabajos m¨¢s personales y creativos. De esta clase son los que ayer vimos en la galer¨ªa Iguapop de la calle del Comer?, donde inauguraba exposici¨®n. Tanto los dibujos como las piezas en fibra de vidrio, entre juguete y escultura, que ella llama "criaturas de compa?¨ªa", son de naturaleza turbadora y misteriosa y dejan la impresi¨®n de que son s¨®lo la punta del iceberg grande, sumergido y oscuro, que no se nos muestra del todo sino s¨®lo un poquito, sin que sea posible saber si esto es as¨ª por pura deferencia, porque verlo todo no ser¨ªa bueno para nosotros o, al contrario, por coqueter¨ªa de s¨¢dica con remilgos. Contribuye a esa impresi¨®n de ocultamiento la gran pulcritud t¨¦cnica, la excelencia artesanal, caracter¨ªstica de aquella ¨²ltima generaci¨®n que se form¨® en las escuelas de Bellas Artes antes de la era de los ordenadores, seg¨²n el plan antiguo y acad¨¦mico, y contribuye tambi¨¦n la aparente ingenuidad o infantilismo de sus personajes, de esas "criaturas" que vistas de lejos parecen muy monas y entra?ables, pero de cerca es otro cantar... En este sentido estoy convencido de que si Duran durante alguno de sus viajes a Nueva York le hubiera ense?ado su book al llorado Edgard Gorey, ¨¦ste la hubiera aceptado como miembro de su familia espiritual e incluso la hubiera invitado a acompa?arle a alguna representaci¨®n de ballet en el Met, a las que como se sabe tan aficionado era el autor de The doubtful guest y de The gashlycrumb tinies: historias de ni?os abandonados y de ni?os terribles y de animales semihumanos, perdidos en un mundo cruel, como los de Duran, que tienen nombres o t¨ªtulos como No me abandones que yo nunca lo har¨ªa, Sin ti no soy nadie y No me gusta estar aqu¨ª.
Hac¨ªa cuatro o cinco a?os que Duran no expon¨ªa. Los que siguen su trabajo desde principios de la d¨¦cada observar¨¢n que entonces su obra era mucho m¨¢s atormentada y violenta, con una veta destructiva muy marcada. Ahora es m¨¢s sutil, ambigua, ir¨®nica y madura. Entre entonces y ahora pasaron muchas cosas y un a?o sab¨¢tico en la China. "En mi vida hay un antes y un despu¨¦s de China", me dijo hace poco. "Me fui all¨ª porque no quer¨ªa hablar con nadie ni comunicarme con los seres humanos, y cuando ese es tu prop¨®sito, China es el lugar ideal". All¨ª una mujer sola pod¨ªa, no s¨¦ si todav¨ªa puede, viajar y perderse en cualquier lugar, sin correr peligro de sufrir alguna agresi¨®n. Sobre todo si est¨¢s protegida por el tab¨² que hace a los occidentales intocables.
"Una vez tuve que ir a Laos para conseguir un nuevo visado. Sab¨ªa tres palabras de chino. Sab¨ªa pedir el billete en la estaci¨®n, y sab¨ªa pedir litera, pero no sab¨ªa preguntar cu¨¢nto duraba el viaje, ni tampoco leer el nombre de las estaciones por las que el tren iba pasando. Cuando subes a bordo te entregan una ficha de metal y 10 minutos antes de llegar a tu estaci¨®n, un revisor pasa a recogerla; as¨ª sabes que te bajas en la pr¨®xima. Aquel viaje de Pek¨ªn a Komning, que yo supon¨ªa que iba a durar unas horas, se prolong¨® tres d¨ªas y medio. Iban pasando las estaciones y los d¨ªas y noches, iba pasando el revisor recogiendo fichas, y no recog¨ªa la m¨ªa. Por suerte a esos trenes van subiendo carritos de comida... S¨ª, fue una ¨¦poca muy formativa. Pens¨¦ mucho y aprend¨ª muchas cosas. Evolucion¨¦. Y sin duda lo mejor que me pas¨® all¨ª fue aprender la paciencia...". "Pens¨¦ mucho y aprend¨ª muchas cosas". Es maravilloso, pero ?por qu¨¦ estos verbos siempre se conjugan en pasado? ?Y en China! ?O en Zembla!...
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