Empatar es el Destino
Malas noticias procedentes de la Ciencia, secci¨®n Teor¨ªa de Juegos. La prestigiosa revista Science, en su famosa lista anual de los grandes avances, da por resuelto de una vez por todas uno de los enigmas m¨¢s viejos de la Humanidad. El juego maniqueo de las damas, ese arcano duelo entre blancas y negras, si es perfecto entre ambos contrincantes, si no cometen errores de estrategia, s¨®lo conduce a tablas. Y lo peor de todo es que tambi¨¦n se anuncia para 2050 aproximadamente que el militar juego del ajedrez correr¨¢ la misma suerte: al final ser¨¢n las mismas tablas que las pac¨ªficas damas blanquinegras.
Ya sabemos a ciencia cierta por qu¨¦ Dios s¨®lo quiere jugar a los dados, que por el momento son puro azar y caos, y odia profundamente los matem¨¢ticos tableros de damas y ajedrez: Dios no quiere empatar. Las tablas, en definitiva, son un resultado propio y fatal del genoma humano, seguramente para contrarrestar otro de los avances del a?o que destaca en portada en el mismo n¨²mero de Science: la enorme variedad de ADN entre los m¨¢s de 6.000 millones de individuos del planeta Tierra y en contra de esas teor¨ªas reduccionistas que ¨²ltimamente s¨®lo hablaban de similitudes gen¨¦ticas, incluso entre nosotros y el chimpanc¨¦ o la rata.
Ahora bien, sentadas las diferencias gen¨®micas que nos separan de todos y cada uno de los 6.000 millones de mortales, s¨®lo queda saber cient¨ªficamente por qu¨¦ nuestros juegos m¨¢s c¨¦lebres, incluidos los tambi¨¦n blanquinegros juegos electorales, tienen ¨²ltimamente esa irrefrenable tendencia a empatar.
Acabo de escudri?ar las ¨²ltimas encuestas sobre nuestras intenciones de voto en las futuras elecciones de marzo y me sale empate t¨¦cnico, como en la Teor¨ªa de Juegos, y todo parece indicar que aqu¨ª se repetir¨¢ m¨¢s o menos el mismo resultado de hace cuatro marzos y que en definitiva s¨®lo era un plagio local de las famosas tablas norteamericanas de 2004, las alemanas de 2005 y las italianas de 2006, por s¨®lo citar pa¨ªses de nuestro entorno.
De acuerdo, s¨®lo son tendencias de voto, un mapeo previo, sondeos sin ning¨²n rigor cient¨ªfico. Pero la extra?a y dominante teor¨ªa del fifty-fifty tambi¨¦n empieza a planear con insistencia sobre nuestro ADN nacional, y, de aqu¨ª a marzo, todas y cada una de nuestras propuestas electorales estar¨¢n destinadas no a vencer al contrincante, sino precisamente a hacer tablas.
Los debates entre Zapatero y Rajoy, por su muy cerrado formato televisivo, est¨¢n dise?ados para el empate; los m¨ªtines s¨®lo aspiran a neutralizar los m¨ªtines de los contrincantes ; los discursos pol¨ªticos ¨²nicamente trabajan el g¨¦nero que Arist¨®teles llama epid¨ªctico (no convencer al contrario, sino halagar a su auditorio); el candidato socialista se derechiza mientras Rajoy se galleguiza, y ya nadie, ay, cometer¨¢ de aqu¨ª a los idus de marzo errores de estrategia en los movimientos finales del tablero blanquinegro, tal y como recomienda la revista Science para hacer tablas con las damas.
Jugar para empatar es una estrategia muy dif¨ªcil que Capello intent¨® en el Real Madrid la pasada temporada liguera con su teor¨ªa fan¨¢tica del catennacio, y al final, por la tradicional y misteriosa p¨¢jara del Bar?a, le sali¨® bien aunque fue fulminantemente expulsado del equipo. Ahora bien, una vez que los dos candidatos saben cient¨ªficamente por la Teor¨ªa de Juegos que el ¨²nico resultado posible son las tablas, sobre todo en un pa¨ªs tan ideol¨®gicamente blanquinegro como el nuestro, las tablas electorales est¨¢n cantadas porque ning¨²n candidato se presenta a las elecciones como realmente es, y en sus jugadas de final de partida s¨®lo intentar¨¢n copiar uno a uno los movimientos m¨¢s burdos del adversario.
?Estamos preparados en este pa¨ªs para la teor¨ªa del empate? La doctrina de la beata Transici¨®n no dice nada del asunto, y s¨®lo supo instaurar, por aquel consenso pastelero, un bipartidismo imperfecto que, visto desde el presente, s¨®lo result¨® ser una versi¨®n del muy viejo manique¨ªsmo perfecto: una muy potente simetr¨ªa bilateral ideol¨®gica y religiosa condenada a rotar sobre s¨ª misma y que s¨®lo garantiza la inmovilidad, aunque, eso s¨ª, durante el curso emite toneladas de intransitiva crispaci¨®n medi¨¢tica.
Olvidamos un detalle. Que los refinados juegos de damas o ajedrez, esos que siempre acaban por bemoles cient¨ªficos en tablas, fueron inventados por civilizaciones orientales y occidentales que s¨®lo intentaban dirimir en el tablero perfecto sus propios bipolarismos blanquinegros, acaso para conjurarlos en la vida real. Y que esas tablas finales, como su propio nombre indica, s¨®lo fueron una concesi¨®n de Dios, el que s¨®lo sabe jugar a los dados, para contrarrestar la enorme diversidad del genoma humano. Lo curioso es que son los obispos espa?oles los que intentan romper la ley de las tablas, pero no implorando la ayuda divina por el pac¨ªfico m¨¦todo de la oraci¨®n, que nuestras leyes electorales toleran, sino con los dados trucados de los tah¨²res vestidos de p¨²rpura.
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